- Publicidad -
jueves, abril 18, 2024

Hace 30 años, Watchmen cambió al mundo

watchm-Portada

Alan Moore es una de esas personas que por alguna razón consiguió un trabajo como escritor de cómics. En estos tiempos el hombre de 62 años se ha envuelto más en la búsqueda espiritual como un mago y adorador de lo oculto, recluido en su hogar de Northampton llena de polvo y cientos de artilugios esotéricos, pero no siempre fue así. Si vive de esta forma es porque Moore además de haber obtenido una epifanía que lo obligó a buscar un camino religioso, se ha cansado más y más del medio y sus prácticas.

Aunque es comprensible si entendemos que las adaptaciones fílmicas de sus obras le causan pena ajena por la ineptitud de los realizadores de entender el mensaje que intenta dar.
Aunque es comprensible si entendemos que las adaptaciones fílmicas de sus obras le causan pena ajena por la ineptitud de los realizadores de entender el mensaje que intenta dar.

Algo triste si tomamos en cuenta que fue gracias a sus trabajos que hubo una revitalización en el medio, el paso de la época de bronce a la edad moderna. Es casi imposible pensar cuál fue el más impactante en una carrera perfecta, pero el más cercano a este término fue Watchmen.

Watchmen originalmente era un encargo por parte de DC Comics para poder utilizar un grupo de personajes que la empresa compró a la extinta Charlton Comics en 1985; decidieron contratar al no tan joven Moore quien en ese entonces ya se había encargado de revitalizar a Swamp Thing con mucho éxito (por cierto, es lectura obligada). Moore concibió una historia de misterio con dichos personajes, pero para dejarle “libertad total” al escritor decidieron que los personajes que habían comprado siempre no serían usados en la publicación (principalmente para tenerlos a salvo por si a Moore se le ocurría liquidarlos en la historia), y junto con Dave Gibbons como único dibujante y John Higgins en los colores –habitual colaborador de Moore– plantearon lo que tenían en sus mentes en varias juntas. Quizás en un tono burlón concibieron al equipo de superhéroes como muy similares a los que originalmente aparecerían, pero la idea de Watchmen iba más allá del cómic desechable o paródico.

El primer número apareció en Septiembre de 1986… y el mundo no volvió a ser igual.

watchm-2

Watchmen se desarrolla en un 1985 alterno, en donde Nixon sigue a cargo de la presidencia de Estados Unidos y la guerra fría está en un punto crítico, la amenaza nuclear late día a día y hay un clima de descontento entre los ciudadanos. Los superhéroes de esta visión alterna de la historia son una realidad, o más bien, lo fueron. Su aparición en la década de los años 30 al principio fue de buenas intenciones, pero el público vio con rechazo a los que se sobreponían a la justicia a tal grado de imponer una ley que los hizo renunciar a sus labores. La mayoría volvió a sus vidas inmundas, otros tantos supieron sacar provecho del asunto siendo empresarios o trabajadores del gobierno y luego está el caso de Rorschach, el único que decide seguir siendo justiciero a pesar de estar en contra de la ley.

Es justamente Rorschach el que comienza a indagar sobre el fallecimiento de Edward Blake un 12 de Octubre de 1985; el único superhéroe existente conoció a Edward Blake ya que fue su compañero de trabajo bajo el alias de El Comediante, un sujeto amante de la violencia y controversial que servía al gobierno de los Estados Unidos. La policía considera que el fallecimiento de Blake fue por un simple robo a habitación, pero Rorschach no considera esto, le parece sospechosa la muerte de un ícono americano y dentro de su mente paranoide contempla que hay un maquiavélico plan en progreso para acabar con los demás que se dedicaban a ser justicieros.

Así, Rorschach contacta a sus antiguos compañeros: Daniel Dreiberg/Nite Owl (quien fuera su compañero más habitual cuando hacían misiones y lo más cercano que tuvo a un amigo), Adrian Veidt/Ozymandias (ahora un empresario millonario que vende su anterior profesión como un ídolo de las masas), y al matrimonio de Laurie Juspeczyk/Silk Spectre y Jon Osterman/Dr. Manhattan, siendo este último el único ser en el planeta con poderes similares a los de un dios.

Manhattan es el salvaguarda de una nación y su poderío hasta que un día se cansa de todo.
Manhattan es el salvaguarda de una nación y su poderío hasta que un día se cansa de todo.

