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jueves, abril 18, 2024

La vida se está poniendo muy interesante

Ustedes recordarán la canción “Beautiful Boy” de John Lennon, que el fundador del grupo The Beatles escribió a su hijo Sean, en una parte de esta canción en su traducción al español dice: “Antes de cruzar la calle, toma mi mano, la vida es lo que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes”. Lo que esta frase simple y cotidiana permite vislumbrar es algo obvio y a la vez fácilmente olvidado: la vida es lo que está sucediéndonos continuamente y se manifiesta en nosotros hasta que expiramos y no hay más aliento, es por este sencillo y poderosísimo acto que podemos hacer todas las cosas que realizamos, desde las más absurdas y nocivas hasta las más excelsas y cautivadoras.

La falta de conciencia de lo que es la vida como básicamente se nos presenta, un hecho continuo y siempre en tiempo presente, hace que tengamos una serie de confusiones que se reflejan de varias maneras: una de ellas y tal vez la más inmediata es que solemos confundir lo que pensamos acerca de la vida con la vida misma, esto se manifiesta en la forma en que nos referimos cuando por ejemplo decimos: “la vida es muy difícil”. En realidad al decir esto, nos estamos refiriendo más bien a las circunstancias complicadas en las que nos encontramos, nuestras preocupaciones, la lucha muchas veces estéril por alcanzar aquello que pensamos que es muy importante y necesario, la impotencia, la desesperación, etc., perdemos de vista que estos aspectos forman parte de experiencias que suceden justamente porque nos encontramos vivos y que sin el aliento no hay vida y no hay dificultades, por lo menos las que hemos tenido en esta vida.

Cuando decimos: “que bien me está yendo en la vida”, seguramente es porque se nos están dando las cosas de tal manera que se han resuelto situaciones importantes, estamos siendo exitosos, hay planes atractivos a nuestro alcance, nos sentimos sanos, no tenemos mayores conflictos con nadie y poseemos dinero suficiente en el cajero, en esos momentos de igual manera que en el ejemplo de cuando encontramos la vida difícil, perdemos de vista que estas situaciones que aparecen entusiasmantes y positivas son posibles gracias a que estamos vivos, que sin aliento no hay vida y tampoco existe algo como: “que bien me está yendo”, por lo menos lo bien que consideramos  que nos está yendo por los motivos que tenemos en esta vida.

En estos momentos de la lectura de este artículo, podrían algunos de ustedes con toda legitimidad preguntar: “bueno sí y todo esto ¿qué?”. El que perdamos de vista algo que es tan obvio y fundamental y nos instalemos en la periferia de ello dando por sentado que existe, pero en el terreno de los hechos y de la vida cotidiana no lo volteemos a ver, tiene sus implicaciones.

Podemos considerar la Vida con “V” mayúscula, a la esencia, fuerza, energía o como le queramos llamar, que habita en el interior de cada ser animado, de manera que cuando somos conscientes de ese poder, cuando estamos poniendo nuestra atención en lo que sentimos tal como es, sin tratar de modificarlo ni interpretarlo, sólo sentirlo, es que estamos en contacto con la manera en la que la Vida se está expresando en nosotros en este momento. Esta capacidad de manifestación que tiene la Vida es asombrosa, por la infinidad de posibilidades que arroja y por la sutileza y diversidad con la que se manifiesta, uno tendría que sentirse en primera instancia conmovido y  agradecido por el sólo hecho de poder vivir, sin importar que la existencia nos presente escenarios inmensos de belleza como podrían ser el nacimiento de una hija que recibimos en nuestros brazos, o circunstancias llenas de dureza como al tener que despedirse de un ser amado.

Desde otra perspectiva, la cual es la más común, los seres humanos estamos inmersos en una serie de situaciones en donde mentalmente no nos detenemos, nuestro dialogo interno nos lleva continuamente a escenarios de nuestro pasado, imaginando lo que suponemos, deseamos o tememos que nos pueda suceder, ya sea a nosotros mismos o a alguien más, en esta manera de vivir nos encontramos en la incesante pretensión de hacer y obtener continuamente algo más y la simple idea de detenernos pareciera que nos causa vértigo, ya que podríamos dejar por unos momentos nuestras actividades laborales o los quehaceres cotidianos, pero en nuestra cabeza la mente no para ni da tregua.

Bajo esta forma de vivir en la que predomina el movimiento constante de nuestra mente, tampoco puede haber paz en nuestro sentimiento interno pues esto implica quietud, al igual que nos resulta sumamente difícil el acto de escucharnos unos a otros, ya que para poder percibir, captar y saber cabalmente qué es lo que nos están comunicando, requerimos detenernos en el momento presente y abrirnos a comprender lo que nos están queriendo comunicar.  El silencio interior es prácticamente inusual en nuestra existencia, los padres muchas veces no escuchan plenamente a sus hijos y es frecuente que los alumnos transcurran durante toda su historia escolar sin sentirse realmente escuchados por sus maestros, los cuales han estado más preocupados por trasmitirles los conocimientos necesarios para cubrir el programa educativo y prepararlos para las evaluaciones; la consecuencia de esta forma de educación basada en lo que el alumno debe saber sin incidir en el desarrollo de su ser es la que, sin pretenderlo, reproduce una forma de actuar prioritariamente orientada hacia los intereses personales y el “sálvese quien pueda”,  que acaba por perpetuar el modelo de  producción, consumo e imagen de éxito sobre la creatividad, la mesura y el trabajo comunitario y en equipo.

Si estamos más quietos internamente y conscientes del movimiento de nuestra respiración, de lo que estamos sintiendo y de lo que está pasando a nuestro alrededor, estaremos en mayor contacto con la Vida, esto no quiere decir que tengamos que olvidarnos de reflexionar sobre lo que hemos vivido o planear en torno a lo que haremos, sabemos que esto es imprescindible para movernos en este mundo, pero no perdamos  de vista que la Vida como tal se manifiesta siempre en el momento presente y su naturaleza es para ser sentida en la quietud interna más que para ser pensada y argumentada. Desde esta perspectiva la Vida nunca ha dejado ni dejará de ser interesante y jamás será aburrida, ya que no deja de ofrecernos en ningún momento la expresión de su continua creatividad.

Ricardo Solórzano Zínser
Ricardo Solórzano Zínser
Psicólogo egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, con estudios de Maestría en Psicoterapia Gestalt en el Instituto de Terapia Gestalt Región Occidente. Se dedica a la atención psicoterapeutica, es facilitador de proceso de desarrollo humano en instituciones gubernamentales, no gubernamentales y docente en el Departamento de Educación de la Universidad de Guanajuato impartiendo en la Maestría en Desarrollo Docente, y en el Departamento de Matemáticas de esta misma institución.

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