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viernes, marzo 29, 2024

Genocidio y silencio internacional en Siria – Fabrizio Lorusso

Hace poco más de dos semanas el dictador turco Recyp Erdogan anunció triunfalmente que su ejército ya había neutralizado, o sea matado, a 3 mil 844 kurdos en la septentrional ciudad siria de Afrín, en la frontera con Turquía, dentro de la operación Olive Branch (Rama de Olivo), una ofensiva militar unilateral comenzada el 20 de enero. La masacre, la limpieza étnica, las violencias sobre la población y los estupros masivos en Afrín son crímenes de lesa humanidad, susceptibles de ser juzgados en tribunales internacionales, por lo que en muchos países hubo protestas y marchas todo el mes de marzo y siguen las denuncias internacionales de esos crímenes, además de la guerrilla de la resistencia kurda que no ha parado de defender Afrin. Dentro de este operativo genocida de Turquía, de hecho, no es posible distinguir entre los milicianos muertos en combate, mismos que aún resisten a la invasión en algunos barrios, y los civiles asesinados. Además 200 mil desplazados tuvieron que dejar sus casas que están siendo ocupadas por los turcos y los mercenarios extremistas islámicos que son sus aliados.

El gobierno turco pretende eliminar a los que considera terroristas ligados al Partido Comunista Kurdo (PKK), organización perseguida e ilegal en Turquía, y de paso aniquilar en su frontera meridional a la población siria de etnia kurda, que fue la única que pudo organizarse, derrotar al Estado Islámico (EI) en el campo de batalla y mantener cierta estabilidad en la zona.

Ante este escenario han asistido sin intervenir las potencias occidentales, como Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, los gobiernos de la región involucrados de alguna manera en la guerra, como Arabia Saudita, Israel, Iraq e Irán, y finalmente el mismo dictador de Siria, Bashar al-Assad, quien en febrero, en la espera del beneplácito de su aliado Vladimir Putin, presidente de Rusia, había mostrado cierta disposición a defender militarmente a los kurdos, que son ciudadanos sirios y en estos años han luchado por mayor autonomía pero no por la secesión del poder de Damasco.

Después de establecer alianzas estratégicas y tácticas en el transcurso de la guerra e utilizar a las fuerzas combatientes kurdas, organizadas en las Unidades de Defensa del Pueblo (YPG) y las Unidades de Defensa de las Mujeres (YPJ), para derrotar en el terreno al EI y tomar la ciudad de Raqqa, las potencias extranjeras, primeramente Estados Unidos, se han desentendido del destino de los tres cantones del norte de Siria en que los kurdos han construido un régimen político incluyente basado en los principios del confederalismo democrático y han estado protegiendo a toda la población de las embestidas yihadistas por lo menos en los últimos 3 años.

Erdogan, quien después de la toma de Afrín amenaza invadir el noreste atacando Mambij y Kobane, capital simbólica de la revolución kurda, e incluso el norte de Irak, está aprovechando del silencio cómplice de la comunidad internacional. Así su régimen va reforzando el consenso interno tras la fallida intentona golpista en su contra del verano de 2016 y el drástico giro autoritario con encarcelamientos masivos de presuntos disidentes, periodistas, defensores de derechos humanos y académicos.

La Unión Europea cierra los ojos. Es un gigante económico con una política exterior descoordinada, oportunista y dominada por los particularismos de cada estado, y además mantiene con Turquía un acuerdo cínico, pero funcional, para parar los flujos migratorios de los países de Oriente Medio a cambio de un dinero fresco para Erdogan: Turquía, dentro de una espiral antidemocrática y fundamentalista religiosa, se ha vuelto el perro guardián de la ruta mediterránea oriental por la que cientos de miles de refugiados intentan escapar de la guerra.

El turco es el segundo ejército más importante de la Alianza Atlántica (OTAN) y un aliado clave de Estados Unidos. Aunque estos han estado apoyando logística y materialmente a los kurdos hasta hace un par de meses, Trump ha dado señales contradictorias: ya anunció el retiro de los 2,000 soldados estadounidenses en Siria, aunque envió 300 militares a reforzar su presidio en Mambij como disuasión, quizás temporal, contra la avanzada de los turcos hacia el Oriente sirio e Irak. Por su lado, con un tino oportunista y propuestas vagas, el presidente francés Macron, al recibir una delegación de las YPG kurdas en París, anunció la semana pasada el apoyo político-diplomático, mas no militar, de Francia para una mediación entre los kurdos y Erdogan, misma que, sin embargo, despertó rechazo y rabia en Ankara. Parece, el suyo, más bien, un “acto de presencia” diplomático para poder tomar posiciones en la repartición de Siria que ya se está consumando.

Hasta ahora Turquía ha tenido las manos libres para avanzar, bombardear a civiles con la excusa de atacar a presuntos terroristas, y aliarse con extremistas locales, ignorando la Resolución 2401 del Consejo de Seguridad de la ONU que impone el cese al fuego en Siria. Erdogan ha llegado a fomentar a los fanáticos del Estado Islámico, abriéndoles rutas de escape en la frontera y canales para sus exportaciones petroleras. Tampoco Assad ha respetado la Resolución de la ONU: uno de los motivos por los que no ha intervenido en Afrín es que está concentrando su propia maquinaria de exterminio contra el último bastión rebelde en Guta oriental, cerca de Damasco, en donde sus bombardeos han dejado más de mil 700 muertos y miles de desalojados. Mientras Rohani, presidente de Irán, Putin y Erdogan estrechan vínculos y se reúnen en Ankara para determinar los equilibrios de la posguerra, se está ya dando la consolidación del poder de Assad y Putin en Siria tras siete años de conflicto y las demás potencias, incluyendo Isarel que bombardea posiciones iraníes en Siria con periodicidad, tratan de ganar posiciones para futuras negociaciones y divisiones del país en esferas de influencia, al conducir sus propias campañas a expensas de la población civil.

 

@fabriziolorusso Colaboración con Desinformémonos

Fabrizio Lorusso
Fabrizio Lorusso
Periodista freelance, profesor e investigador en la Universidad Ibero León. Autor de los libros "NarcoGuerra", "Santa Muerte", "Messico Invisibile" y "La fame di Haiti". Contacto: @FabrizioLorusso – https://lamericalatina.net/

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