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viernes, abril 19, 2024

La otra marcha

El fin de semana pasado hubo dos marchas en el país.  La del sábado 4 de mayo pasó prácticamente desapercibida en los medios y en las redes sociales y en mi modesta opinión era la mas importante de las dos.

Ese sábado, en todo el mundo se convocó a una marcha por la ciencia y se estimaba que hubiera marchas o actos afines en unas 500 ciudades de todo el planeta.

La ciencia es una de las bases de nuestro desarrollo como humanos.  Nuestra capacidad de observar, investigar lo observado hasta entenderlo o al menos darle una explicación viable, pasar esa explicación a los demás, transmitir ese conocimiento a otras generaciones y eventualmente aplicarlo o ampliarlo está en casi todo aquello que nos distingue como especie.

Muchos pensamos que la ciencia está en entredicho en nuestro mundo actual y esto es, en mi opinión, al menos en dos sentidos.

El primero y más obvio es el material.  La ciencia ha caído en el juego económico de todo lo demás.  Se cree que debe ser “rentable” en el mismo sentido que es rentable cualquier otro negocio y por lo mismo se invierte poco en ella, sobre todo de fondos públicos.  Entre las aberraciones que podemos contar en este intento por rentabilizar la ciencia está el “publish or perish” (publicar o morir) que en opinión de muchos involucrados llena de paja superflua lo que debería ser conocimiento puro.  Está también el hecho de que muchos gobiernos, como el nuestro, no invierten lo suficiente en investigación y se busca paliar el déficit “vendiendo” el producto de la ciencia o del desarrollo en general a través de lo que llamamos la vinculación de los científicos o la academia con la sociedad.  Sobre este punto alguna vez me expresé largamente, por lo que no entro en detalles. Una de las consecuencias de esta mentalidad mercantil, tan poco científica, es que quienes quieren dedicar su esfuerzo y capacidad a expandir nuestro conocimiento común tienen que dedicar cada vez mas tiempo a actividades relacionadas a la administración o la simple gestión de fondos, y en este último punto entra el hecho de las percepciones de quienes viven en el medio académico y científico están generalmente indexadas a una medida de productividad que tiene que ver con escribir más artículos, dar mas conferencias, etc. Y del dinero para mantener laboratorios, equipos, hacer trabajo de campo y otro largo etcétera mejor ni hablamos.

Con frecuencia pienso qué sería de nuestro mundo si mentes brillantes del pasado, como Newton o Einstein, hubieran tenido que “vender” sus teorías de la gravedad o la relatividad… Tal vez usted no estaría leyendo esto.

Casualmente, en medio de la desilusión que me causó el poco entusiasmo por la marcha del 4 de mayo descubrí que ya hay ciertos grupos que se autonombran Slow Scienceque abogan por darse el tiempo de reflexionar, entender que el descubrimiento, la explicación de los fenómenos o el desarrollo no son programables a una fecha y menos por dinero.  Hay que pensar y asimilar las cosas en cada paso.

El segundo sentido que yo encuentro en la idea de apoyar a la ciencia es devolverle su respetabilidad.  Aunque parece increíble, la ciencia ha sido desacreditada a tal punto en nuestro tiempo por razones que yo sospecho ¡una vez más! son meramente económicas, que asistimos al espectáculo inaudito de que la opinión de algún político o capo de empresa pesa más que la evidencia generada por años de investigación y estudio. Vivimos en una época en que se toman decisiones contrarias a la lógica por razones opacas, económicas o políticas y eso en el mejor de los casos; a veces es por simple capricho o desinformación, generando consecuencias graves como el deterioro del medio ambiente, el calentamiento global o la reaparición de enfermedades que creíamos controladas. Coincidentemente el lunes 6 de mayo se dio a conocer un avance del reporte de 1,500 páginas de la Plataforma Intergubernamental en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) de la ONU sobre el desastre que se cierne sobre nuestra biodiversidad y el planeta en su conjunto. (La nota la publicó Zona Franca aquí).  No es que no lo supiéramos o que nos caiga de sorpresa, es que la ciencia -y sus conclusiones- ya no es tomada en cuenta en el proceso de tomar las decisiones. Así, nos vamos a acabar la naturaleza por la efímera ganancia de un puñado de personas.

La tan publicitada marcha del 5 de mayo fue mas que nada anticipar posiciones para ver como se reparte el pastel entre grupos políticamente antagónicos en algún futuro…  la del día anterior, el 4 de mayo, tenía que ver con la pregunta de si tendremos algún pastel que repartir todavía en el mediano plazo.

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