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jueves, marzo 28, 2024

Han Solo: una historia de Star Wars (2018)

No odio el concepto de precuelas, solamente que cuando pienso en el término, existen muy pocas que realmente valgan la muy cara labor de seguir invirtiendo millonadas al crearlas. Tienen el potencial de mostrarnos un crecimiento de un personaje al que ya conocemos, entender sus decisiones que le llevaron a actuar así en un presente que ahora se vuelve pasado –paradoja confusa- y ofrece un producto de morbo entero. Sigo pensando que “El Padrino: Parte II” (Francis Ford Coppola, 1974), no sólo es una película superior a la primera, sino que usa con maestría el recurso narrativo de la precuela, presentando dos líneas argumentales para demostrar el punto del crimen y la familia en los Corleone y cómo ha afectado la vida y decisiones de cada uno, dándose el lujo de tener un excelente antihéroe, y un excelente villano.

Otra precuela que recuerdo con cariño y que creo que funciona, es precisamente una de Lucasfilm… y no es una de Star Wars, sino de Indiana Jones. El Templo de la Perdición (Steven Spielberg, 1984) es una película que no está tan valorada como las otras dos partes de la trilogía original del arqueólogo favorito de todos, pero tiene un estilo y tono diferente, más asociado con una historia de menor escala y con afinidades a temas oscuros y violentos que nunca más volverían a pasar dentro de las aventuras de Indiana.

De ahí en más, me cuesta mucho trabajo pensar en otra que valga la pena, y digamos que Star Wars se ha dedicado en cuerpo y alma a ofrecer precuelas desde el fin de la trilogía original; fueron parte del resurgir de la franquicia en el cine en los años noventa, pero también hay que decir que son productos sumamente inferiores a los anteriores, con decisiones extrañas y una falta de corazón y fineza que las hacen olvidables y eso que provenían de mano del hombre que quiso concebir todo Star Wars.

Tras la llegada de Disney a Lucasfilm –o más bien al revés- se consideró que además de contar historias sobre el nuevo capítulo de la familia Skywalker, también veríamos spin offs sobre ciertos personajes o situaciones dentro de la saga, cosa que es bastante llamativa si de antemano uno sabe que hay bosques talados en nombre de todos los cómics y libros de Star Wars que por años intentaron formular un universo expandido detallando cada momento y personaje. El problema es que desde ese momento Lucasfilm ya no sabía qué tanto control creativo tendrían sus licencias. Ya desde Rogue One se veía venir un desinterés de parte de la empresa en escuchar las visiones de directores… lo cual también es contrastante porque parece ser que la única razón del contrato para dichos directores jóvenes era más la fácil manipulación de estos. Le pasó a Garreth Edwards, y le pasó al dúo de Phil Lord y Christopher Miller.

Los directores de Lego: la película (2015) no lo relatan mucho, pero estaban recibiendo miradas de desentono por parte de Lawrence Kasdan y su hijo, quienes veían su guión destrozado por la fascinación de estos dos en el terreno de la comedia. Ellos optaban más por grabar escenas improvisadas. Kathleen Kennedy quedó en ridículo por pensar que dos directores estarían ofreciendo lo que estudio buscaba, porque ellos estaban haciendo una película A LA PAR de sus otras obras. Encima de eso el dúo ya presentía la presión de Lucasfilm y decidieron filmar sin muchos cambios de toma o plano, para dañar el proyecto en la post producción si estos quedaban fuera de este.

Y que quedan fuera de manera forzada.

Lord y Miller terminaron fuera del proyecto, y de entrada llegó Ron Howard, el cual tuvo que filmar un 70% del proyecto –aunque parece ser mucho más- de forma express.

Curioso, siendo que es su segundo largometraje en la empresa tras la siempre infravalorada Willow, que justamente la semana pasada cumplió 30 años de su estreno.

Ron Howard es un director funcional, difícilmente tiene un elemento a destacar dentro de su filmografía porque es uno competente pero que carece de la potencia de otros de su generación. No por ello es pésimo pero lo que hizo en Solo, es una película con potencial, pero que de inmediato muestra que el director es el menos indicado.

Hablemos de los elementos buenos, porque ciertamente los hay.

