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viernes, marzo 29, 2024

Bang, bang, bang… la mirada de los bebés no te mata (primera de dos partes)

Me encontraba haciendo fila para pagar un servicio, al frente de mi estaba una muchacha joven con un niño en brazos, el chiquito y yo comenzamos a mirarnos y juguetear, yo hacía ese movimiento que a los niños pequeños les llama enormemente la atención, me tapaba y luego descubría mis ojos para poder volver a encontrarme con los suyos, él se mantenía atento y curioso, siempre viéndome directo a los ojos.

En un momento, fueron unos segundos, me detuve y él también se quedó totalmente quieto, ambos sólo viéndonos directamente. Al instante tuve una sensación clara, me encontré plenamente  en el momento presente en contacto con ese ser humano, mi diálogo interno, este que de manera casi incesante no deja de estar activado en los adultos razonables, lógicos e intelectuales, también divagados en el  recuerdo y los planes a futuro, se detuvo por completo, me llamó poderosamente la atención lo imperturbable de su mirada, como un pozo inofensivo pero insondable, podría decir abismal, que me despertaba una emoción de respeto ante ese pequeño cuerpo y ese ser que se traslucía a través de sus ojos; supe que esa sonrisa tan mecánica que en ocasiones uno muestra ante los niños o adultos para parecer inofensivo o caer bien desapareció de mi cara,  entonces el niño  sonrió y como buscando su nido, se acurruco en el cuello de su madre, que lo envolvió en sus brazos.

Después de esta interacción, observé a la joven y percibí que su cuerpo tenía las recientes huellas del embarazo, por la forma en la que abrazaba al bebé concluí que esta mujer era seguramente su madre.

En fin, uno no va por allí en la vida mirando fijamente a los ojos a la gente desconocida, no  queremos parecer intrusivos con nuestra mirada, tampoco queremos que alguien malinterprete y considere que nuestra intención es pretender un contacto mayor al sólo momento de haber coincidido con las miradas, justamente esto último es lo que manifiestan tantas mujeres, que dirían: “carajo, no puedo simplemente voltear a ver en la calle a los hombres, porque estos estúpidos ya están pensando que quiero tener sexo con ellos”… entonces en el caso de que nuestros ojos se encuentren con los de alguien más, podríamos tal vez sonreír y después desviarlos, no más.

Por cierto, un verdadero indicador de que como sociedad, estamos revirtiendo estas discapacidades culturales de inseguridad y machismo, sería el hecho de que todos pudiéramos, si se nos da la gana, voltear a vernos unos a otros y descubrir que no pasa nada que nos pueda dañar, más bien al contrario, las miradas que coinciden pueden construir.

Consideremos lo siguiente: podríamos afirmar que los ojos son como una parte del cerebro expuesta al exterior, basta darnos cuenta de la hipersensibilidad perceptual del ojo, no sólo ante la luz y la oscuridad, sino también ante las reacciones emocionales. Se han hecho múltiples experimentos (ustedes podrían hacer el suyo) en el que a un joven, por ejemplo, se le muestran una serie de fotografías diversas mientras se le observa las reacciones en sus  pupilas, sucede que cuando ante sus ojos está la fotografía de una mujer o un hombre atractivo, dependiendo de su atracción sexual, su pupila se agranda inmediatamente; de igual manera en la vida cotidiana se nos expanden o contraen las pupilas cuando vivimos momentos emocionales intensos de agrado o desagrado.

Las implicaciones de la coincidencia en las miradas son múltiples: a los aficionados y personas de la prensa que asistieron a Italia al Campeonato Mundial de Fútbol de 1990 se les advertía en que si en algún momento se encontraban ante la presencia de los llamados hooligans,esos hinchas de nacionalidad británica que hasta el tope en alcohol hacían disturbios y realizaban actos vandálicos, era la siguiente: “si vas por la calle y ves venir a un grupo de estos tipos que van caminando en dirección opuesta hacia donde tu vas, no los observes, no les dirijas la mirada, simplemente sigue tu camino”. Esto es claro, si uno dirige la mirada a esos tipos les está dando el mensaje de desafío, a lo que ellos responden con agresión, esto se reproduce en las escuelas donde el buleador interpreta que si es visto por el buleado es porque lo está desafiando, al igual que entre la manada de lobos cuando el lobo alfa se impone a los demás lobos, estos bajan su mirada en signo de aceptación del sometimiento.

