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jueves, abril 25, 2024

La tortuga roja

Recuerdo mucho cuando me preparaba para una ronda de eliminación del CCC.

Siempre quise estudiar cine y la situación en ese momento se veía más que optimista porque me encontraba en una de las últimas etapas. El proyecto en el que me encontraba consistía en preparar una foto secuencia con un tema que la escuela otorgaba de manera sorpresa y a una semana para desarrollar, el tema de ese año fue “naufragio”. Eso me quedó muy marcado porque de inmediato asocié el tema a un asunto depresivo, porque cuando sufres de estados anímicos letárgicos te sientes encapsulado pero de alguna forma sólo tú puedes sacar provecho de la situación.

Eso, aunado a cuestiones como el tiempo y presupuesto me hicieron trazar casi de inmediato la pequeña historia en una secuencia inspirada en La Balsa de la Medusa de Géricault (la máxima exponente en cuanto a pinturas sobre naufragios). Era una mañana perfecta y lluviosa en la Ciudad de México y recuerdo haber estado tan satisfecho con el clima y con mi trabajo que me puse a escribir un poema mientras esperaba mi turno para exponer.

No pasé, pero el poema sigue en mi libreta de trabajo, y es que encuentro el tema de los naufragios como algo hermoso y que desde el inicio el hombre ha planteado en el arte… quizás esta fue la razón por la que me sentí atraído de inmediato a La Tortuga Roja.

La Tortuga Roja es una película que pasó sin pena ni gloria el año pasado, obteniendo una nominación del premio de la Academia a mejor película animada en una categoría que parece siempre ofrecer la estatuilla dorada al proyecto de Disney/Pixar en turno; la de ese año resultó ser Zootopia (), película que me pareció medianamente buena pero que a comparación de las nominadas, era un insulto que obtuviese el premio máximo.

Y es que tampoco entiendo cómo la gente no hace ruido respecto a la película. Una que revive al legendario estudio Gihbli de su silencio de 3 años siendo el primer proyecto dirigido por un extranjero entre películas habitualmente concebidas por japoneses.

Y no cualquier director; porque La Tortuga Roja es el primer largometraje de Michäel Dudok de Wit, el neerlandés que ganó un premio de la Academia por este corto:

https://www.youtube.com/watch?v=usRRDQwOn7g

Es justamente el corto lo que le abrió las puertas de Gihbli a Dudok de Wit, quien conoció personalmente a Hayao Miyazaki y que esperaba una pronta colaboración entre las sensibilidades del director, y las sensibilidades del estudio de animación.

Este día llegó… y de nuevo, nadie hace circo y maroma.

La Tortuga Roja es una película simple: su historia es sobre un hombre que termina náufrago en una isla sin rastro de civilización alguno y con cangrejos como sus fieles compañeros, por lo que decide tratar de salir de la isla a como dé lugar. Se da cuenta de que esta no es una labor fácil porque al intentar zarpar al océano en su pequeña y frágil balsa, en cada ocasión termina siendo presa del mar gracias a una tortuga roja.

Hasta ahí dejo de contar sobre el argumento porque es labor del espectador el descubrirla, y sobre todo deducirla, porque La Tortuga Roja como todos los trabajos del director están abiertos a la interpretación y sensibilidades personales ¿Es acaso el naufragio del humano consecuencia de su falta de confianza? ¿La historia tiene unos tintes de fábula mostrando la relación de lo que nos falta apreciar de la vida? ¿En qué época se traslada? ¿Qué hay con el final?

Dudok de Wit exige paciencia al espectador y lo que ofrece es poesía pura: es una hora con veinte minutos de imágenes preciosas de estilo de acuarela, con personajes que parecen sacados de rotoscopio y una calma como la que no se frecuenta en el cine. Se da su tiempo de desarrollarse sin apuros, mostrando en todo momento aprecio por lo que se captura en pantalla y un humor físico que logra una sonrisa, como una situación de la vida misma.

Hay algo muy particular en las puestas nocturna de la película porque adquieren un tono grisáceo que… a decir verdad nunca había visto en animación.

Y la amo, la amo por sus sensibilidades y estar fuera de lo tradicional, de atreverse a ser un largometraje que tiene enseñanzas de vida y el que jamás se siente pretencioso. La Tortuga Roja es uno de esos tesoros que yacen en la cartelera de cine, escondidos en un cine de verano vulgar y chatarra. Si uno aprecia el cine y quiere una experiencia completamente inmersiva, completamente personal y que mantenga al borde de la lágrima al espectador, esta es la película de esas que salen cada equinoccio, de esas que como el náufrago de su narrativa, esperan a ser valorada por cierto público.

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