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jueves, abril 25, 2024

La educación frente a la pantalla: lo que no se ve

El ciclo escolar 2020-2021 inició el pasado 24 de agosto de la mano de la tecnología como protagonista del modelo de enseñanza a distancia, hecho que representaría una nueva oportunidad para plantear las nuevas estrategias que mejoren los procesos de aprendizaje. Sin embargo, la esperanza topa con pared al no existir las condiciones mínimas para seguir al pie de la letra el modelo educativo Aprende en Casa 2.0, y echar a andar un modelo híbrido, semipresencial o Blended Learning, donde se combinan los métodos presenciales y remotos en la enseñanza.

De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)[1], levantada en 2018, estima que en México hay 34.7 millones de hogares con 3.6 integrantes por hogar en promedio. Ahora bien, la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH 2019) del INEGI[2] muestra que 33.03 millones de hogares cuentan con televisión; y, por lo tanto, más de 1.6 millones de hogares no cuentan con este medio por el que se puede acceder a los contenidos educativos del ciclo escolar. En cuanto al acceso a los materiales de enseñanza y clases a través de internet, la ENDUTIH señala que de las 80.6 millones de personas usuarias de internet, 8.5 millones de personas acceden a esta tecnología fuera del hogar; y de las 49.4 millones de personas usuarias de computadora, 14.5 millones de personas tienen acceso a esta herramienta fuera de casa. A esta desigualdad hay que añadir el problema de distribuir, de entre las personas que no tienen acceso en sus casas a la televisión, computadora e internet, cuántas personas son alumnas y alumnos, y cuántas personas son maestras y maestros.

Y es que aunque no se trate (y de ninguna debe verse así) de que se ponga al centro a la tecnología y se le desplace del lugar a quien está en el pupitre y a quien está en el pizarrón, el que se haya tomado la decisión de comprometer al alumnado y profesorado a un modelo basado en tecnologías, también compromete al sistema educativo en general (donde intervienen además madres y padres de familia y autoridades educativas), a aprovechar las herramientas tecnológicas para personalizar la educación, y con ello, acercarse a conocer de mejor manera las necesidades de cada alumna y alumno. Además, una vez terminada la modalidad remota, deberá ponerse sobre la mesa de cada institución pública y privada el cómo incorporar más a las herramientas digitales y recursos didácticos virtuales en el sistema presencial-tradicional (después de la pandemia ¿qué pasará en las escuelas, programas educativos, y modelos de enseñanza, en cuanto al uso de tecnologías?).

Nuevos métodos en la educación implican cambios profundos y nuevas formas de entender los problemas en ésta. Nace una nueva oportunidad para involucrar de mejor manera a madres y padres de familia en el desarrollo educativo de sus hijas e hijos; una nueva oportunidad para poner la agenda educativa en la discusión y análisis diario; para cuestionarse si libros de texto gratuitos y clases en televisión o videollamadas es suficiente; para analizar si se continúa con una estructura de clases monótonas y repetitivas, o si es mejor establecer vínculos con otras maneras de pensar. En síntesis: ponderar lograr aprendizajes frente a iniciar y concluir un ciclo escolar en donde se salva quien pueda.

Por parte de las autoridades e instituciones educativas, es necesaria la reorientación y efectiva aplicación de recursos públicos a la infraestructura educativa, específicamente aterrizados a la tecnología y conectividad; al mismo tiempo que deberán replantear la interpretación y alcance de la gratuidad de la educación. El hecho de no contar con las herramientas como los son los recursos tecnológicos y financieros para la preparación académica, se encamina a ser las nuevas causales de deserción escolar; y la falta de estas herramientas para la adaptación a un modelo educativo a distancia se traduce en exclusión y, consecuentemente, en obstaculización al derecho humano del acceso a una educación, al mismo tiempo que visibiliza la falta de garantía del derecho de acceso a las tecnologías de la información y comunicación y a los servicios de telecomunicaciones.

@alexdom1

[1] Véase Comunicado de Prensa Núm. 384/19 “El INEGI da a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2018”, del 31 de julio de 2019. Disponible y consultado en https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2019/EstSociodemo/enigh2019_07.pdf

[2] Disponible y consultado en https://www.inegi.org.mx/programas/dutih/2019/

Alejandro Domínguez
Alejandro Domínguez
Alejandro Domínguez es abogado por la Universidad de Guanajuato. Cofundador y codirector de Gentileza A.C., asociación civil guanajuatense enfocada en el trabajo con programas y proyectos alineados a la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de la ONU. Twitter: @alexdom1

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