Las conversaciones derivadas de la insatisfacción corporal y el desprecio al cuerpo que muchas personas experimentamos, llevan por nombre: Fat Talk y el 93 por ciento de la población femenina lo padece.
Se trata de un problema de ansiedad que ha estado presente por años gracias a los estereotipos de belleza que culturalmente hemos introyectado como deseables.
Los medios de comunicación, la publicidad, las redes sociales, los influencers, amigos, familia, entre otros, han colaborado para construir la imagen de la mujer “perfecta” o del cuerpo “perfecto” según sus propias normas y requisitos, al grado de conseguir que la mujer real se sienta inferior, insatisfecha y con el continuo deseo de lograr la imagen corporal que le ha sido impuesta.
Mimi Nichter, antropóloga, es la responsable de que este comportamiento lleve el nombre de Fat Talk.
Frases tan cotidianas como:
“Comimos como cerdos”, “Estoy hecha una vaca”, “Qué suerte, ni se le nota que acaba de tener bebé”, “Estás muy delgada, te ves genial” y tantas conversaciones más que giran en torno al peso, las calorías y la apariencia física. Esto es “fat talk”.
El concepto incluye todos los comentarios, actitudes y críticas que refuerzan los ideales de delgadez como sinónimo de belleza. Y al mismo tiempo, reafirman que la delgadez es lo único aceptable, contribuyendo a la peligrosa y (desafortunadamente) muy común, “insatisfacción corporal”
¿Por qué lo hacemos?
Es una creencia muy arraigada entre nosotros que hacer comentarios negativos sobre el propio cuerpo o el del otro, puede funcionar como estrategia de control de la ingesta, es decir, “una ayuda para controlar lo que comemos”.
Usualmente se utiliza para compartir y normalizar los sentimientos negativos que se tienen sobre el propio cuerpo, o como un medio para “ayudar” a otros a sentirse más “positivos” en relación a su propio cuerpo, por ejemplo: «¿Crees que estás gordo?, nombre ¡veme a mi!»
Sin embargo, la evidencia muestra que logramos justo lo contrario: el “fat talk” aumenta la insatisfacción corporal, la inseguridad, la menor confianza y aceptación de la propia imagen, las conductas ansiosas y la sobre ingesta.
¿Cuáles son los riesgos del “fat talk”?
Por todo lo anterior es más probable que una persona que participe en “fat talk” tenga un mayor riesgo de comportamientos poco saludables, como dietas restrictivas o ejercicio extremo, así como el riesgo latente de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria.
Esto puede afectar seriamente la salud mental y física de una persona.
¿Cómo podemos ayudar?
– Cambia la conversación. Proponer otro tema ayuda a disminuir su frecuencia.
– Ampliar la mirada. ¿Quieres decir algo amable a tu amigo? Busca resaltar cualidades que van más allá del cuerpo.
– Intenta tomar conciencia del lenguaje que usas al describir la forma y apariencia del cuerpo y ante todo ten presente que el tamaño y la forma del cuerpo no son un tema de conversación.
Si eres madre / padre o educador, estos tips son especialmente para ti:
– Promueve y practica una alimentación saludable vs dietas restrictivas.
– Evita actuar como si estuvieras haciendo “dieta” constantemente o enviar mensajes de que no puedes realizar ciertas actividades porque no tienes un cuerpo delgado.
– Promueve y practica la actividad física como espacio de salud y recreación, y no enfocada en la pérdida de peso.
– Evita críticas constantes de tu propio cuerpo (“estoy gorda, me molesta este pliegue”) o el de los demás (¿te fijaste que tu tía está más gorda?) Este tipo de críticas transmiten que el cuerpo es más importante que otras características.
– Es importante promover el concepto de que el cuerpo es valioso no por cómo se ve, sino por lo que es capaz de hacer y lo que nos permite lograr.
Recuerda, las palabras son MUY poderosas. Procura hablar/te con consciencia, desde la bondad y la autocompasión.
HELEN ALMANZA OROZCO, LNCA
Lic. en Nutrición y C.A por la UIA León. Educadora Mindfulness Certificada por la EDT y la UEMC en Madrid, España, Facilitadora de Círculos de Mujeres por la EDT, Estratega en Desarrollo Humano con Técnicas Ericksonianas por el Instituto Milton H. Erickson de León y Creadora de Lo Que Nos Nutre.
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