Los políticos, en particular los diputados y senadores hablan mucho de austeridad, transparencia y racionalidad en el gasto, pero como dice el refrán “hágase la voluntad en los bueyes de mi compadre”, ya que esto discurso lo aplican solamente en los presupuestos de las diversas entidades de gobierno, menos en el de ellos mismos.
El pasado martes ocho el congreso de Chiapas aprobó un severo programa de recortes en el gasto de aquella entidad, pero los diputados integrantes del mismo empezaron por ellos mismos, ya que disminuyeron su sueldo en un ¡cincuenta por ciento!, ora sí que, aunque usted no lo crea, con lo cual pusieron el ejemplo no sólo a los funcionarios del gobierno chiapaneco, sino a todo el país.
Y por lo que se ve, van en serio, ya que una reducción tan considerable resulta muy difícil de encubrir de otra manera, como se hace en algunas dependencias donde se anuncia con bombo y platillo que “no habrá aumento de sueldos en este año”, o que tendrán una “reducción del cinco por ciento en los sueldos”, cantidades que con toda facilidad se les compensa a los funcionarios “sacrificados” con bonos y ayudas extras.
Hemos señalado hasta el cansancio que los salarios que se pagan a los funcionarios de cierto nivel en gobierno están completamente fuera de la realidad del mercado laboral, y que año con año se siguen incrementando, con lo cual los puestos públicos son fuertemente codiciados, ya que los beneficiados saben perfectamente que fuera del presupuesto oficial nunca obtendrían esos sueldos (además de las diversas ventajas adicionales que conlleva el ser funcionario).
Y miren que no nos asusta el que un diputado, senador, presidente municipal, gobernador, regidores, etc. ganen cien o doscientos mil pesos mensuales, lo que indigna es que muchos de ellos no lo desquitan ya que no tienen ni la capacidad ni los conocimientos requeridos para el puesto, lo que se traduce automáticamente en un gasto innecesario o no indispensable ya que estas personas no aportan nada a la institución donde trabajan.
Y los diputados chiapanecos no se limitaron a la reducción de sueldos, sino que presentaron todo un programa de reducción de gastos en todo el estado, disminuyendo varios conceptos y eliminando otros, de tal manera que al menos en este 2013 el estado sureño gastará mucho, pero mucho menos que los otros años en muchos conceptos que resultaban onerosos y eran inútiles, o al menos, no indispensables.
Y si bien reconocemos que estas medidas se deben al pésimo estado financiero en que la anterior administración estatal los dejó, no dejan de ser un modelo a seguir por los otros estados de la república, algunos de los cuales están en las mismas circunstancias.
El modelo chiapaneco también debe ser seguido por las entidades que aún no llegan a los extremos de las otras, ya que así evitarán llegar en el corto tiempo a lo mismo que sus vecinos.
Y es que en Chiapas, en lugar de andar mendigando y exigiendo ayudas extraordinarias – como el presidente municipal de Acapulco –, o nuevos préstamos bancarios que no resuelven el problema, sino que tan solo lo aplazan y agravan, decidieron tomar el toro por los cuernos y dejar de gastar, así de sencillo, ¿verdad que no es tan difícil?
Si mal no recuerdo, los diputados del congreso de Guanajuato al aprobar el presupuesto para 2013 señalaron que el gobierno del estado debe presentar en un plazo perentorio un programa de austeridad, ojala y tomen en cuenta lo que se hizo en Chiapas.
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