¿Qué se puede decir de Watchmen? Hay tantos temas que abarca y que resultan sorprendentes porque hasta en ese lejano 1986 el pensamiento crítico y artístico hacia los cómics aún no existía como tal: los “expertos” seguían contemplando al medio como uno menor e incapaz de crecer, a pesar de que ya daba despuntes de madurez.

Alan Moore llegó y rompió paradigmas en su obra. En primera porque su planteamiento del superhéroe es una bofetada a lo que se estuvo construyendo desde los años 30. La visión de Moore es de que está gente o estaba muy aburrida con su vida o de verdad eran unos imbéciles; presa del cambio social de la segunda guerra mundial y la crisis económica, un grupo de personas piensa que al disfrazarse, combatir criminales y organizar grupos secretos para encontrar similares es algo benéfico, sin contemplar la mirada de la sociedad que poco a poco comienzan a inculparlos de todo lo que pasa… pues para eso están.

Encima de eso, lo que logra es desnudar a los personajes principales. Plasmarlos no como los héroes que siempre quisiste ser, sino como seres con problemas que los aquejan y son demasiado perturbadores. Es por ello que la frase “¿Quién vigila a los vigilantes?” es fuerte en todo momento de la lectura ¿Quién otorgó el poder a estos sujetos que resultan ser desagradables y deprimentes? ¿Por qué la sociedad debería ser cuidada por infieles, paranoides y con delirios de grandeza? Por supuesto que esta idea reside mucho en el trasfondo histórico de Watchmen, en donde el conflicto nuclear entre las dos naciones más poderosas alcanza un punto egoísta y deprimente. Nos contagia del pensamiento rebelde del autor sin mostrarse como la verdad absoluta, filosofamos por cuestionar el orden y los planes que implementan el bien de muchos a costa de unos cuantos.

Y al final, esa es la pregunta que nos hace a nosotros como lectores.
Y al final, esa es la pregunta que nos hace a nosotros como lectores.

El otro tema que Moore plantea con la ayuda de Gibbons es sobre la repetición. La trama se construye a través de un patrón simétrico en los paneles del cómic, las páginas pasan siendo cuadros de 3×3 que apoyan también la noción argumental de que como humanos vamos a repetir cosas por la mera condición de existir. Esto también se usa de manera sutil para entender el razonamiento del personaje más importante y catalizador de todo el cómic: El Doctor Manhattan, quien sufre de una atemporalidad mental en donde vive presente, pasado y futuro al mismo tiempo, siendo metódico y perdiendo su humanidad, como si se tratase de un código divino, después de todo estamos condenados a repetir muchas situaciones de otras generaciones aunque Alan Moore no resalta esto como bueno o malo, simplemente pasa.

Un pequeño detalle que pasa desapercibido con frecuencia al leer Watchmen es que este no incluye anuncios comerciales dentro de sus páginas. Los cómics desde su concepción han estado llenos de publicidad (puedes incluso perder horas leyendo anuncios viejos en los clásicos), pero aquí no es el caso; en vez de esto, lo que se usa en las páginas finales son unos dossier que suponen ser documentos o libros existentes de este universo que nos permiten conocer más y más a los personajes involucrados. A pesar de que suenen a un recurso barato por necesidad –ya que Watchmen transcurre en 12 números- es igual de gratificante leer estos archivos porque la prosa de Moore se adapta a lo que intenta emular con efectividad, además de revelarnos datos importantes como la cronología del equipo, y entrevistas que revelan la personalidad de los personajes cuando antes ser un héroe significaba algo.

Watchmen representó un punto y aparte, porque de nuevo… no había algo similar en esos tiempos. Pocas veces se había tenido la oportunidad de acercarnos a un grupo de personajes nuevos, complejos, con temas que van desde el abuso sexual hasta la pérdida de identidad y todo por parte de una empresa de cómics de las grandes que no buscó censurar ni el planteamiento ni las escenas. Su logro máximo fue cuando en 1988 ganó un premio Hugo, dedicado a lo mejor de la ciencia ficción en la literatura. Claro, ganó en la categoría de “otras formas”, pero eso bastó para que se abriera una brecha hacia otros trabajos que requerían de una madurez y que demostraba que los lectores habían crecido a la par del medio.

Dejó a todo mundo boquiabierto, calló a los detractores e incluso se ganó su lugar en la historia: fue un grito de frescura que aún a 30 años podemos apreciar y que se ha ganado su lugar como algo atemporal, lo menos que uno puede hacer es conseguir una copia y descubrir de manera personal el por qué Watchmen es Watchmen.

Una cosa es cierta, después de leerlo, nada vuelve a ser igual.

watchm-5

 

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO