- Publicidad -
jueves, abril 18, 2024

La teta turística

Declaro no tener conflicto de intereses

Cuando nació mi primera hija, sentía la presión “de ser muy buena mamá”.
Aclaro, nadie me lo pedía y quizá ni lo esperaba… pero yo sí.

Así que llevaba a todos lados una pañalera gigante con un tapete (sí, tapete… ríanse), para ponerlo donde la fuera a cambiar de pañal, ropa o tomar una siesta – cuando no bajaba la sillita del carro, claro -.

Varios pañales, toallitas húmedas, pomada anti-rozaduras, gorrito, varios cambios de ropa, ya saben, por si se manchaba, por si se mojaba, por si hacía frío, por si hacía calor, por si llovía y casi casi, hasta por si había un terremoto.

Tenía uno de esos recipientes de plástico con separaciones para la fórmula en polvo y por lo menos un par de biberones (y eso que también daba pecho… sí ríanse otro poco).
Gel antibacterial. Y claro, una mantita delgada y una gruesa por lo que pudiera pasar.

El tiempo pasó y llegó un hijo más, junto con trabajo en dos escuelas y la ocurrencia de estudiar la maestría… ¿pueden imaginar cuántas maletas cargaba la exageradita de mí? Mejor lo dejo a su imaginación…

Para la tercera hija, por fin aprendí a llevar más ligero el día a día. El primer aliado para este fin: mi fular. Desde el momento en el que pude cargarla, sabiendo que estaba protegida de “las inclemencias del tiempo” y, por lo tanto, ya no necesitaba más mantitas ni mantotas, fui feliz.

Aprendí a llevar el número de pañales justo para las horas que estaría fuera, unas cuantas toallitas húmedas, dejé la pomada porque nunca se rozaba. Un solo cambio de ropa y olvidarme de los biberones. Esta chiquita llevó una lactancia exclusiva durante 3 años, 10 meses.

¿Por qué te cuento mi grado de neurosis de primeriza?

Primero que nada, porque sé que habrá más de alguna por ahí manejando ese nivel de angustia innecesario. Además descubrí que todas esas “previsiones exageradas” no me hicieron mejor mamá, sólo una más estresada.

Y dos, porque se avecina un período vacacional donde no hay nada más cómodo, que llevar la “Teta Turística”. Es decir, amamantar mientras se viaja o se visita algún lugar, es lo más práctico del mundo. No tienes que estar lavando, esterilizando, preparando ni transportando nada extra.

En el momento en el que tu bebé tiene hambre, tiene acceso al mejor alimento, sin necesidad de calentarlo, servirlo o alguna cosa extra. Sólo basta poner a su disposición al pecho para remediar su necesidad alimenticia. E igual de útil es en caso de sed y aún más cuando se trata de brindar consuelo ante algún sobresalto resultado de ese encuentro con el mundo que está descubriendo.

Así que sin más, te invito a apropiarte de los aviones, autobuses, parques, museos, centros comerciales, restaurantes, bosques, balnearios, playas, casa de los familiares y todo lugar y decir con contundencia: ¡aquí se AMAmanta!

#PorUnMéxicoSano #AquíseAMAmanta #Normalizandolonatural

Miriam del Toral
Miriam del Toral
WhatsApp para asesoría de lactancia: 477 674 9021. Asesora especializada en Lactancia y Múltiples, Lactivista, columnista, comunicóloga, especialista en Desarrollo Humano y en Facilitación de Grupos. Acompañante Tanatológica. Es fundadora de Maternidad Sustentable, donde se difunde información sobre lactancia materna y crianza respetuosa. Docente en PILU. Colabora en Fuente de Vida, Grupo de Apoyo a la Lactancia y en UPA Tribu.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO