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jueves, abril 25, 2024

Respirar es el nombre del juego

En realidad, resulta imposible encontrar algún momento en nuestra vida que el nombre del juego no haya sido respirar, la cuestión es que nos resulta fácil darlo por sentado y olvidar este portento maravilloso y esencial, sólo basta que por un momento sintamos que nuestra respiración se vea comprometida para que entonces todo lo demás quede en un plano secundario y nuestra avidez por un aliento sea nuestro único interés.

Ahora, en tiempos de esta pandemia, nuestro entendimiento y nuestra vida han dado vuelcos, nos hemos dado cuenta de que el coronavirus incide en el más sutil y vital de los aspectos: nuestra respiración, y hemos visto y sentido en lo más íntimo el impacto de la enfermedad y la partida de seres cercanos, algunos de ellos tan próximos como nuestra propia mano, en medio de ello, la respiración, la nuestra sigue con nosotros y estamos ante la encomienda de cuidarla.

Se trata de una respiración por vez y es la que viene a cada momento, es la que se ha entretejido en nuestra vida a cada instante, se ha hecho icónica en momentos inmensos: lo hace con la niña que no deja de brincar y saltar; su respirar sube y baja del cielo a la tierra, impulsa al llanto a ese niño que angustiado e inseguro siente que su pecho se le angosta ante escenarios de dolor, es aliado de la mujer y del hombre que salen a correr y hacer ejercicio día a día; ellos encuentran el ritmo acompasado de su inhalar y exhalar en cada zancada, el nadador brazada a brazada lo hace atrayendo con fuerza el oxígeno a sus  pulmones. La respiración tiene hijos consentidos: los amantes se hacen uno con ella mientras ambos toman el aliento mutuo en una danza de inspiraciones de dióxido de carbono que los enloquece, para los que al levantarse por la mañana inspiran conscientemente es una de las mejores formas de agradecer el hecho de que simple y enormemente se está vivo.

En medio de la oscuridad de la noche, cuando alrededor todos duermen y el sueño nos ha dejado como a novia de pueblo, tenemos las vías respiratorias comprometidas y  nuestras defensas emocionales descienden de la mano de un sistema inmunológico que ha batallado, nos quedamos quietos y abrimos lo abrible para que este aliento entre amable, también ampliamos el mirar de nuestros ojos y percibimos los rincones de luz que son tan elocuentes como el reflejo del brillo de la luna llena en la arena húmeda del mar, el tiempo pasa lento, pasa, siempre pasa, el amanecer llega aunque esta vez no garantiza nada, de cualquier manera ese amanecer también pasa, y aún para los que se han ido, existe en un momento, tal vez durante el último de los suspiros, la comprensión de nuestra calidad de pasajeros en esta tierra, tercer planeta más cercano al sol, situado en una región al extremo de una galaxia en la que existen millones de soles y planetas, esta galaxia entre millones de galaxias, aquí donde nos corresponde presenciar en este instante el milagro de la vida.

Ricardo Solórzano Zínser
Ricardo Solórzano Zínser
Psicólogo egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, con estudios de Maestría en Psicoterapia Gestalt en el Instituto de Terapia Gestalt Región Occidente. Se dedica a la atención psicoterapeutica, es facilitador de proceso de desarrollo humano en instituciones gubernamentales, no gubernamentales y docente en el Departamento de Educación de la Universidad de Guanajuato impartiendo en la Maestría en Desarrollo Docente, y en el Departamento de Matemáticas de esta misma institución.

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