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viernes, abril 19, 2024

“Pedro y el Capitán”, de Mario Benedetti (1979)

Hoy  platicaré de una obra dramática, que pone en la mesa de debate problemas que han sido eternos: la tortura y la violación de los derechos humanos; que en estos días de gran desasosiego, se han visualizado más, gracias a las redes sociales, que lo hacen patente.

Entre las violaciones de derechos humanos más irracionales, considero que la de obtener confesiones mediante torturas, físicas y/o sicológicas, es la más vil que existe.

Una obra que ha sido llevada infinidad de veces al teatro. Un juego de diálogos que van de lo sutil, hasta la violencia extrema para “arrancar” una confesión.

La he leído al menos tres ocasiones en distintas épocas de mi vida, y siempre he concluido lo mismo: la figura del torturador es la de un ser que aborrece a la sociedad, y que siempre deberá quedar como ganador ante aquellos que le encargan torturar.

¿Qué separa al “El Capitán” de “Pedro”? El asunto es que la tortura, la mayoría de las veces, es por cuestiones políticas, y en este caso, no es la excepción.

Pero pensemos en algo, ¿qué lleva a una persona a torturar, de cualquier forma a otra?, ¿Es una forma de empoderarse de una situación para obtener “beneficios”?, ¿Se debe ser muy fuerte o muy cobarde para hacerlo? Como estás preguntas me surgieron muchas durante la lectura, que además fluye muy rápido. Mantiene la atención concentrada en cada diálogo que surge.

Situada en la época de la dictadura militar uruguaya de los 70´s del Sigo XX (más específicamente entre 1971 y 1985), siempre me ha parecido entre una autobiografía o la confesión de alguien, y que Benedetti supo capitalizar. Me inclino más por la segunda,  conociendo algo de su biografía, siempre con ideas propias de la izquierda latinoamericana, que no siempre fue bien recibida por los EUA, en lo que siempre he llamado “su azotehuela”.

Continuando con la obra, que está dividida en cuatro actos, “Pedro” puede ser cualquier opositor al régimen. Incluso de la propia iglesia católica. Jamás se define al personaje en cuestión. Cada acto, invariablemente va a terminar con una negativa. Así El Capitán, se va devaluando en su calidad de torturador, y va perdiendo terreno, y el torturado, ganándolo irremediablemente.

El final, aunque se puede predecir qué va a suceder, me lleva a repensarnos como seres humanos, cuando infringimos tortura a alguien (de la modalidad que sea desde las bromas “inocentes”, hasta llegar a situaciones extremas de violencia).

Es creer que se gana con una broma, pero lo que hacemos es degradarnos cada día más, a través de esas prácticas.

No deje de leerlo, estimado lector. Es una obra dramática, muy fuerte, pero con mucho sentido para entender las vejaciones que sufre gente que está en esas condiciones.

La próxima semana la recomendación será “Filosofía Nahuatl”, la gran obra del Maestro Miguel León Portilla. Todo un tratado de los aspectos filosóficos de la cultura a la que se enfrentaron los europeos que llegaron en Siglo XVI.

Estimado lector(a), espero su comentario al correo que viene al final del artículo. Después que tenga oportunidad de leer esta pequeña crónica, o mejor, si lee la obra, le solicito me haga favor de honrarme con su opinión, y de esa forma podamos compartir las sensaciones que le provocó esta recomendación.

 

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Luis Humberto Carlín Vargas
Luis Humberto Carlín Vargas
Arqueólogo egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Coordinador General del Proyecto Cultural León Prehispánico (PCPAC). Coordinador Académico de los Diplomados de Arqueología e Historia de México (DAeHM). Ingeniero en Sistemas. Músico. Correo electrónico: luishumberto.carlin@pcleonprehispanico.com

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