Por fin el tribunal electoral emitió su fallo sobre la impugnación presentada por los partidos de izquierda en relación a su solicitud de que se invalidara la elección presidencial.
Por unanimidad de los siete integrantes de dicho tribunal, la resolución fue en el sentido de que los agravios presentados en la impugnación resultaron improcedentes, razón por la cual la elección fue declarada válida y por lo tanto, se le entregó a Enrique Peña Nieto su constancia de presidente electo.
Como era de esperar, Andrés Manuel López Obrador desconoció el resultado y amenaza con repetir la historia de hace seis años al deslizar la posibilidad de la “desobediencia civil” y convocar a sus seguidores a una reunión el próximo domingo nueve en el zócalo del DF, lugar preferido para sus andanzas.
No sería nada raro que ese día se vuelva a poner la banda presidencial y se autonombre presidente legítimo, con lo cual violaría la constitución ya que en nuestro país la reelección está prohibida.
Aunque en esta ocasión el panorama de López Obrador es muy diferente al de hace seis años, ya que para empezar, la diferencia en votos entre el ganador y él fue de mas de tres millones, y en 2006 fue de apenas 230 mil, situación que aunque él no quiera, hace una diferencia abismal entre un caso y otro, lo que dificulta enormemente convencer al público de un posible fraude y de “la compra de cinco millones de votos”.
Y además, entre los militantes de los partidos de izquierda (y en los partidos mismos) se observa claramente que ya no van a seguirlo en cualquier aventura, ya que uno a uno los gobernadores de la izquierda, como el jefe de gobierno del DF se han ido deslindando y han reconocido abiertamente el triunfo de Peña Nieto, además de declarar en varias ocasiones el rechazo a la violencia y el deseo de trabajar institucionalmente con el presidente de la república.
Esto hace que el futuro de López Obrador sea complicado, ya que no sabemos si creará su propio partido, basado en la organización política MORENA, misma que tiene militantes con nombre y apellido en prácticamente todos los municipios del país, lo que pudiera ser su plataforma de arranque para su hipotética tercera candidatura en el 2018.
O si se va a retirar a su rancho, cosa que seguramente ni él mismo se lo creyó, ya que López Obrador es un animal político por naturaleza, lo que hace que difícilmente se cumpla esa amenaza de tranquilidad.
Y es que en verdad AMLO la trae difícil, ya que por ejemplo, el PRD y los otros partidos de izquierda (quizás el PT pudiera ser su último reducto) difícilmente se prestarían otra vez a brindarle su apoyo irrestricto, luego, tenemos la presencia ineludible en la carrera por la candidatura del 2018 a Marcelo Ebrad, así como la posibilidad, dependiendo del papel que realice en el distrito federal, de Miguel Ángel Mancera, lo que haría casi imposible la repetición de AMLO.
Así que no le quedan muchas opciones al tabasqueño, salvo que nuevamente quiera echar por la borda los millones de votos obtenidos y se lance a la aventura de la violencia, bloqueos, manifestaciones, etc., con lo cual le haría un daño prácticamente irreversible a la izquierda del país, vamos a ver que hace este señor.
Además, tenemos la sorpresa (o más bien la interesante decisión de Peña Nieto) del nombramiento de la ex presidenta del PRD y ex jefa de gobierno del DF, Rosario Robles en el equipo de transición del presidente electo, quien seguramente formará parte de su gabinete, lo que representa un abierto guiño a la izquierda, con lo cual podría arrebatarle varias de sus banderas,….. y de sus militantes también, lo que dañaría directamente a la organización insigna de AMLO, es decir, a MORENA.
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