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domingo, abril 28, 2024

¡La cultura se come!

El domingo pasado leí un artículo del escritor español Javier Cercas donde criticaba a España y a sus autoridades culturales por su miopía y mezquindad. No somos pobres, somos estúpidos sostenía al comparar el poquísimo aprovechamiento que se hace este año del 400 aniversario de la muerte de Cervantes, con la difusión que ha recibido Shakespeare por los angloparlantes. De igual forma, comentaba sobre la paupérrima imaginación para detonar proyectos culturales de impacto global: “si nuestros políticos fueran conscientes de que no existe en España una riqueza comparable a la de su lengua no dotarían al Instituto Cervantes, por ejemplo, de un presupuesto irrisorio, no se lo hubiesen recortado a la mitad en la última legislatura, no intentarían hacer de él una mera academia de idiomas.”

Esa misma miseria de la imaginación y de miras se encuentra no sólo en España si no también en nuestro país. Ejemplos sobran, y para no ir demasiado lejos en el tiempo y el espacio podemos hablar del FENAL de León: Un proyecto sin alma que no sabe (o no quiere) aprovechar los recursos de que está dotado. Año con año se ve cómo merma en expositores y en actividades que redunden en formación de un público, no digo lector, por lo menos comprador de libros. La FENAL se desenvuelve como un evento hecho para cumplir con los compromisos del Instituto Cultural de León (ICL), no como el gran evento de la cultura y del libro de nuestro estado. La falta de visión de los organizadores en los últimos años es imperdonable, como lo es también su constante queja de falta de recursos para sostener eventos, mientras se aumentan los sueldos de manera opípara. ¿No se le llama a esto también corrupción? No es sólo el que roba el recurso público, es también quien ocupa un lugar para el cual no está capacitado o no aporta a quienes pagan su salario, es decir, a los contribuyentes.

Celebro el revuelo que causó el reciente artículo de Marco Ornelas, La FENAL a debate, creo que quienes habitamos este estado no nos merecemos una Feria montada en infraestructura de primer mundo, pero regenteada con mentalidad del tercero. Espero que este llamado haga repensar la manera de construir la feria y que con el aporte de bibliófilos, escritores y editores, sea posible convertirla en un evento toral en la vida guanajuatense.

Pero la falta de imaginación y visión no son sólo atañe al ICL. Regreso al artículo de Cercas para comentar sobre un libro mencionado allí, escrito por los italianos Bruno Arpaia y Pietro Greco que se titula: ¡La cultura se come! (La cultura si mangia!) (Guanda, 2013). Éste fue publicado como respuesta muy inteligente a los comentarios del ministro de finanzas de Berlusconi, Giulio Tremonti, que afirmaba exactamente lo contrario para justificar los recortes a la inversión estatal en este ramo.

Soy muy necio y me puse a la búsqueda de alguna traducción al español. Al no encontrar ninguna, tuve que recurrir al internet para poder leerlo (ahimè) en su idioma original. Sí, lo acepto, pueden llamarlo piratería porque tampoco encontré versión digital adquirible, mientras alguien lo compartía para descarga en la red. Pero en verdad me atrajo mucho el tema expuesto: en la era del conocimiento, la cultura no es un gasto innecesario, sino fundamental para el desarrollo económico, bueno, en aquellos países que desean un desarrollo estable, igualitario y sostenible, claro.

Con cifras duras, los autores demuestran que la industria cultural en su país es la única que mantiene crecimientos en épocas de crisis, y la que puede detonar la creatividad y la innovación, pues propicia ambientes fértiles al talento, la tolerancia y la generación de tecnología propia.

Una lectura muy recomendable para funcionarios no sólo del ICL, sino también para aquellos que mutilan fondos municipales a las casas de cultura, por ejemplo.

Aunque también vendría muy bien para aquellos presidentes municipales obsesionados por la seguridad, bien por demás esquivo en este país repleto de cámaras de seguridad que no funcionan o nunca sirven como prueba para poner a los criminales tras las rejas. Aquellos que sostienen que la carestía de patrullas o de escudos anti-delincuenciales, y no la impunidad y la falta de oportunidades, son la causa de nuestras ciudades inseguras.

Quien se aventure en la lectura de ¡La cultura se come!, encontrará un ensayo bien documentado sobre el papel fundamental de la cultura en la sociedad del conocimiento, con algunos ejemplos sobre cambios de paradigmas impulsados desde el ámbito cultural en Europa (Bilbao, la cuenca del Ruhr) y países considerados del tercer mundo (Bangalore). Y también podrá pensar que en nuestro entorno del Bajío es muy factible detonar el desarrollo alternándolo con los tradiconales esquemas industriales de venta de mano de obra barata que ya están en marcha.

Cierro estas líneas con la cita también del artículo arriba mencionado de Cercas para reflexionar sobre nuestra condición cultural (FENAL incluida): “Ser pobre porque no se dispone de recursos es una forma de la desgracia; ser pobre porque no se sabe o se quiere explotar los recursos de los que se dispone es una forma de la estupidez.”

 

Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

Jaime Panqueva
Jaime Panqueva
Escritor, economista, promotor cultural, puericultor, amante de la ópera y de los tacos de montalayo. Este colombiano-mexicano afincado en Irapuato escribe ficción histórica, crónica, artículos periodísticos, entre otras curiosidades.

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