Solo es la película que más se alimenta del tono western que tiene como sangre Star Wars. La historia del cazarecompensas más querido de la franquicia tiene robos a trenes, standoffs y personajes grises dentro del campo de la ley; por gran parte de la película vemos justicieros amorales que entendemos y cuyas traiciones son en vista del premio mayor. Alden Ehenreich tuvo una labor complicada: la de ponerse los zapatos de Harrison Ford y… no es tan malo. Sabe adoptar los gestos y forma de hablar confiada del personaje aunque muchas veces parezca una caricatura con todo y la forma de caminar con las manos que nos recuerdan más a un Han Solo del paseo de la fama y no al personaje en sí. En donde funciona, es con la relación que tiene frente a Chewbacca que de nuevo tiene un tinte infantil y noble, porque precisamente Solo es mejor amigo de lo que básicamente es un perro fiel que entiende muy a pesar de la falta de subtítulos para la audiencia.

Donald Glover como Lando Calrissian es mucho más intenso e interesante que Han Solo, de hecho una película sobre sus aventuras suena mucho más atractivo que lo que termina siendo aprovechado, aunque curiosamente las fallas del guión y las decisiones de Lord y Miller se presienten en una subtrama sobre robots que tienen sexo con humanos y defienden sus derechos.

Sorprendentemente la música, es preciosa. John Powell hace una obra que respeta los temas de John Williams incluyendo uno que el compositor creó en específico sin olvidar sus estilos y también ofreciendo un abanico referencial a los estilos de Alan Silvestri y James Horner. Me atrevo a decir que tiene más temas nuevos con la perfecta armonía de los clásicos y más dinamismo que el propio Williams en Los Últimos Jedi (Rian Johnson).

Y pues sería todo. Hay mucho material desperdiciado en una película que carece lo más importante: una justificación. Han Solo no tiene crecimiento a lo largo de una película que parece estar más interesada en los elementos que componen externamente al personaje y no las motivaciones del personaje en sí. El encuentro de este con Chewbacca, su apuesta por el Halcón Milenario y el cómo se hizo de sus dados y su blaster tienen más peso que realmente darnos a conocer el drama del personaje, que está prácticamente servido a la mesa pero que la película nunca decide explorar.

A eso se le suma la poca paciencia que tiene para narrar los sucesos que acontecen. Personajes van y vienen, desaparecen con muertes que parecerían redefinir la visión de Han Solo pero que nunca se analizan. A eso se le une la falta de relaciones convincentes con otro que no sea su fiel wookie porque son tan desposables y poco interesantes, ya que si nos ponemos estrictos, las decisiones de Han Solo de unirse a un equipo, encontrarse a Chewie, al amor de su vida, apostar una nave y tener su primer acercamiento con la rebelión es cosa de… unas horas.

Hola personaje detestable nuevo, sé que fuiste un dolor de cabeza y causaste la muerte de mis amigos pero por razones del guión te voy a hacer partícipe de una misión que me cambiará la vida sin cuestionarme.

¿No sería más fructífero ver las relaciones que ha generado con el tiempo que pasa, dándole más experiencia y finesa que a la par le afectaría a la hora de los momentos más dramáticos? No porque el interés de la película es el hacerse, no aprovecharse.

Si a eso le sumamos una carencia de ritmo en el montaje –Ron Howard, no es necesario ir a tanta velocidad- y la aparición de referencias que me gustaría ver IMPLEMENTADAS EN UNA PELÍCULA SOBRE HAN SOLO, lo que queda es un cascajo de película, que no convence, que no da risa en un guión que espera la gran carcajada pero que no se traduce en la filmación de este, que espera una gran revelación con entusiasmo pero que es confusa… y que quema sus cartas de posibilidades y creatividad en una extrañeza, porque se trata de una entrega de la franquicia que más ha hecho soñar a la gente.

Han Solo es un material desperdiciado y me gustaría decir que es momento de que Lucasfilm tome cartas en el asunto y deje de considerar a la franquicia como la gallina de los huevos de oro, porque por primera vez lo que se está generando en las expectativas del público es cansancio.

Cansancio en una franquicia sobre pistoleros legendarios y canciones de lounge pegajosas… ¿quién lo diría?

 

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