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viernes, octubre 4, 2024

Libertad y pandemia

Por: Ruth Sosa Pinzón.

 

La actualización del lazo social en el sentir de sus

miembros solo puede llevarse a cabo mediante la creación

simbólica de un estrés tematizado de manera crónica.

P. Sloterdijk

 

En la soledad de un bote a la deriva, en medio de un calmo lago, un hombre, que venía huyendo de una convulsa situación en su entorno social, se encuentra, por fin, liberado de toda cadena, de toda pesadumbre que oprimía su ser y, por breves instantes, mira de frente su propia subjetividad y con ella el efímero sentimiento de felicidad que solo la verdadera libertad puede ofrecer.

Este hombre, es nada menos Jean Jaques Rousseau, quien en su obra, Ensoñaciones de un paseante, describe esta idílica escena de su vida tras su auto exilio en una pequeña isla en medio del lago Belier, en Suiza, a causa de una persecución por parte del clero quien interpretó algunos pasajes del Emilio como adversos a las ideas que al cristianismo convienen.

¿Podemos imaginar la angustia y el desasosiego de una situación como ésta, o el anhelo por alcanzar, tras vivir desventuras de dichas magnitudes, un estado de imperturbabilidad, de calma y de reencuentro con nosotros mismos? Quizá la anécdota, acontecida en 1765 nos resulta remota e incluso ajena, y ponernos en los zapatos de Rousseau puede resultar un tanto intricado y probablemente a más de uno le parezca incluso ocioso… ¿por qué entonces rememorar este relato?

Por más ajeno que nos parezca, este pasaje nos invita a pensar en elementos tan actuales y fundamentales de nuestra existencia como son la idea, y más aun, la práctica de la libertad; hoy más que nunca, las medidas de aislamiento impuestas por la pandemia que desde hace seis meses (sí, ya son seis meses) sufrimos, nos convocan a replantearnos a qué llamamos libertad, y cómo la ejercemos en el marco del confinamiento impuesto o voluntario y la “nueva normalidad”

La necesidad de poner en suspenso el rumor de todo estímulo externo, reducir al mínimo el impacto que la sociedad ejerce sobre uno mismo y un flujo libre de la conciencia propia, en un contexto de aislamiento físico efectivo, fueron los medios que condujeron a Rousseau al encuentro con esa experiencia única de libertad, que marcó no sólo su vida, sino a toda una generación de poetas y pensadores modernos que vieron en tal experiencia el triunfo de la existencia pura.

Ahora bien, el advenimiento de una pandemia de la magnitud que ya todos conocemos, se da en un contexto peculiar: sociedades superindustrializadas; desmedidamente consumistas e inmersas en el constante flujo de información, eternamente “conectadas”. En los primeros meses de este fatídico 2020, paulatinamente se fue poniendo en pausa la vida de millones de personas, primero fue China, luego Italia y España… y de pronto hombres y mujeres de cada rincón de la Tierra dejaron de vivir de la manera que lo hacían, comenzaron a replegarse en sus hogares, a dejar en abandono entornos de convivencia social e incluso los sagrados recintos de producción económica se vieron paralizados… dejamos de ser “productivos”.

“El coronavirus nos robó nuestra libertad”, se escucha en redes sociales, ¿es entonces que antes de la pandemia éramos libres? cumplir jornadas laborales de cuarenta o más horas por semana con horarios estrictos que ajustamos lo mejor posible para poder solventar otros deberes (menos prioritarios, claro) como la familia y alcanzar a rescatar unas cuantas horas para salir a tomar una cerveza con los amigos, ir al cine con la pareja o derrochar el fruto de todas esas horas de trabajo en una excursión por nuestro mall favorito ¿esto es la libertad? ¿qué es lo que el coronavirus nos robó? ¿qué es lo que dejamos atrás de nuestra vida anterior?

La libertad moderna, la inaugurada por Rousseau, apela ante todo a la experiencia de enfrentarnos con nuestra propia existencia, más allá de “alcanzar resultados”, de “cumplir con deberes” y de cualquier tipo de “reconocimiento social”, es decir, alcanza un estado de despreocupación total. Nada más alejado de la vida del hombre contemporáneo pre-pandemia, inmerso en el infinito círculo vicioso producción-consumo que ha generado una idea de libertad en estrecha relación con el poder adquisitivo… entre más consumo más libre soy, sin recursos económicos no tengo posibilidad de elegir de entre la variadísima gama de bienes y servicios que el mercado tiene dispuesto para mi inmediato consumo… por tanto ¿cómo se puede ser libre?

La libertad surgida del ciclo producción-consumo, tiene inscrito en su ADN una fuerte carga de estrés (que es lo opuesto a la despreocupación), pues para ser productivo ha de dejarse en prenda la tranquilidad y enfocarse en tener el mejor “rendimiento”, para alcanzar las “altas metas” que nuestro trabajo demande, sin dejar de lado el exhibir tales logros y obtener el “reconocimiento social” por las largas horas de esfuerzo, las cuales, podrán redundar en un “ascenso” y por ende más ingresos y así, por fin ganar la anhelada libertad.

Sería absurdo querer retornar a la idea roussoniana del hombre libre, que finalmente lo encuentra en la inacción, es más, en la más genuina inutilidad, que de entrada sólo una selecta élite tendría el lujo de alcanzar, sin embargo ¿será la libertad estresada y consumista la que siga dominando? ¿la pausa forzada de nuestras vidas no nos impele a replantearnos esta idea y práctica de libertad? Y tú ¿a qué forma de libertad aspiras?

Sporadikus
Sporadikus
Esporádico designa algo ocasional sin enlaces ni antecedentes. Viene del latín sporadicos y éste del griego sporadikus que quiere decir disperso. Sporás también significa semilla en griego, pero en ciencia espora designa una célula sin forma ni estructura que no necesitan unirse a otro elemento para formar cigoto y puede separarse de la planta o dividirse reiteradamente hasta crear algo nuevo. Sporadikus está conformado por un grupo de estudiantes y profesores del departamento de filosofía de la UG que busca compartir una voz común alejada del aula y en contacto con aquello efervescente de la realidad íntima o común. Queremos conjuntar letras para formar una pequeña comunidad esporádica, dispersa en temas, enfoques o motivaciones pero que reacciona y resiste ante los hechos del mundo: en esta diversidad cada autor emerge por sí solo y es responsable de lo que aquí se expresa.

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