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jueves, abril 25, 2024

La magia de John Williams estuvo en el Teatro Bicentenario

León, Gto.- Desde que tengo memoria, los primeros compositores que pude reconocer fueron dos: Johann Sebastian Bach John Williams. El primero fue por una corrección que Pepe -el maestro más importante en la vida de mi madre- me hizo durante una de las últimas visitas que hicimos a su casa, ya que le decía que Tocata y fuga de Fuga en D Menor era de Drácula, sacando los dientes mientras él se reía del gesto que hacía pronunciando al príncipe de las tinieblas; el segundo sí fue por reconocimiento coherente, ya que desde entonces sabía que el señor que hacía la música de Tiburón (Steven Spielberg, 1975Jurassic Park (1993, Steven Spielberg) era el mismo.

Con el paso de los años mi afición a Williams no se ha disminuido. El señor ya cuenta con 87 años de vida y eso hace que cada que se anuncie un proyecto fílmico con su música -que ya es bastante raro- me emocione y me haga incluso querer escuchar más su material que ver la película en la que trabajó. John Williams me acercó a un mundo de orquestas quizás más en un sentido vulgar para puristas que lo catalogan como inferior por el hecho de componer para cine, pero Williams me acercó a otros maestros del pasado por los que tomó referencia en sus materiales y homenajea, además de allegados de su época y forma de trabajo como Danny ElfmanHoward Shore, todos los Bernstein, Philip GlassVangelis por decir algunos, pero la verdad es que ninguno ocupa su espacio e impacto como él.

Después de todo John Williams representa un espacio de nuestra infancia, la que añoramos a pesar de los tantos años que carguemos y que pensamos como magia pura… es por ello que su música resuena de manera tan particular, porque en realida es casi imposible el haber vivido desde el siglo pasado y no tener un trabajo suyo como referencia en una película favorita.

El Teatro del Bicentenario ya se había tardado en adoptar sesiones y programas que otros espacios dedicados a la música de orquesta ya han generado, como lo son los famosos BBC Proms desarrollados por la Royal Albert Hall o espacios dentro de la CDMX, la cual no ha tenido miedo a cosas como The Legend of Zelda con el impecable Symphony of the Goddesses y hasta traer a Danny Elfman en el tributo de Tim Burton que la Camareta Metropolitana y el Coro Enharmonia Vocalis presentó hace dos años. En esta ocasión el proyecto es traído por la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección de Arturo González, uno de los más consagrado de nuestro país, y fanático incondicional de Williams.

Arturo estuvo dirigiendo a la orquesta por cerca de una hora, con una selección musical de 11 temas que tenía sus detalles: entre los aciertos están la selección de dos obras quizás desconocidas para el público, el tema de Las Brujas de Eastwick (George Miller, 1989) y el tema principal de El Mundo Perdido (Steven Spielberg, 1997). Estas selecciones son bastante curiosas; la película de Miller posee uno de los temas de violín más agresivos dentro de toda la obra del compositor, un tema de horror igual de diabólico y humorístico que pocas veces ha logrado hacer, mientras que El Mundo Perdido es un score de Williams incluso más notorio que la película donde pertenece, en donde los instrumentos de percusión nos da una idea de la magnitud y peligro de los animales más violentos que existieron en nuestra tierra. Estas dos selecciones estaban marcadas por otras clásicas del compositor, en donde la gente encontró más resonancia emocional durante la dedicada al tema de La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993) en donde la labor del violín solista fue por parte de Shari Mason.

Hubo una mejora al respecto con la anterior producción en donde el teatro decidiera proyectar, ya que este no dependió del telar que tapaba a la orquesta, poniendo las proyecciones hasta el fondo… aunque quizás en un sentido más apreciativo la función de la pantalla puede ser un factor de distracción que de hecho se pudo percibir ya que el tema con el que decidieron abrir fue la suite de Star Wars (George Lucas, 1977) en donde un público no pudo leer las letras introductorias del legendario filme, pero en vez de ello pudieron apreciar el frenesí y entrega de Arturo González y su orquesta, situación única porque las demás sí dependían de la pantalla.

Quizás la más confusa -y señalamiento totalmente personal- se encuentre en la decisión de los temas; la filmografía de Williams es legendaria, pero dentro de la selección de 11 tres temas fueron dedicados a la saga de Harry Potter, dejando de lado a obras como Hook (1990) Encuentros Cercanos del Tercer Tipo () que aparecían en promocionales oficiales, y es que elegir un tema específico de la saga -y de Star Wars– es tan complicado por su enorme extensión y calidad, que es por ello que siempre quedan relegadas a programas con selecciones específicas de estos universos.

El Teatro Bicentenario se encontró con una anormalidad en estos últimos eventos: un lugar extremadamente lleno con gente tan complacida y respetuosa del material que se les presentaba a tal grado de que la OSN decidiera recompensar esta entrega inusitada en la ciudad -por respecto al tipo de material que se presenta- con la repetición del tema de Una nueva esperanza y el tema de La Marcha Imperial, con todo y un Darth Vader presente en las pantallas del proyecto. Esta fue una mañana de domingo con gente de todas las edades, algunos disfrazados y otros con playeras alusivas a los macrocosmos que este genio ha honrado con su música. Se debe tomar nota al respecto sobre la funcionalidad de este tipo de proyectos, que son de beneficio para el recinto con una aglomeración de cupo lleno, y para las audiencias, que le pierden el miedo al espacio y que para muchos de los presentes se trataba de las primeras asistencias a un concierto de orquesta en vivo, lejos de la pantalla grande y del pudor que puede causar escuchar este tipo de música en público.

Los nerds tomaron las instalaciones de Bicentenario y no estuvo nada mal…. los chongos de la suerte quedan para ver si podemos ver materiales de Ennio Morricone o de Howard Shore o Koji Kondo, después de todo se vale soñar si por años estuviste de latoso pidiendo un proyecto que refería a John Williams.

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