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jueves, abril 25, 2024

La negada paridad

Mientras que en la Casa Blanca, el nuevo presidente Joe Biden designa a la primer persona funcionaria transgénero como vicesecretaria de Salud y Servicios Humanos, en México la paridad no tiene para cuándo; en un país en donde apenas se vislumbra de manera incipiente los intentos por alcanzar paridad de género en los gabinetes federales, estatales y municipales, el reconocimiento de las personas de la diversidad sexual sigue estando muy por debajo de la mesa, se denotan ahí diversas cuestiones, entre ellas la primordial: que las personas de la diversidad sexual no somos importantes en ninguna agenda política.

En un país con alta tasa de crímenes de odio por motivos de orientación sexual e identidad de género, somos las organizaciones de la sociedad civil las principales promotoras e impulsoras de proyectos y programas encaminados a la no discriminación y el respeto a la diversidad sexual, además de sus consiguientes derechos, acceso a la salud, educación, vida libre de violencias, con el enfoque que debe darse hacia las poblaciones y grupos vulnerables.

No vayamos muy lejos, en el estado de Guanajuato, las personas de la diversidad sexual no podemos casarnos de manera igualitaria sin antes haber pasado por engorrosos trámites que merman tiempo y bolsillo, creando una clara disparidad con las personas heterosexuales, y las iniciativas que pugnan por impulsar el tema se mantienen en la congeladora derivado de que el congreso está secuestrado por una mayoría blanquiazul que no sabe separar sus creencias personales de los derechos civiles y políticos de las personas, pero que sí pueden ser partícipes de eventos anti derechos blandiendo su pañuelo azul y atentando de frente contra derechos sexuales y reproductivos de las mujeres ¿Verdad, presidenta, Cristina Márquez?

En un contexto como éste  se antoja lejano y tortuoso el camino que las personas de la diversidad tenemos que emprender para ir consiguiendo nuestros derechos, como si fuese algo que tenemos que arrebatarle al sistema en vez de algo que nos es inherente por el hecho de ser personas; pero la ciudad conservadora en la que aún nos encontramos nos coloca en una permanente posición de lucha y resistencia, además de tener que marcarle el camino a un Estado que se empeña en tenernos tras bambalinas, instituciones que no generan datos diferenciados que visibilicen a las mujeres lesbianas y bisexuales, a las personas trans, dependencias con funcionariado público sin capacidad, experiencia y conocimientos, ni siquiera sensibilización para atender a la población LGBT, institutos de las mujeres donde  no se reconoce a las mujeres no heterosexuales, secretarías de salud sin protocolos de salud para población diversa, y un largo etcétera que son sólo la punta del iceberg que demuestra un aparato de Estado incapaz de actualizarse y abrirse a una sociedad que está cada vez más enriquecida por las personas que nos reconocemos parte de la población que disiente de la norma heterosexual que nos han impuesto por siglos. Y sin embargo, aquí estamos, existimos porque resistimos.

No hay candidaturas en ningún nivel que busquen posicionar a mujeres de la diversidad sexual como contendientes a algún cargo público y sí muchos discursos que utilizarán las palabras “derechos”, “igualdad”, “no discriminación”, pero sabedores que quienes dominamos los temas somos quienes hacemos el trabajo de base y nos encontramos entre la población, en las asociaciones y organizaciones, estaremos vigilantes a su discurso vacío para reclamarles en las urnas, lo que por tantos años nos han negado.

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