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miércoles, abril 24, 2024

¿Hay señales de peligro para la democracia mexicana?

A la CNDH, secuestrada.

A semanas de primer año de gobernar López Obrador (meses antes abdicó Peña),  termino de leer libro “¿Cómo Mueren las Democracias?”, de S. Levitsky y D. Ziblatt (Ariel,2018), quienes se preguntan: ¿Está la democracia estadounidense en peligro? A partir de ver a políticos decir y hacer cosas sin precedentes en Estados Unidos, precursoras de crisis democráticas en otros lugares, se asustan:  políticos actuales tratan a sus adversarios como enemigos, intimidan a prensa libre, amenazan con impugnar resultados electorales; intentan debilitar tribunales, servicios de inteligencia  y otros órganos autónomos. Y en 2016, un hombre con escaso compromiso con normas constitucionales y de tendencias autoritarias evidentes, Trump, fue elegido presidente.

Analizan muerte inmediata y evidente de democracias a manos de militares y golpes de Estado (como los que invoca López Obrador) -Chile, Argentina, Brasil, República Dominicana, Grecia, Guatemala, Perú, Uruguay- durante la Guerra Fría, y recientes -Egipto, Tailandia-. Y encuentran otra manera más sutil de hacer quebrar una democracia, “un modo menos dramático pero igual de destructivo. Las democracias pueden fracasar a manos no ya de generales, sino de lideres electos, que subvierten el proceso mismo que los condujo al poder… más a menudo, las democracias se erosionan lentamente, apenas apreciable”. Y así constatan casos de Hitler, Mussolini y Perón, y más recientes de Hugo Chávez en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Fujimori y Humala en Perú, Putin en Rusia, Berlusconi en Italia, y Hungría, Polonia, Filipinas. “En la actualidad, el retroceso democrático empieza en las urnas”. “Los autócratas electos mantienen una apariencia de democracia, a la que van destripando hasta despojarla de contenido”. La población no cae inmediatamente en la cuenta; no suenan las alarmas.

¿Cuáles son las señales? A partir del libro de Juan Linz (“La Quiebra de las Democracias”, 1978) conciben un conjunto de 4 señales de advertencia para identificar un político antidemocrático: 1) rechaza, ya sea de palabra o acción, las reglas democráticas del juego: sugiere una constitución moral superior, deslegitima elecciones legítimas, reforma constitución para consolidar poder personal o partidario; 2) niega legitimidad de sus oponentes descritos como enemigos; 3) tolera la violencia, alienta linchamiento de adversarios, aun verbal;  o 4) expresa intolerancia ante críticas y predisposición a utilizar poder (incluyendo monopolio tributario) para castigar o restringir libertades de opositores, incluidos de medios de comunicación. “Un político que cumpla siquiera uno de estos criterios es causa de preocupación”.

Recuerdan que a Hamilton (de los padres fundadores de Estados Unidos) le preocupaba que presidencia por elección popular pudiera caer en manos de quienes aprovechan el miedo y la ignorancia: “… casi todos los hombres que han derrocado las libertades de repúblicas iniciaron como demagogos y acabaron como tiranos”. ¿Qué tipo de candidato suele dar positivo? Identificables antes de llegar al poder:  Trump dio positivo en las cuatro, dicen. Con frecuencia, los candidatos populistas antisistema tienden a negar legitimidad a los partidos existentes: Fujimori, Chávez, Evo Morales (perdió referéndum, luego quiso reelegirse mediante fraude, hoy asilado), Rafael Correa. Empiezan con meras palabras. Los demagogos atacan a sus críticos con términos severos, tratándolos como enemigos, y crean así un clima de hostilidad y desconfianza mutua. Las democracias exigen diálogo y compromiso. Los reveses son inevitables y las victorias temporales. Los dictadores tienen poca paciencia para la democracia en el día a día.

Hay que defender la Constitución mediante normas democráticas escritas y no escritas. No escritas: la tolerancia mutua -aceptarse como adversarios legítimos-, y la contención –necesidad de autocontrol al ejercer poder-, para evitar estigmatización, mentira, estafa y  luchas partidistas a muerte que destruyen democracias: polarización extrema despedaza normas democráticas. Donde ejecutivo y mayoría legislativa son del mismo partido, el riesgo no es la confrontación, sino la abdicación que conduce a una “presidencia imperial”. “Pensemos la democracia como un juego al que todos queremos seguir jugando indefinidamente”. ¿Ve señales de peligro? Yo sí: CNDH, la última.

Juan Miguel Alcántara Soria
Juan Miguel Alcántara Soria
Analista político y experto en seguridad.

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