Declaro no tener conflicto de intereses.
Un día me dijeron: “no creo que si yo comento o respondo a la publicación de una mamá en el grupo de apoyo virtual, pueda hacer una diferencia en su lactancia…”
En aquel momento, el Fuente de Vida, Grupo de Apoyo a la Lactancia estaba por cumplir su 2º aniversario. Azucena y yo apenas estábamos empezando a planear el festejo cuando me hicieron ese comentario. Una chispa se encendió en mí, no, no, no fue una chispa, una bengala… no, tampoco, todo un castillo de fuegos pirotécnicos. ¡Sentí un enojo/decepción/furia/asombro! ¡Todo junto!
¡No podía creer lo que esta persona me estaba diciendo con tanta soltura!
Esta persona, no sabía que para conmemorar ese aniversario, estaba compilado una serie de testimonios de mamás que participaban en el grupo. Leer esas historias me habían conmovido muchísimo y permitido darme cuenta hasta qué punto este esfuerzo que surgió de una forma tan orgánica, tan natural y desinteresadamente, estaba llegando a tantos hogares y facilitando a tantas mamás a tener la lactancia que deseaban.
Ya con más de 4 años de trabajo de Fuente de Vida, la cantidad de testimonios ha ido en aumento y todos y cada uno han sido muy especiales y valiosos para nosotras. Y es una constante, que lo que esas mamás agradecen sobre todas las cosas, es que HAN TENIDO UNA LACTANCIA ACOMPAÑADA.
Como lo manifiesta Sandra Limón:
“Gracias a Dios, hoy llegamos a una meta que jamás pensaba alcanzar ¡12 meses de LME!
Anoche que vi a mi niño dormirse, sentí ganas de llorar porque hemos pasado de todo: perlas de leche, conductos tapados, obstrucciones, malas caras de algunas personas en mi trabajo, fuego cruzado, miradas morbosas, extracciones en cualquier parte incluso en el funeral de mi padre, en fin… pero nada de eso me ha hecho dar marcha atrás, lactar me ayudó a salir de la depresión postparto y a continuar el vínculo tan estrecho con mi bebé. No sé si el regalo fue para él o para mí, pero me siento feliz, empoderada, a veces cansada, claro.
Poco a poco “me cayó el veinte” de que tenía que despertar y mi instinto de madre primeriza floreció, ¡gracias por tanto! Espero que la vida me dé la oportunidad de que pueda mantener un año más su lactancia, ¡CHICAS SÍ SE PUEDE!”.
Leer palabras así todos los días en el muro del grupo me confirma que haber respondido a esas mamás que hacían la publicación de sus dudas, miedos, logros, desahogos, sí hicieron la diferencia.
Sí le aportaron valor para continuar, para no rendirse, para tener argumentos para defenderse, para encontrar información basada en evidencia que despejara sus incertidumbres, que recibió palabras de consuelo y empatía que le recordaron o ayudaron a identificar sus recursos internos.
Constantemente escucho comentarios de mamás que al ver las publicaciones de otras festejando sus meses de lactancia, o que lograron hacer su banco de leche, etc., las lleva a pensar: “si ellas pudieron, yo también puedo” y ponen manos y corazón a la obra para conseguirlo.
Ahora saben que casi todas las dificultades de la lactancia es posible superarlas si se cuenta con la información y la asesoría oportuna. Y se han ido dando estas “cadenas virtuosas” donde se refiere al grupo o al apoyo de una asesora con las mujeres de su entorno que a su vez se suman para ser: Fuente de Vida.
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