“Algunas “sobrevivientes” no pueden siquiera considerar el amamantamiento, mientras que otras pueden encontrarlo reparador. Incluso otras pueden estar situadas en algún punto entre las dos posiciones. A través del acercamiento a cada madre con suavidad y respeto, nosotras podemos ayudar a las mujeres que desean amamantar a que tengan una experiencia de lactancia positiva”.
*Kathleen Kendall-Tackett. LLL.
Autora de: Breastfeeding and the sexual abuse survivor.
Cuando Kendall-Tackett habla de: “nosotras”, se refiere a las profesionales de la lactancia, a los consultores certificados, a las asesoras de lactancia, a las líderes de la Liga de la Leche. Estas personas que entramos en contacto con la madre en el postparto y que muchas veces somos llamadas por un tema relacionado con el amamantamiento, cuando lo primero que hay que atender, es la salud emocional de la madre.
El nacimiento del bebé y la lactancia en ocasiones son los detonantes para que la mujer recuerde situaciones de abuso sexual que habían quedado por ahí, bloqueadas como mecanismo de defensa para sobrevivir.
Pero, ante la maternidad, se manifiestan demandando ser atendidos (a veces por primera vez). Entonces, como profesionales de la lactancia, debemos tener la capacidad y sensibilidad de percibir ciertos indicios en el comportamiento de la madre, para que reciba la atención que requiere.
Sobre esta sensibilidad y cuidado versó la ponencia de la Dra. Aurelia Flores, IBCLC, en el 4º Congreso ACCLAM, celebrado en el mes de febrero del presente en la ciudad de Mérida, Yucatán.
Hizo énfasis en la importancia de la visibilización y detección de estas situaciones de abuso sexual para brindar el apoyo interdisciplinario que esta madre necesita y que está manifestando a través de dificultades durante la lactancia.
El acto de amamantar para algunas de estas madres, representa la ventana de oportunidad para iniciar un proceso de sanación, principalmente cuando puede ser acompañada de una forma eficiente y empática. Cuando puede compartir esa experiencia traumática sin juicio, con la atención puesta en ella, en su bienestar y en la de su bebé. La consultora o asesora de lactancia no debe pretender realizar ese proceso sola, debe referir a la mamá para que reciba atención psicológica o psiquiátrica si es el caso.
Si la madre y sus síntomas expresan incapacidad de tolerar el contacto del bebé al pecho, dolor al amamantar sin explicación evidente, mastitis no bacterianas (a veces reincidentes), depresión postparto, etc., pueden encontrarse otras formas de hacer una lactancia en diferido (con extracciones y se otorga la leche materna con dedo jeringa, vasito o biberón). Y para el desarrollo del vínculo, otras actividades que permitan la interacción de madre e hijo que no resulte estresante para la primera.
Para estos escenarios, la Dra. Flores sugiere masajes infantiles, yoga con bebé, participar en un grupo de apoyo a la lactancia y por supuesto, que la mamá reciba terapia con un profesional de la salud mental.
No obstante, el mensaje en el que hizo más énfasis hizo la Dra. Aurelia Flores, fue “la importancia de aprender a reconocer el lenguaje no verbal de la mamá que estamos atendiendo, así como replantearnos los paradigmas de una “lactancia exitosa”, la cual no forzosamente implica que sea directa al pecho o sin tropiezos, sino, contemplar todo el abanico de posibilidades que pueden presentarse, buscando siempre el bienestar físico y emocional de la madre y el bebé”.
