Más allá de las diferencias políticas que puedan surgir en el marco del proceso electoral y del empeño del Presidente de la República por generar distractores para desviar la atención sobre los desaciertos de su gobierno; lo que a todos nos debe quedar claro es que el enemigo a vencer en este momento, es la pandemia.
El asunto de las medidas precautorias para acotar las mañaneras, por ejemplo, es un tema que está claramente definido en el artículo 134 de la Constitución y que su acatamiento no debería estar a debate.
La exoneración por parte de la Fiscalía General de la República del exsecretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, nos ha llevado días de discusión cuando está claro que no hay disposición del Gobierno Federal para investigar a fondo.
Pero la opinión pública, los medios de comunicación y la oposición caen en la estrategia del Ejecutivo, que teje un manto distractor sobre los problemas reales del país.
Vaya, ya hasta Benito Bodoque apareció en las mañaneras. Andrés Manuel marca la agenda todos los días, no importa que los temas sean insulsos, él les da la dimensión que quiere con tal de llamar la atención.
Y todo eso sucede mientras que la pandemia escala, con miles de muertes y contagios todos los días y los hospitales están saturados -al grado de que abiertamente están rechazando pacientes-, y diez entidades están en semáforo rojo; y frente a los graves tropiezos, lentitud, uso político y retraso en la campaña de vacunación contra el Covid-19.
Israel lleva vacunada a una cuarta parte de su población, en tanto que Biden acaba de anunciar que en los primeros cien días de su gobierno se vacunarán cien millones de estadounidenses. Nosotros no llevamos ni el 1 por ciento de la población inmunizada y, al ritmo que vamos, ni siquiera la población más vulnerable podrá ser cubierta pronto. Lo grave es que, por cada día de retraso, mueren mil personas, según especialistas.
La renuncia, por ejemplo, de Miriam Esther Veras Godoy, jefa de vacunación, ratifica las fallas que se han planteado sobre la campaña de vacunación contra el Covid-19, apenas a 15 días de haber iniciado.
De tal manera que mientras no se reconozca la emergencia nacional que ha generado la pandemia, ligada a los desaciertos y la falta de estrategia; y se ponga la atención debida a la grave crisis de salud, no se logrará conjuntar todo el esfuerzo que se tiene que hacer por parte de todo mundo para combatir en serio la pandemia. Ni tampoco se va a poder componer la economía, la salud, la educación, ni la inseguridad.
Es más, ningún partido ni candidata o candidato, podrán realizar bien y a fondo su campaña electoral porque la pandemia inhibe cualquier acción y porque las personas están enfocadas en cómo sobrevivir y tratar de superar la emergencia de salud y económica que ésta implica.
Así que, el enemigo a vencer es la pandemia, y así lo tendrían que asumir todos los niveles de gobierno, partidos, la clase política, la iniciativa privada y los medios de comunicación.
Y si el problema es de todos, la solución también debería serlo. En este sentido, el Ejecutivo Federal, el Congreso de la Unión y la Suprema Corte de la Nación, como poderes supremos de la República, deberían convocar al Consejo de Salubridad General para replantear la estrategia contra la emergencia sanitaria y a partir de ahí convocar a un acuerdo nacional para dialogar y acordar cómo enfrentar las otras crisis por las que atraviesa nuestro país. La prioridad es salvar vidas y sólo la suma de esfuerzos lo permitirá.
