“¿Qué hay en un nombre?”
William Shakespeare – Romeo y Julieta.
La primera vez que oí hablar de los “Chalecos Amarillos Mexicanos” fue a raíz de una manifestación en León convocada por el desabasto de gasolina en enero de este año. Confieso que no puse mucha atención en el asunto. Después las referencias a ellos se multiplicaron, más apariciones públicas, una pequeña controversia en los medios: una persona que se decía portavoz del grupo mexicano afirmaba que eran una especie de rama de los franceses, cosa que un portavoz de los franceses negaba; ahora parece que siguen activos y de hecho convocan a una manifestación contra el gobierno federal, o mas específicamente contra el presidente López Obrador en los próximos días. Todo esto fue suficiente para picar mi curiosidad o para usar una expresión mas afrancesada: “me puso la pulga en la oreja”.
Las demandas de los “Gilets Jaunes” o chalecos amarillos originales, es decir franceses, están en internet, las leí alguna vez por curiosidad y sin detenerme mucho en el análisis, pero recordaba que me dio la impresión de que este grupo es bastante progresista por lo que me sorprendió que sus contrapartes mexicanas sonaran por demás conservadoras. Decidí releer las demandas y tratar de hacerme una idea más precisa de dónde está cada quién.
Lo primero que observé de la lista de 42 demandas que encontré y que en principio según el movimiento podrían crecer es que hay muchas que son tan específicas a Francia que difícilmente podrían tener un equivalente en nuestro país. De las demás, algunas tal vez se podrían aplicar tal cual y otras al menos son aplicables en espíritu a nuestra realidad. Sin embargo, lo que me llamó la atención aunque no esté dicho explícitamente es que en su mayoría son demandas que podríamos llamar anti-neoliberales. Muchas de ellas buscan revertir los principios de funcionamiento de un sistema económico que se ha aplicado en todo el mundo desde hace mas de treinta años. Sin entrar en largas descripciones hablan de terminar con las privatizaciones, privilegiar a los pequeños comerciantes locales sobre los grandes consorcios o centros comerciales, acabar con las políticas de austeridad, reformar los impuestos para que paguen más los que más ganan, regresar a un sistema de servicios públicos en contraposición a los concesionados (tren, mensajería, escuelas), evitar la precariedad en el empleo causada por los contratos de corto plazo, volver a un sistema de seguridad social único que sea público e igual para todos y un sistema de retiro “socializado y solidario” lo que las actuales “afores” no son de ninguna manera. Lo notable de esto es que justamente López Obrador decretó el fin del neoliberalismo… lo que por supuesto no se termina con una simple declaración, pero parecería un punto de coincidencia con la Presidencia y no de contraposición a ella de los chalecos mexicanos.
En el tema específico de los salarios no solo piden un salario mínimo para todos que sea suficiente, sino que los salarios máximos estén topados en función de este. En números redondos el factor sería de 12 veces el mínimo. En cuanto al salario mínimo, López Obrador rompió con los ridículos aumentos que se habían dado por años. Y mejor ni hablar de sus intentos por limitar lo que ganan los funcionarios públicos… otro punto que en principio debería ser de acuerdo.
Otra demanda es que se reactive el tren para mover mercancías. Esto por supuesto tiene una base ecológica, los trenes son mas sustentables que otros medios de transporte. Una vez mas, con todas las fallas que ha presentado el manejo del proyecto del Tren Maya parecería más un punto de acuerdo que de controversia: trenes sí, pero ¿cómo?
López Obrador le quitó la pensión vitalicia a los ex presidentes en México, con lo cual ya cumplió con una de las demandas de los Gilets Jaunes y si bien es cierto que la gasolina no ha bajado sustancialmente de precio, la parte del IEPS sí ha sido reducida gradualmente. Esto no solo es un demanda sino el origen del conflicto en Francia.
En cuanto a los migrantes la posición de los franceses es de comprensión, apoyo y trato humanitario; al parecer los chalecos mexicanos sacaron consignas contra ellos, o eso se reportó en una marcha en Tijuana.
En mi modesta opinión el único punto en que efectivamente un chaleco francés podría reclamarle al Gobierno Federal Mexicano en el mismo tono que al francés es el de las guarderías. A pesar de que ambos sistemas son bastante diferentes el principio es el mismo: apoyar a las madres y los padres trabajadores dando atención y cuidado a los hijos. En este caso es evidente que la maniobra del gobierno federal para intentar frenar lo que veía como corrupción (y que tal vez lo sea) acabó siendo como el proverbial “matar moscas a cañonazos” y al final pagaron justos por pecadores.
Quitando este último punto, se antojaría que unos chalecos mexicanos afines a los franceses deberían estar apoyando a un presidente que parece estar intentando rectificar el rumbo que le dieron al país los gobiernos anteriores y que lo hace además en consonancia con sus demandas, mucho mas que en contra de ellas, y sin embargo no es así ¿Por qué?
La respuesta fácil se antoja que es simplemente un intento por aprovechar el espacio mediático, la publicidad del movimiento francés, llevar esa agua a otro molino. A más largo plazo, y dado que en Francia este grupo esté planteándose participar con una lista en las elecciones europeas, podríamos pensar que hay alguna intención electoral también aquí. Ya se ha dicho: vivir de la política en México no es una mala vida, y desafortunadamente tenemos otros grupos de imitadores que montados en la fama de otros movimientos supuestamente afines lo han logrado. Después de todo ¿qué hay en un nombre?
Como detalle curioso añado solo que la versión de la lista en la que finalmente me basé por cuestiones de formato y no de contenido, dado que todas eran iguales, la tomé de Le Vénissian, periódico de los Comunistas de Vénissieux… Diría Daniel Viglietti “no digo más.”