Este comportamiento visual de los llamados hooligans, buleadores, lobos alfa y patriarcas (recuerden que ante la mirada del rey los súbditos bajan sus ojos) está fundamentado en un sentido puramente territorial y de dominio, “yo aquí mando”, este justamente es el ámbito derivado del orden patriarcal. Por su parte, en cambio, la mujer mira, envuelve con su mirada al hijo y lo llena de seguridad emocional.

Como es común en la vida, muchas veces las cosas no funcionan bajo las generalidades, lo explicaré:

Hace unas semanas viajaba en el metro en la CDMX y observé una escena que me obligó a ponerme en alerta: a una distancia cercana de donde me encontraba sentado, uno de los pasajeros se dirigía de manera violenta a un hombre que se encontraba cerca de él, el que tomaba la voz lo insultaba con intensidad de manera que en algún momento pensé que incluso podría golpearlo, le decía que era un maricon, joto y demás, esto no sólo se lo decía en español sino también en inglés, lo que me dio la impresión tanto por su tono de voz como por su forma de vestir, es que este hombre era un chicano que estaba de nuevo en México, le decía que se le estaba arrimando y arrejuntando con su cuerpo (bueno, esto no se lo decía exactamente así, ustedes entenderán), en ese momento observe la comunicación visual de ambos, el violentador se encontraba presa de su ira y no podía mirar a los ojos al supuesto seductor, que en cambio no dejaba de mirarlo directo a sus ojos,  e incluso alcanzó solamente a decirle algo así como: “yo no te estoy haciendo nada…”. Después de continuar con sus insultos y amenazarlo que le podría romper su madre… finalmente se tranquilizó un poco, se sentó en su lugar y como toro de lidia continuó  resoplando durante el trayecto mirando a un lado y otro, pero hasta donde yo pude observar en ningún momento  dirigió su mirada al otro hombre; este otro, después de ponerse pálido de la impresión, paulatinamente recuperó su color, encontró un lugar vacío para sentarse que se ubicaba justo enfrente del tipo que lo insultó y durante el viaje estuvo atento, observando al tipo pero con mucho cuidado de que no se diera cuenta que lo veía.

No pretendo ni pretenderé en este espacio interpretar estos comportamientos, únicamente llamar la atención sobre el hecho de que “hay miradas que matan” y que también por medio de las miradas los seres humanos nos damos la existencia, aparecemos unos para otros e incluso al mirarnos nos podríamos hasta enamorar.

En la vida hay situaciones al límite como la de las personas que están bajo secuestro, en esos momentos se sugiere que en lo posible la persona que es privada de su libertad se dirija a sus captores, los mire a sus ojos y les hable, en esos momentos puede existir un resquicio en el que los que están en un lado y en el otro se vinculen y que el sujeto secuestrado exista como ser humano ante el otro, no olvidemos que en el fondo todos los seres humanos somos esencialmente provenientes del mismo palpitar de la vida y algo potencialmente puede cambiar a favor.

¿Qué pasa con una persona que no tiene la capacidad de poder ver? Ustedes recordarán aquella frase de Antoine de Saint-Exupery que aunque pudiera parecernos cursi es totalmente cierta: “sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”, de manera que el que está ciego se encuentra potencialmente más cerca de sí mismo y de los demás. No quisiéramos alguna vez, que toda la masa humana de personas que se dedican a sacar provecho de los demás, no fueran como por arte de magia, de una vez por todas cegados de sus ojos.

 

Ricardo Solórzano Zínser
Ricardo Solórzano Zínser
Psicólogo egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, con estudios de Maestría en Psicoterapia Gestalt en el Instituto de Terapia Gestalt Región Occidente. Se dedica a la atención psicoterapeutica, es facilitador de proceso de desarrollo humano en instituciones gubernamentales, no gubernamentales y docente en el Departamento de Educación de la Universidad de Guanajuato impartiendo en la Maestría en Desarrollo Docente, y en el Departamento de Matemáticas de esta misma institución.

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