- Publicidad -
viernes, abril 19, 2024

Hacia una nueva humanidad; retos del pensamiento cooperativo

Ni la hambruna ni la esclavitud son inherentes a la naturaleza del hombre; y de hecho, la pregunta irrumpe inmediatamente: ¿Cuál es la naturaleza del hombre? Ser bondadoso o mezquino, ser hipócrita u honesto… Sabemos, de antemano, que ninguna asignatura escolar aborda la presente cuestión con la debida profundidad que exige la respuesta.

Cuán triste es ver a personas vivir sin direccionar su propia existencia… ¡Tan frágil y efímera como un destello celeste! El miedo a la libertad se alimenta de su propio miedo a la responsabilidad, y la comodidad de creer en un destino impuesto trastorna la concepción de la realidad misma en un  mero recipiente de espacio-tiempo en el que se prefiere olvidar que paso a paso se es dueño de su  devenir.

Nuestras sociedades evolucionan con un miedo individual a la libertad y a su consecuente responsabilidad, por ello la constante necesidad de derogar la obligación personal de ser libres y de decidir el rumbo de nuestro desarrollo como comunidades en manos de “líderes”, llámeseles políticos o sociales.

El trabajador, como principal ente de generación de la riqueza social,  toma el camino de la enajenación del fruto de su labor al vender únicamente su fuerza de trabajo al mejor postor, sin reconocer que, de esta manera, se vuelve presa de las necesidades del mercado de las que no tiene control; una falsa imagen de libertad que lo mantiene en la inevitable búsqueda del empleador.

Por su parte, los esquemas convencionales de los modelos educativos del mundo actual obstaculizan sistemáticamente la visualización  de una estructura relacional entre personas, en la que ninguna tome el rol de obrero o “patrón”. El estigma de la necesaria dualidad que representa la relación obrero-patronal, pretende reafirma la infalible dependencia de ambos, con lo que se intenta  fundamentar la imposibilidad de una sociedad  sin explotación del hombre por el hombre.

El afán por preservar el tabú de la supuesta insoslayable dualidad pertenece a quienes obtienen el beneficio de la enajenación, a quienes se apropian de la riqueza que generan otras fuerzas ajenas a las suyas;  a los que seductoramente pregonan la generación de empleo como salvación del fracaso económico del presente modelo económico neoliberal y su asfixiante orden mundial basado en la  absurda armonía entre miseria y opulencia.

La trasformación de lo expuesto sólo es posible mediante un actuar distinto, para lo cual un pensamiento distinto es indudablemente requerido. Es aquí donde la  energía del pensamiento creativo adquiera una función irremplazable en los procesos de lucha social, principalmente cuando ésta se ve acompañada de un análisis contestatario a las líneas de pensamiento tradicional ya sometidas a las ideas establecidas, es decir, pensar diferente a lo establecido implica atreverse a reformular ideas de construcción rebeldes y subversivas a los estigmas ilusorios que mantienen, por una parte, la protección gubernamental al modelo socioeconómico obrero-patronal; y por otra,  la programación institucional de promover en las personas un concepto de éxito basado en poseer más que los demás, el cual incita a la competencia furtiva entre unos y otros, en lugar de la cooperación de unos con otros por un desarrollo equitativo tanto en lo individual como en lo colectivo.

Desde un pensamiento cooperativo, el ser humano es un fin en sí mismo y no un medio para alcanzar algún fin; por lo cual, se reconoce como punto de inicio de parámetros de conducta, la supremacía de la dignidad humana sobre cualquier interés particular que atente contra ella. El gran reto de todos los sistemas socioeconómicos de hoy en día, es mantener la congruencia entre la palabra y la acción.

Como miembro de la cooperativa “Trabajadores Solidarios por el Medio Ambiente”, la experiencia me ha confirmado varias de las enseñadas del ilustre pedagogo Paulo Freire, de entre las cuales una se hace evidente en repetidas ocasiones: “casi siempre, durante la etapa inicial de la lucha, los oprimidos, en lugar de luchar por la liberación, tienden a convertirse a sí mismos en opresores, o “sub-opresores”. La propia estructura de su pensamiento ha sido condicionado por las contradicciones de lo concreto, situación existencial por la que se formó. Su ideal es ser hombres; pero para ellos, para ser hombres es ser opresores. Este es su modelo de humanidad.”

Entender la visión cooperativa del mundo resulta para algunas personas una tarea irrelevante y sin crédito de ninguna índole, esto sin importar que su condición sociocultural los sitúa en la que Paulo Freire describe como “los oprimidos”; de ahí que su actitud primera sea una oposición al nuevo pensamiento colaborativo y las subsecuentes traiciones a la propuesta cooperativa se vuelvan un intento por regresar a su visión arcaica de humanidad, en la que el “opresor” es la imagen de éxito más codiciada.

Quienes continuamos firmes en el  ideal  del pensamiento cooperativo,  entendemos claramente que el miedo a la libertad es el obstáculo para la transición hacia la nueva humanidad; una humanidad sin hambruna ni esclavitud, un mundo en el que nuestra lucha, constante y profunda, sea por todos los niños y niñas sin importar su origen; por su sonrisa, su respeto y su dignidad…

¡Estamos siempre listos para enfrentar cualquier reto!

Roboán Rodríguez Carrera
Roboán Rodríguez Carrera
Periodista independiente nacido en León, Gto.; se ha desempeñado como traductor para embajadas hispanohablantes en varias naciones de África. Correo electrónico: roboan@yahoo.fr

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO