Por: Amicus DH, A.C.
Los matrimonios entre personas del mismo sexo, el incremento de las uniones libres, la proliferación de los hogares monoparentales, los altos índices de divorcios, la separación de núcleos familiares por fenómenos migratorios, entre otros, han hecho que la figura de “la familia modelo”, compuesta por una mujer y un hombre que contrajeron matrimonio y que decidieron tener hijas e/o hijos, haya quedado superada.
El concepto de familia ha evolucionado para dar paso a la existencia de una gran diversidad de formas de familia o nuevas estructuras familiares, que probablemente no sean tan nuevas pues siempre han estado ahí, pero su reciente reconocimiento y proliferación en las sociedades actuales, provocan que hablemos de la familia desde una nueva perspectiva.
Al respecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Tribunal Internacional con más relevancia en nuestro continente, ha establecido que en los instrumentos legales americanos no se encuentra señalado un concepto cerrado de familia y mucho menos se protege un sólo modelo tradicional de la misma.
Más aún, ha entendido que la imposición de un único modelo de familia puede interpretarse como una violación a los derechos humanos de las personas, en tanto representa una injerencia en su vida privada y su vida familiar, en adición al impacto negativo que tal imposición pueda provocar en el seno de un núcleo familiar. En este orden de ideas, la emisión de una definición que pretenda abarcar cada modelo de familia no es tarea fácil.
Así, por ejemplo, el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, reconoce que los modelos familiares son variables y cambiantes, pues existe una tendencia global hacia una mayor diversidad en el tamaño de las familias, las funciones parentales y las estructuras para la crianza de la niñez. De forma que entiende como familia a la gran variedad de estructuras que pueden ocuparse de la atención, cuidado y desarrollo de las niñas y niños, incluyendo las formas tradicionales y las modernas que conocemos hoy en día.
Por otro lado, desde la perspectiva académica, la familia se ha entendido como el conjunto de personas que están unidas por un lazo legal o de hecho y que tiene como objetivo realizar una vida en comunidad a través de actos solidarios, aunque pueden o no habitar en el mismo lugar.
Ante esta realidad, no pasamos por alto la resistencia que en ciertas sociedades contemporáneas persiste frente al reconocimiento de la diversidad del concepto de familia. Sin embargo, es de destacar que los Estados no pueden utilizar esto como justificación para perpetuar tratos discriminatorios, en el entendido de que el Derecho y los Estados deben ayudar al avance social, pues de lo contrario se correría el grave riesgo de legitimar y consolidar distintas violaciones a los derechos humanos
En consecuencia, el futuro apunta hacia un escenario de diversidad y apertura, en el que la familias se reconozcan unas a otras en un ambiente de manera empática, pues al menos hasta nuestros días, las familias representan todavía los pilares más relevantes en el desarrollo de cada persona.
De forma que para quienes se preocupan preguntándose “¿qué pasará con la familia?”, les podemos ofrecer una sencilla y posible hipótesis: No hay de qué preocuparse, mientras aceptemos que la palabra familias se escribe en plural, todas y todos podremos seguir disfrutando de la base de nuestros núcleos familiares: el amor y el ánimo de vivir en comunidad.
Amicus, “Derechos Humanos por el cambio social”.
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