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martes, abril 23, 2024

Jojo Rabbit (2019)

León, Gto.- Hay algo de valor en la idea de que Taika Waititi pasara de hacer una película de Marvel –una que logró hacer con tal libertad creativa que sería la envidia de demás jugadores del estudio- a realizar de entre todas las cosas una comedia de la segunda guerra mundial, una desde el punto de vista de los alemanes y con un Führer imaginario. Es un movimiento bastante inusual y que se vuelve una canción de despedida por parte de 20th Century Fox antes de su adquisición por Disney, porque siendo honestos una película de esta temática es casi imposible que fuese producida por parte del monstruo vuelto estudio.

Si Jojo Rabbit tenía la finta de ser inusual, el día de hoy es un giro bastante opuesto, ya que la película de Waititi es una de las que ha estado liderando las ceremonias de premios de manera constante y el público tiene curiosidad de ver un proyecto que se embate entre las nominaciones de hombres dorados que usualmente categorizamos como “lo mejor del cine”… situación que no dejo de pensar como gratificante para la película, porque de otra forma hubiese pasado desapercibida entre audiencias… y es que Jojo Rabbit es extrañamente, tibia.

Waititi apunta a grandes aproximaciones con su filme y pocas veces logra ese sentido crítico y ácido, como cuando inicia el filme con un joven imbécil gritando a todo volumen Heil Hitler y de fondo podemos escuchar Komn gib mir deine Hand, la versión en alemán de I Wanna Hold Your Hand de The Beatles; al hacer esto no sólo sitúa a Jojo Rabbit como un filme fuera de los límites músico históricos de su momento, sino que entrelaza a la canción con escenas de las presentaciones políticas de Adolf Hitler captadas por Leni Riefenstahl y las reacciones del público que se asemejan al furor causado por los Fab Four. Esta es una idea bastante genial y de la que inicia un apunte de miradas cínicas a la Alemania que retrata, una Alemania en constante negación de la derrota y que necesita aproximarse a la juventud como un recurso de riesgo para poder aseverar la victoria.

… y después, algo pasa. Waititi nunca logra obtener ese mismo tono en una película que decide narrar el contexto y sus ramificaciones de una manera segura; normalmente se le ha comparado con las comedias transgresoras de Mel Brooks, pero Mel Brooks era un genio que no esperaba una respuesta noble de parte de la audiencia y que tanto en Locuras en el Oeste (1974) como en Los Productores (1967) no dejaba de mofarse del elemento incómodo temático así como los filmes que precedían estas situaciones, que prefieren obtener una mirada casi cegadora al respecto, entonces Jojo Rabbit no nos recuerdan a esas películas, sino que apoyada por una nobleza infantil nos rememoran a películas como La vida es bella (Roberto Benigni, 1997) y El niño de la pijama de rayas (Mark Herman, 2008), películas con un tono “sappy” sin propuesta, porque no quieren ofender a nadie y terminan planteando escenarios con brusquedad temática que los terminan por volver demasiado incrédulos e inconsecuentes, irónicamente ofreciendo una mirada quizás más dañina que el haberse mostrado agresivo.

Tampoco ayuda a que en esta ocasión, Waititi recurra a un humor de pastelazo efectivista pero que no deja espacio a la reflexión. Su personificación de Hitler sólo se dedica a lanzar bromas y miradas juguetonas a la audiencia: entendemos que se trata de un judío interpretando al némesis de su tipo, pero su Hitler carece de una profundidad o de un contraste latente y siniestro una vez que el joven Jojo () comience a sentir que su mundo ideológico se resquebraja.

Con ello no quiere decir de que Jojo Rabbit sea una película tediosa. También es prueba de que el director si algo sabe es cuidar la participación de los niños en sus películas, y personajes como el de Jojo y Yorki (Archie Yates) sí llegan a mostrarse enternecedores y logran sacar varias sonrisas gracias a sus interpretaciones que se extrapolan con la gravedad de un conflicto que no llegan a entender y que no compran. De igual forma Thomasin McKenzie interpreta a una Elsa Korr que ha visto lo peor de la guerra, y a pesar de ello intenta darle una lectura comprensible al niño que le tiene capturada y a la que tanta curiosidad le genera.

Los niños son bastante efectivos, y son una disparidad que asumo que Waititi busca integrar en su filme, porque la diferencia entre ellos y los adultos es abismal. Estos se perciben demasiado caricaturizados, a tal grado de que el tono de Jojo Rabbit no se siente como una farsa de Hollywood, pero más a fin a las sensibilidades de un sketch de comedia televisiva. Scarlett Johansson es una ama de casa que nunca vemos sufrir respecto a la identidad de su retoño y las situaciones que van apareciendo como constante y resultado de la guerra –es de hecho un elemento que tiende a repetirse en el filme, la muerte llega pero más allá del horror inicial no se plantea como un factor determinante o reflexivo en nuestros héroes- y Sam Rockwell es un ex profeso general de la Alemania nazi desencantado del conflicto, con tintes homosexuales y de un profundo alcoholismo que decide suplir para soportar el embate bélico.

Uno puede pasársela bien en Jojo Rabbit y sus valores de producción ayudan a construir esta escala visual creíble, pero la reflexión que deja parece ser sacada de un producto que no quiere ver la guerra como el verdadero problema que era, y acude a los grises de las relaciones humanas sin querer profundizar en ello, porque al final de todo, lo importante es que quiere bailar, no sin antes dejar una cita sobre su sentir, porque quiere perfilar una importancia de la que es pobre.

Ah sí, y Rebel Wilson no deja de ser una aspiradora de humor viviente.

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