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miércoles, abril 24, 2024

La crisis humanitaria más grande que ha existido

Martin Luther King dijo: “no me duelen las acciones de la gente mala, me preocupa la indiferencia de la gente buena”.

Hace algunos años el mundo, mi mundo, se sacudió cuando la foto del pequeñito Alan Kurdi, apareció en los periódicos del mundo y en las redes sociales. Alan, un niño sirio que apareció ahogado -casi como si estuviera dormidito- en las playas de Turquía cuando su familia intentaba movilizarse de Siria a Grecia. ¡Esa foto y ese pequeño se quedaron con un pedazo de mi!

Si bien es cierto la foto nos expone a un pequeñito de 3 años, la realidad de esa triste historia es que en la barcaza que naufragó iban también su mamá, su papá y su hermano de 5 años. Sólo el papá sobrevivió.

Si a nosotros nos dicen o leemos que la guerra civil en Siria a costado más de 150,000 muertes o más de 5 millones de desplazamientos forzados, podremos pensar que es muchísima gente, pero por la forma en la que normalmente interiorizamos los datos, se queda en un número. Pero si de repente nos topamos con una foto tan dramática cómo la de Alan, inmediatamente la empatía se pone en relieve y en automático le pondremos un rostro a cada una de esas muertes o de esos desplazados. En automático también entenderemos que cada uno de ellos tiene o tenía una familia, era un padre o un hijo; era amigo o vecino de alguien. En ese momento dejamos de hablar de números.

Si sabemos que cada año pasan por México cerca de 450,000 centroamericanos que buscan llegar a EEUU, imaginemos por un momento lo que tienen que vivir. Créanme que viven un calvario y un drama en este viaje. 

Claro que entre ellos los habrá no tan honorables, algunos sucios o groseros. Existen migrantes que sus intenciones no sean tan buenas. Claro que pasa eso. Pasa también entre nosotros como mexicanos ¿no? Pero sería justo pensar que cada uno de ellos es el hijo de alguien o el papá de alguien o el amigo de alguien. Sería justo pensar que les da hambre, frío o sueño y que quisieran estar en su mesa, en su casa o en su cama.

La fotografía es parte de mi vida. Siempre he creído que las imágenes son un excelente vehículo de comunicación. Las imágenes nos obligan a entender que tenemos situaciones que requieren de acciones de nuestra parte. 

En días pasados apareció la foto de Oscar y Valeria ahogados en el Río Bravo. Padre e hija de un año 11 meses que venían desde el Salvador tratando de cruzar a EEUU para buscar algo mejor. El problema es que la visión que en general se ha creado de los migrantes es que los pensamos como invasores, como gente cochina o que no merecen de nuestra parte nada. Espero que pronto podamos comprender que no hay nada más falso que eso y además, lo que podamos hacer por ellos o por los demás en México, tiene que ver con nosotros mismos y no con ellos. Es decir, nadie da lo que no tiene. 

Un problema enorme para México es ser vecino de EEUU y por ende ser paso obligado de los migrantes. Este problema se acentúa pues el Presidente de aquél país es racista y xenofóbico y la consecuencia natural de ello es que la política exterior norteamericana es igualmente racista y xenofóbica. Andrés Manuel López Obrador tiene claro que una confrontación con EEUU en términos migratorios nos dejaría muy debilitados.

Ante la amenaza de Trump de imponer aranceles a los productos mexicanos comenzando con un 5% y hasta llegar a un 25%, México tomó acciones. Pueden no gustar y ser altamente cuestionables, pero de facto también se trata de una salida a una crisis. 

Ante ello, México destino 25,000 efectivos del ejercito, marina y guardia nacional a cuidar la frontera sur y a literal perseguir migrantes.

Escribía Carlos Puig que “madrear migrantes no tiene costo político alguno, por el contrario”. 

No digo que sea una ecuación sencilla. Pero lo que si sé, es que hablamos de la crisis humanitaria más grave que ha enfrentado el mundo algún día. Hoy hay cerca de 250 millones de migrantes, exiliados o desplazados en el mundo y cada uno ellos tienen nombre y tienen circunstancias particulares. 

¡Algo podemos y debemos hacer!

Eric Bolivar
Eric Bolivar
Abogado especialista en Derechos Humanos, activista en apoyo a migrantes centroamericanos, colaborador voluntario de la Fundación TELETÓN, columnista, fotógrafo; actualmente dirige Donadores Compulsivos Guanajuato A.C., dedicada a promover la donación altruista de sangre y plaquetas. Correo electrónico: Ebolivar1975@gmail.com. Twitter: @eric_bolivar

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