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viernes, abril 26, 2024

La ciencia lejana

Ulises Omar García Lepe 

 

Hace pocos días la amenaza de desaparición de fideicomisos destinados a los centros de investigación conmocionó a la comunidad científica del país, quienes se movilizaron para intentar apelar a la consciencia de aquellos que toman las decisiones, a pesar de lo anterior, la eliminación de estos recursos es ahora un hecho y aunque se ha asegurado que al final del día los recursos globales no se verán afectados, esta no es la primera vez, y seguramente no será la última, en que los recursos para la ciencia se ven amenazados por una u otra modificación como resultado de la poca prioridad que se la da a esta área.

Estos golpes consecutivos a la ciencia y tecnología son consecuencia de ignorar los beneficios directos que esta tiene para el desarrollo en general, a pesar de que se ha demostrado con un sinfín de hechos que la investigación y aplicación de la ciencia son los principales elementos para la resolución de los problemas que afectan a la humanidad, dígase: contaminación, salud y enfermedad, producción alimentaria, sobrepoblación, comunicaciones etc. Sin embargo, parece que esta ideología no logra permear en nuestra sociedad ni influir en los dirigentes políticos que la administran. Tomando en cuenta lo anterior, es inverosímil que disciplinas como la biotecnología, que literalmente ha salvado vidas y economías a través de su aplicación, se vea con claro desprecio por parte de las cabezas que rigen la ciencia en México.

Para que la investigación científica se convierta en un pilar fundamental para el progreso nacional, es necesario que la sociedad mexicana conozca cuál es el quehacer científico, cuáles son las problemáticas que se atienden y dónde se llevan a cabo estas investigaciones. Con base en los datos arrojados por la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología (ENPECYT 2017), el 92 % de los encuestados declararon que se debería otorgar más apoyo presupuestal al ámbito científico, así mismo el 91 % expresó que México debería tener más investigadores. A pesar de esta opinión casi unánime, el 65 % de los interrogados contestó tener un interés nulo o moderado en los nuevos descubrimientos científicos y tecnológicos, además, los encuestados contestaron no saber o comprender sobre conceptos científicos básicos y de relevancia actual, como: estudio científico (40 %); calentamiento global de la tierra (50 %); alimentos genéticamente modificados (51 %); nanotecnologías (64 %); innovación (41 %) e invención (48 %) entre otros. Increíblemente, el 45 % de los interrogados están de acuerdo con la idea de que los investigadores científicos tienen un poder que los hace peligrosos. Esta contrariedad en los datos obtenidos deja ver claramente la necesidad de una cultura y educación científica en nuestra población.

Para alcanzar este ideal no debe ignorarse la responsabilidad que tienen los mismos científicos en la transmisión de los conocimientos generados a la sociedad, para que esta última pueda reconocerlos, apropiarlos y valorarlos. En este sentido, es necesario que los científicos e investigadores sean capaces de divulgar el conocimiento a través de los medios y lenguajes adecuados, en pocas palabras, hace falta que los investigadores den un paso de cercanía hacia la población, lo cual en última instancia beneficiaría a ambos, ya que solo cuando la ciencia deje de ser lejana para los «no científicos» esta se podrá instaurar como una necesidad primordial y contará con el apoyo y recursos necesarios para aportar aún con más trascendencia al desarrollo de México.

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