Los primeros casos de la COVID19 en León fueron a finales del mes de marzo 2020. Se desarrollaban los últimos días del Rally. Sabíamos que el virus SARS-CoV-2 llegaría pero no teníamos certeza de cuándo. Un día antes de que terminara el rally, se anuncia que varias etapas ya programadas no se llevarán a cabo y la razón es que varios países comenzaron a cerrar sus fronteras y los equipos internacionales corrían el riesgo de quedarse varados en México o en alguna de los países de conexión para llegar a sus destinos finales. Poco tiempo después nos enteramos que uno de los periodistas extranjeros dio positivo a una prueba de la enfermedad.
A partir de ese día la pandemia nos ha cambiado la vida de muchas maneras. Nos ha hecho valorar mucho más las cosas y aprender y re aprender que por más que las personas planeemos nuestro futuro éste siempre será incierto y cambiante, en ocasiones de manera muy drástica como este año.
El cierre total de las empresas durante varias semanas y la lenta reactivación económica que estamos viviendo ahora ha generado incertidumbre, ansiedad, desesperación en las personas. Ha traído mucho desempleo. Una caída histórica en la economía del país. En el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas estimamos que hubo una contracción de 18.9% del Producto Interno Bruto en el segundo trimestre del 2020. Ha sido la peor caída desde que se realiza la serie a partir de 1981.
La situación actual ha hecho que las empresas y los gobiernos, al menos el del Estado de Guanajuato y del Municipio de León, den apoyos extraordinarios a los empresarios para que, cuando menos, se mantengan a flote las empresas y éstas no cierren sus puertas, pues de hacerlo, incrementaría el impacto negativo que ya se tiene y que es mucho.
Los empleadores y los mismos colaboradores están mucho más sensibles a realizar acciones que no hubieran realizado en una situación de la “antigua” realidad. Hay mucho menos resistencia al cambio y este es un bueno momento de aprovechar esa coyuntura.
La innovación es un proceso complejo y generalmente de mediano y largo plazo. Uno de los principales componentes que debe de existir en las empresas para lograrlo es que se esté dispuesto a ser disruptivo y a probar acciones nuevas. Ahora, dentro de todo lo malo de la emergencia sanitaria, es más propicio el ambiente para hacerlo. Además, se tiene que adaptar a la realidad de que no hay recursos, eso sin duda representa un gran reto y al mismo tiempo una oportunidad.
Para salir adelante, enlisto tres pilares principales que se deben apoyar sin descuidar otras industrias: ciencia y tecnología, innovación empresarial y startups y desarrollo productivo de las PyMES.
Algunas de las acciones que se deben implantar y reforzar son:
- Establecimiento de un sistema de certificación del riesgo de individuos
- Crédito, subsidios y cofinanciamiento para adopción tecnológica (software, aplicaciones
- y plataformas digitales, hardware, etc)
- Servicios de apoyo empresarial con enfoque de oferta a través de plataformas digitales
- Revisión y actualización del marco regulatorio para apoyar el teletrabajo y la transformación digital de las pymes (firma electrónica, medios de pago y comercio electrónico)
El gobierno y las empresas deben de poner de su parte para que éstas últimas no mueran en este tiempo y regresen con ánimo y presupuesto para retomar sus actividades y recuperarse poco a poco. Lo que resta del 2019 y los primeros meses de 2020 avizoran un panorama difícil. La buena planeación y a la adaptación rápida al cambio ayudarán a que los colaboradores y directores de las empresas amplíen sus horizontes y exploren nuevos mercados y usen nuevas formas de comercializar sus productos, principalmente, a través de plataformas digitales.
