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jueves, abril 18, 2024

De la indiferencia a sentir en carne propia

 Recibo una invitación para colaborar en Zona Franca y escribir con la periodicidad que considere adecuada para poder mantener lo que llamo “umbral de emoción y de interés”, ese espacio en el que quien escribe se siente cómodo, entusiasmado e instado a trasmitir algo que a su vez, el lector sienta cercano, interesante y significativo para su propia vida. Yo encantado, hoy inicio la publicación de un artículo semanal y que las palabras hablen solas.

El domingo pasado caminando por el centro de la ciudad de Guanajuato me encontré con dos situaciones que me removieron, la primera fue la noticia del asesinato de una colega que fue encontrada en su domicilio en la Colonia Mineral de la Hacienda en la Ciudad Guanajuato, la segunda, una manifestación de mujeres y algunos hombres que se expresaban a un costado de las oficinas de la Presidencia municipal, que trasmitían no sólo información y estadísticas sobre el drama de la inseguridad y violencia galopantes en contra de las mujeres, también se mostraban con sus rostros y cuerpos pintados simulando sangre y  permanecían acostadas en medio de la calle,  lograban inquietar e interesarse por lo menos durante unos minutos, a los transeúntes que turisteaban y paseaban dominicalmente por la ciudad.

Parece que la postura de “yo no me muevo a favor de una causa a menos que me vea afectado”, ya sea por haber resultado personalmente o alguien cercano y querido por nosotros, agredido, violentado, robado, abusado y desaparecido, cobra dimensiones distintas.

Lo explico: se ha estudiado (me ahorro dar cita, pero si el lector está interesado se la podre proporcionar) que los seres biológicos, en particular los humanos, reaccionamos principalmente ante las sensaciones que en nuestro propio cuerpo tenemos, más que a lo que está afuera de nosotros y podemos ver, oír, oler, gustar y sentir, o también aquello que por medio del pensamiento podemos imaginar. La sensación que tenemos determina en gran medida nuestra postura ante las cosas, por ejemplo, si me siento apretado en el pecho, esa sensación que llamamos angustia, que desafortunadamente es cada vez más común en nosotros, ¿quién manteniéndose observante de sí mismo, podría en un día cotidiano decir que no ha sentido en algún momento y ante una situación difícil, esta reacción en su cuerpo?, este hecho, de que reaccionemos ante las cosas que nos pasan en la vida motivados por nuestra sensación de afinidad o rechazo, nos hace también elaborar una serie de ideas, reflexiones, ideologías e incluso teorías que, de fondo tratan de justificar lo que sentimos: suponte como aficionado al León, en el siguiente juego de la fiera, colocarte en la porra del equipo contrario, vestirte de los colores de ese equipo y apoyar de corazón sus jugadas y goles y sentir la frustración si pierde, esto parece inadmisible, sólo por el simple hecho de que hay un lazo emocional en el cuerpo físico de los aficionados con su equipo que no se iguala con el de ningún otro, que incluso, podría provocar que el aficionado en algún momento afirmara y hasta percibiera que un penalti claro en su contra no existió.

Pero en realidad no hay mucha diferencia entre este aficionado y un científico que ha creado  una teoría acerca de un postulado, un político que argumenta a favor de su partido y  en contra de otro grupo o un hombre que justifica su acto de agresión sexual argumentando que las mujeres se visten para provocarlo, todos tendemos en algún momento a justificar y argumentar a favor de algo que muchas veces ni nos damos cuenta que son nuestras sensaciones las que nos están moviendo.

En el siguiente artículo seguiremos abordando este tema, dirigiéndonos a las alternativas que tenemos a nuestro alcance para reorientar el miedo y la violencia que nos ronda.

Ricardo Solórzano Zínser
Ricardo Solórzano Zínser
Psicólogo egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, con estudios de Maestría en Psicoterapia Gestalt en el Instituto de Terapia Gestalt Región Occidente. Se dedica a la atención psicoterapeutica, es facilitador de proceso de desarrollo humano en instituciones gubernamentales, no gubernamentales y docente en el Departamento de Educación de la Universidad de Guanajuato impartiendo en la Maestría en Desarrollo Docente, y en el Departamento de Matemáticas de esta misma institución.

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