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jueves, abril 25, 2024

“Tonantzin Guadalupe”, de Miguel León – Portilla (2000 FCE)

El título completo de esta obra del ilustre investigador es: “Tonantzin Guadalupe. Pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el Nican Mopohua”. León – Portilla hace de este texto todo un compendio de sabiduría, que recopila del relato en náhuatl, de las cuatro apariciones a Juan Diego entre el 9 y 12 de diciembre de 1531, de la imagen de la Guadalupana. El relato es llamado Nican Mopohua, algo así como “aquí se cuenta”, en la traducción náhuatl.

El original se publica en 1649, aproximadamente, y la traducción que realiza León – Portilla tiene un carácter totalmente laico, sin pretensiones religiosas; solamente el afán investigativo, y sobre todo, divulgar la literatura indígena, a la que tanto se acercó y estudió. La verdadera intención del insigne investigador, es trascender más allá del ánimo que envuelve todo el asunto de las apariciones y la polémica política que genera todo el tema.

Toda la traducción, que es apoyada por otro fabuloso investigador, el clérigo, Ángel Ma. Garibay; ha sido criticada por muchos por su forma de presentarla en líneas en forma de versos. Para un  servidor, la lectura resulta más fácil de esa forma, ya que se trata de elementos filosóficos, de una tradición que la mayoría desconoce: la Nahuatl.

La vez que tuve acceso a leerlo, a pesar de no desconocer esos pensamientos, me costó trabajo, pero me apoyé en un gran amigo, que estaba muy inmerso en las cuestiones de las tradiciones de este tipo. Diría yo que rayaba en el fundamentalismo o extremismo nahua. Eso me hizo considerar muchas cosas que fui dilucidando en el transcurso de varios años y las consultas rápidas al texto que hoy comento, me ayudaron mucho.

Mi idea en esta ocasión es, tal y como lo fundamenta León – Portilla, solo revisar lo poético, aunque a él no le gusta ese término para ese libro. 

De cualquier manera, no estamos para cuestionar la fe de nadie, en ninguna religión, pero sí para entender ese gran cambio que sufrieron los pobladores del México Antiguo, para que en un lapso muy corto aceptara, como haya sido, una nueva idea de religión, después de haber aceptado durante varios siglos, formas como: Quetzalcoatl, Hueheteotl, Tlaloc, etc., entidades que representaban la fuerzas de la naturaleza que ellos conocían, y que no las concebían como dioses. No hay duda de una religiosidad muy marcada en esos pueblos mesoamericanos.

Muchas veces me cuestiono, cómo es que los que llegaron a lo que hoy es el Continente Americano, gente que estuvo sometida por los musulmanes durante largo tiempo, nunca cambio ni de idioma ni de religión. Sin embargo, tuvieron la habilidad de que, a once años de haber derrotado a los pueblos mesoamericanos, doblegaron sus creencias. Y algo que también me parece curioso fue el lenguaje. Aunque aún usamos palabras provenientes del idioma náhuatl, los recién conquistados, aceptaron el castellano. Y hoy, quinientos años después, se mantiene en uso el idioma castellano y la religión católica. Ellos, los que llegaron, con más de ocho siglos de imposiciones, no se convirtieron al islam ni hablan árabe. Cosas curiosas.

Le recomiendo la lectura completa de este gran libro, y seguramente se preguntará y se aclararán muchas cosas acerca del mito guadalupano. No le vaya a suceder lo que en el S XVII sufrió Servando Teresa de Mier, que por andar renegando del mito que aquí platicamos, le provocó un exilio de varios años, hasta que regresó (arrepentido, según él), solo para imponer varias ideas para llevar al poder al primer presidente constitucional en 1824, Guadalupe Victoria (que por cierto, no se llamaba así, pero eso es otra historia).

Estimado lector(a), espero su comentario al correo que viene al final del artículo. Después que tenga oportunidad de leer esta obra, espero que me escriba y de esa forma podamos compartir las sensaciones que le provocó esta recomendación. 

La siguiente entrega será “Dos crímenes” de Jorge Ibargüengoitia. La historia de una persona perseguida por algo que no cometió. La novela, al puro estilo del gran escritor, es un deleite.

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Luis Humberto Carlín Vargas
Luis Humberto Carlín Vargas
Arqueólogo egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Coordinador General del Proyecto Cultural León Prehispánico (PCPAC). Coordinador Académico de los Diplomados de Arqueología e Historia de México (DAeHM). Ingeniero en Sistemas. Músico. Correo electrónico: luishumberto.carlin@pcleonprehispanico.com

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