CAPÍTULO 7.-
MANUEL GAMIO: EL INTELECTO AL SERVICIO DE LA ARQUEOLOGÍA
La semana pasada me comprometí a escribir con respecto a un personaje muy importante para la arqueología mexicana. Manuel Gamio. Literato, historiador y arqueólogo, entre otras muchas cosas. Dejó una escuela que no se había dado en México: La Arqueología Estratigráfica.
En ese mismo artículo escribí acerca de la mutidisciplina e interdisciplina, a las que el visionario Arqlgo. Gamio supo darles preferencia para implementarlas en sus trabajos. El ejemplo más contundente es “La Población del Valle de Teotihuacan”, trabajo que consolidó sus ideas de una arqueología científica y sistemática.
Sus trabajo en San Miguel Amantla, es un ejemplo de la calidad que tenía para describir y dilucidar procesos sociales como el de los tepanecas, que eran los que estaban asentados en Amantla, Azcapotzalco. Este grupo sería derrotado en 1426 por la Triple Alianza, que estaba conformada por mexicas, tlacopas y texcocanos. La caída de los tepanecas trajo consigo la instauración de un nuevo orden político en la Cuenca de México, con los mexicas como los líderes indiscutibles de una buena parte del vasto territorio que llamamos Mesoamérica; con algunos lugares a los que nunca pudo acceder el poderío mexica. Ejemplo de ello fueron los tarascos y los tlaxcaltecas. El poderío mexica se vio truncado en 1521, con la caída de Mexihco Tenochtitlan y Mexihco Tlatelolco a manos de europeos llegados en 1519.
Continuando con Gamio, este tuvo muchos aciertos en su vida, pero uno que le impidió posicionarse de manera contundente: su poca aceptación a las políticas positivistas del porfiriato.
Se destacó como uno de los fundadores en 1911, de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americana (EIAEA); al lado de antropólogos y científicos sociales importantes como Franz Boas, Eduard Seller y Alfred Tozzer. El mismo Gamio fue director de la EIAEA, entre los años 1916 y 1920, justo en el periodo en que la Revolución Mexicana estaba en medio de varios problemas muy fuertes. Esto no impidió a Manuel Gamio escribir un extraordinario libro llamado Forjando Patria, que tuve a bien leer en la secundaria para la materia de Civismo. Ya hablaré más de este libro en la sección de LEER para CrEcER, pero fue un hito del movimiento nacionalista de las siguientes décadas.
La mayor parte de su trabajo estuvo siempre a favor del indigenismo, y su fundamento fue siempre la asimilación cultural, propuesta de Boas, que fue su maestro en la EIAEA. Estas ideas lo llevaron a proponer la Dirección de Antropología en la Secretaría de Agricultura y Fomento, y con ese soporte institucional realizó investigaciones e varios puntos de la Cuenca de México. Y precisamente de esas investigaciones, se publica en 1922 “La Población del Valle de Teotihuacan”. El trabajo de investigación incluyó lingüística, sociología, antropología física y social, entre otras, de una forma integral.
En 1926, Plutarco Elías Calles lo llama para integrarse a la SEP, pero al identificar prácticas anómalas, tuvo que padecer el poder de Calles, y prefirió exiliarse.
En el exilio estuvo trabajando con reconocidos arqueólogos internacionales. Eso le permitió ver otros problemas, sobre todo de migración de mexicanos a los EU.
También fue director del Instituto Indigenista Interamericano, entre muchas otras cosas por las que se le distinguió, y a la fecha es todo un personaje que ha impactado en la práctica de Buena Arqueología.
Gamio nació en 1883, en pleno porfiriato, y muere en 1960. Pienso que él, y otro arqueólogo, Enrique Juan Palacios, son dos personajes muy importantes en la segunda década del Siglo XX para la Arqueología, aunque no es muy difundido su trabajo. En sus trabajos es innegable la práctica sistemática y holística que se requería en la investigación arqueológica en México.
Estimado lector, espero sus comentarios al correo que viene más abajo. Nos leemos la próxima semana, que #HablemosDeArqueolgía.
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