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jueves, abril 18, 2024

Hablarle a la infancia sobre la corrupción

¿Cuándo y por dónde se empieza a hablar sobre anticorrupción? Malamente, al momento en que es insostenible la corrupción. Es decir, se empieza a hablar como antídoto una vez desatados sus efectos; no se habla de ella en tiempo anticipado, ni de forma preventiva.

Sorprende en un principio, pero al razonarlo se asimila esa respuesta cuando das cuenta que hemos llegado a normalizarla la corrupción sin previa reflexión o cuestionamiento al respecto, y se acomoda y encaja de forma cómoda en la ideología generalizada y práctica cotidiana. Por eso se llega a pensar que “la corrupción es un problema cultural”, porque no nos damos cuenta del momento y la causa por la que en que empezó a estar presente. Es como una persona a la que olvidamos darle la bienvenida, pero que quién sabe desde qué día comenzamos a saludarle cada mañana.

Entonces, este fenómeno, más que cultural o inherente, es aprendido. Lo que sí es inherente, a consideración propia, es la honradez y transparencia de la infancia, eso que comúnmente se le llama “inocencia”. Es cierto, gran parte de la ética se aprende en la familia, pero es necesario entonces que afuera del hogar exista un entorno que ayude a reforzar y convencerse de lo aprendido ahí. Las instituciones de educación básica son los escenarios óptimos para ello, pues es ahí donde se comienza a crear el pensamiento crítico y propio.

No hay garantía de que las y los alumnos de cualquier tipo de institución aprendan determinadas conductas, por lo que es necesario que más allá de la simpleza de tener alguna cátedra para ser honrado, las instituciones, principalmente las primarIas, enseñen competencias sociales y capacidades ciudadanas, y que trasciendan en dar a conocer y reflexionar los efectos de experiencias cotidianas relacionadas con la corrupción.

Desde luego que el sistema educativo también tiene una influencia a mediano y largo plazo sobre las instituciones democráticas; pero lo que desde hace tiempo debe empezar a entenderse desde las escuelas, es el reconocimiento de la existencia de la corrupción en el ámbito privado. Esto es, es necesaria la reconceptualización de la corrupción, para entenderse, por ejemplo, en la propuesta de Petrus Van Duyne[1], quien la concibe como una falta de probidad que se genera, tanto en el sector privado o en el público, cuando la persona encargada de decidir acepta o solicita una desviación del criterio que debería regir tal decisión, a cambio de la promesa de recompensa o de una expectativa de ella; o la propuesta de Lepore y Aguilar[2] y Malem[3], quienes la entienden como una violación de un deber posicional de todos aquellos que, aprovechándose de su posición en una relación, organización o institución, violan su deber para obtener beneficios ilegítimos, o como un beneficio que genera bienestar individual por sobre el bienestar colectivo; o bien, la de José Ignacio Sánchez-Macías[4], que menciona que se produce corrupción cuando una persona abusa del poder que le ha sido encomendado, perjudicando a aquellos en cuyo interés debería actuar, a fin de obtener un beneficio propio. Estas definiciones permiten no encasillar a la corrupción como una actividad propia de las instituciones del gobierno, sino de prácticamente cualquier relación humana y de organizaciones privadas o sociales.

La enseñanza sobre lo que es la corrupción, el daño que hace a la sociedad y cómo combatirla deben encontrar lugar en la currícula y en actividades escolares curriculares, al tiempo en que las instituciones educativas encuentren y mejoren mecanismos que permitan a las y los alumnos participar, tomar decisiones y contribuir en la mejora de sus espacios y ambientes escolares. Es decir, ofrecer una educación supuestamente democrática, no es suficiente.

Otras herramientas pueden complementar la práctica integral de los valores y buenas conductas éticas en materia de prevención de la corrupción en el sector infantil, como lo es la lectura. Los cuentos y, en general, los libros, son compañía idónea de lo que desde el pizarrón se enseña. Los autores Ingrid y Max Kaiser, junto con el pincel de Yaritza Andrade, lo tienen claro. “Bolivar, el Niño Presidente” es un cuento ilustrado que acerca a sus pequeños lectores a conocer y reflexionar sobre cómo las malas decisiones políticas afectan a la sociedad en general. Hablar de abuso de poder, extorsión, malversación de recursos con un lenguaje adecuado para la niñez y sin politizar a sus lectores, no es tarea fácil; y sin embargo, Ingrid y Max lograron recopilar en una historia las posibilidades de concientizar, con casos reales (la historia parte cuando Bolívar, niño protagonista del cuento, desea cambiar el país tras descubrir un caso de corrupción por el que se suministra agua destilada a niños enfermos en lugar de tratamientos contra el cáncer, ¿te suena?), sobre los efectos de la corrupción de forma creativa, reflexiva y entretenida.

Combatir la corrupción, como proeza, no empieza ni termina por decreto, por constitución de comités o comisiones, por más o mejores cárceles, por ley y mucho menos por discurso madrugador de autoridad. La crisis política actual puede ser también una oportunidad para pensar qué tipo de educación estamos proponiendo como sociedad. La educación es, y siempre será sin ninguna duda, el antídoto más efectivo para combatir y prevenir la corrupción. Las niñas y niños en los mesabancos hoy, no deben ser los Duarte, Padrés o Bartlett del mañana.

@alexdom1

[1] Van Duyne, P. C. (2001): «Corruption in Acts and Attitudes». Forum on Crime and Society, vol. 1, nº 2 [73-98].

[2] Lepore, W. e. I. A., 2012. El mecanismo de sanciones en el ámbito federal mexicano, 2005-2008. Un primer acercamiento empírico. En: D. Arellano, ed. ¿Podemos reducir la corrupción en México? México: Centro de Investigación y Docencia Económicas, pp. 49-74.

[3] Malem, J., 2014. La corrupción, algunas consideraciones conceptuales. Illes Imperis, Issue 16: Corrupción, codicia y bien público en el mundo hispánico., pp. 169-180

[4] Sánchez Macías, J. “Corrupción, Evasión Fiscal y Paraísos Fiscales: Una relación simbiótica”, en Rodríguez García, N. y Rodríguez López, F. (coords.). Corrupción y Desarrollo. Tirant Lo Blanch: Valencia, España. 2017.

Alejandro Domínguez
Alejandro Domínguez
Alejandro Domínguez es abogado por la Universidad de Guanajuato. Cofundador y codirector de Gentileza A.C., asociación civil guanajuatense enfocada en el trabajo con programas y proyectos alineados a la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de la ONU. Twitter: @alexdom1

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