Por: Miriam del Toral
Declaro no tener conflicto de intereses.
“Esta sopita la pueden comer los bebés desde el día uno, ¡es buenísima!”
¿QUÉ? ¿QUIÉN LO DIJO? ¿QUÉ ESTUDIOS LO AVALAN? ¿ALGUNA INSTITUCIÓN LO RESPALDA?
Desde ya te digo que la respuesta es: ¡NO!
Pero vámonos más despacio…
Las redes sociales digitales han servido para muchas cosas, como facilitar la comunicación entre personas queridas, acercar la información de forma inmediata, interactuar con personas para desarrollar proyectos en conjunto, dar difusión al arte, la ciencia, el entretenimiento.
En el ámbito de la lactancia humana, nos han dado la posibilidad de abordar y visibilizar temas que antes estaban confinados a las paredes de la casa. Cada vez es más natural ver fotografías de mamás que orgullosas muestran su capacidad de alimentar a sus bebés en las redes sociales, lo que posibilita reforzar el mensaje de que la leche materna es la forma natural de alimentación de las crías humanas y sus múltiples beneficios.
No obstante, no toda la información a la que las personas tienen acceso es necesariamente verídica (en todas las áreas, claro). No siempre hay un filtro en donde los mensajes que se emiten estén basados en evidencia científica y no sólo en “decires u opiniones” de las personas.
Tal es el caso del fenómeno de los “influencers”.
¿Qué es un influencer? Según Isbel Delgado: “es un persona que tiene credibilidad en la redes sociales o la blogósfera y que puede “influir” en la opinión de grandes grupos de personas”.
Hay diferentes tipos de “influencers”, más, hoy me quiero abocar a reflexionar sobre las personas que sin ningún tipo de especialización, recomiendan prácticas, servicios o productos que pueden representar un gran riesgo para la salud e integridad de los pequeños. Que basan sus mensajes en el argumento: “lo que a mí me funciona o funcionó es…”, sin ningún sustento que asegure que “eso que a él o ella le funcionó”, no ponga en peligro a los bebés o pequeños de las personas que los siguen en las redes sociales.
Personas que “se pasan por el Arco del Triunfo” las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, la Unicef, las investigaciones científicas, las academias médicas y a las instituciones de salud oficiales.
Dichos “influencers” en muchas ocasiones hacen estas recomendaciones simplemente desde la ignorancia (y cierta irresponsabilidad). Más también hay quienes los hacen por un interés mercenario, es decir, económico, lo cual representa un serio conflicto de interés y muchas veces, también una violación al Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna vigente.
Amparándose en la libertad de expresión prescrita en los Derechos Humanos, no se detienen a reflexionar el impacto (y daño) que puede tener la promoción de productos (artificiales o naturales), prácticas o métodos sin un respaldo que garantice que no causará perjuicio a esos niños.
Y aquí, es donde debe caber en nosotros, los padres y madres, la consciencia y responsabilidad de buscar la información ANTES de comprar, usar, aplicar u ofrecer alguna de esas sugerencias hechas por personas que no cuentan con las credenciales necesarias o puedan ser sujetos de algún beneficio económico a raíz de sus “recomendaciones”.
Mientras tanto, te recuerdo, la leche materna es el alimento óptimo para tu bebé, sirve de barrera inmunológica, le ayuda a llegar al máximo de su potencial genético. Es ecológica y sustentable. Es democrática.
Es consuelo, es cobijo, es la oportunidad de estrechar el vínculo entre mamá y bebé… Se sugiere la lactancia materna exclusiva los 6 primeros meses de vida y mantenerla mínimo los dos primeros años de vida del infante.
Estas no son solo “opiniones”. Son afirmaciones hechas por las más altas autoridades mundiales en cuidado de la salud de los niños, las cuales puedes encontrar asentadas en sus sitios oficiales:
https://www.who.int/topics/breastfeeding/es/
https://www.unicef.org/spanish/nutrition/index_24824.html
https://news.un.org/es/story/2016/11/1368931
https://www.who.int/nutrition/publications/infantfeeding/9241541601/es/
¡La cultura de la lactancia la hacemos todos!
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