Después de haber platicado la semana pasada de Regina, hoy toca el turno al que puede ser el preámbulo de esa novela: Tlacaelel. El título original es Tlacaelel. El azteca entre los aztecas. En ella, Velasco Piña, muestra al gran personaje que fue el Cihuacoatl (Supremo Sacerdote), para la política expansionista del pueblo mexica. Hermano de Moctezuma I y primo de Nezahualcoyotl, rechaza el trono que debería heredar, para ofrecérselo al gran guerrero Moctezuma Ilhuicamina, y así él quedar tras el poder como asesor, no solo de su hermano, sino también del sexto Tlatoani, Axayacatl, el de la máscara de agua (quien consolidó la expansión del imperio mexica), y del octavo Tlatoani, Izcoatl, el espinoso del agua, (el jefe militar más importante del imperio, al que le corresponde la mayor expansión territorial). La historia de Tlacaelel, en la versión de Velasco Piña, es muy, digámoslo así, romántica, pero considero que esa forma de relatar hechos históricos, atrapa al lector.
La fecha aproximada del nacimiento de Tlacaelel es 1398 y su muerte se establece en 1475 o 1480. Velasco relata de forma épica, incluyendo una estrategia militar muy singular, que siguieron los mexicas para derrotar al poder hegemónico de los tepanecas, y de esa forma, en 1426, se hacen del poder y no lo dejan, hasta la llegada de lo europeos. Tlacaelel es impulsor de varias propuestas, entre ellas, la triple alianza, los sacrificios humanos (de los cuales en algún momento decide que ya no son necesarios, pero la gente no acepta esa decisión), las guerras floridas y de otras importantes reformas más.
Tlacaelel, al ser el Cihuacoatl, jamás puede tener un acercamiento carnal con Citlamina, su dualidad; ella siempre estará a su lado en las buenas y en las malas.
Uno de los capítulos que más me conmovió es el del viaje que Tlacaelel decide hacer al Norte, para buscar el lugar mítico del que habrían salido en el Siglo XIII sus ancestros para lograr llegar al lugar prometido por su guía Huitzilopchtli.
La muerte de Moctezuma y de Citlalmina, es motivo de un capítulo. Su hermano y su dualidad, ya no podrán estar en el plano corpóreo.
Los capítulos “La rebelión de los falsos artistas” y “La rebelión de los mercaderes”, se antojan fascinantes. En el primero devela al personaje (ficticio) Tecpatl, que realiza una de los monumentos más importantes del pueblo mexica: La Coatlicue. Dado que los artistas ya se habían conformado con un estilo muy básico, Tlacaelel busca la grandeza de su pueblo a través de la finura de sus obras. En el capítulo de los mercaderes, los tlatelolcas tratan de acceder al poder político a través del poder económico, cosa que desde los inicios de ambas ciudades gemelas, Tenochtitlan y Tlatelolco, se pactó. La primera sería la depositaria del poder político y la segunda, del poder económico y jamás habrían de mezclarse. Esto provoca un disgusto por parte de Mexihco-Tenochtitlan que resuelve el asunto con un bloqueo de un año a la ciudad de Mexihco-Tlatelolco.
Si le interesan los temas del México antiguo, le aseguro que esta novela, le va a impresionar, y sobre todo atrapar para seguir investigando la genealogía de la familia que gobernó durante ciento cincuenta años Mexihco-Tenochtitlan.
Espero su correo, estimado lector(a), después que lo lea, para así compartir las sensaciones que les provocó la recomendación. El correo donde puede escribirme es: arqueolobocarlin@gmail.com
¡Así que, a LEER para CrEcER!
La siguiente entrega será LEONA de la Dra. Celia del Palacio. La inquietante vida de una de las protagonistas del Movimiento de Independencia de 1810
