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viernes, marzo 29, 2024

Los micromachismos

Por: Amicus DH, A.C.

 

Se dice en muchos lugares que el machismo es una cosa del pasado y que al día de hoy la igualdad entre hombres y mujeres ya es una realidad. Es cierto que en muchos ámbitos hay avances para visibilizar y combatir la violencia machista, tales como la tipificación del feminicidio o la creación de otras figuras y protocolos para atender a esta serie de actitudes y estereotipos que mantienen el predominio del poder del hombre sobre la mujer. Sin embargo, aun persisten comportamientos machistas de “baja intensidad” que llamamos “Micromachismos”.

Según Luis Bonino, creador de este término, los micromachismos son conductas cotidianas, tretas de dominación, son comportamientos sutiles y reiterativos que pueden llevarse a cabo incluso sin intención de causar discriminación o subordinación de las mujeres hacia los hombres. El prefijo “micro” fue elegido no por minimizar el impacto que los micromachismos tienen en la sociedad, sino por la sutileza e incluso invisibilidad con que se llevan a cabo en la vida diaria sin que la mayoría, hombres y mujeres, perciban estos comportamientos como machistas.

Al igual que otras conductas en las que no cabe duda que son machistas, como la violencia doméstica, los micromachismos también son abusos realizados sobre las mujeres por el simple hecho de ser mujer, los cuales a su vez perpetúan la idea de que los hombres son superiores a las mujeres. Los micromachismos no son sólo abusos consecuentes de los privilegios masculinos, sino la defensa constante de los mismos.

Un ejemplo de micromachismo son todas aquellas actitudes que se sostienen en la idea de la “mejor capacidad” de las mujeres para llevar a cabo determinadas tareas. Pensemos por ejemplo en las familias en las que se delega a las mujeres y niñas la responsabilidad de los deberes domésticos tales como cocinar, lavar o planchar, o pensemos en nuestras familias ¿quiénes son las personas encargadas de cuidar a los niños, a los enfermos, a los abuelitos o bisabuelos? Si son las mujeres y sostenemos que esto es así porque ellas son “más aptas” para ejercer estas tareas domésticas o cuidados, entonces estaremos cayendo en un micromachismo. Todas las personas, sin importar nuestro sexo, tenemos la misma capacidad de lavar, cocinar, planchar o de cuidar de quienes nos necesitan.

Por otra parte, hay ocasiones en que los micromachismos se disfrazan de normas de educación, o de “beneficios” para las mujeres, siendo que al contrario, perpetúan la idea de que las mujeres dependen de los hombres o de que no son capaces. Al estar en un restaurante un hombre y una mujer, ¿cuántas veces al pedir la cuenta, ésta es otorgada al hombre presente en automático? Esta conducta asume que una mujer no tiene los medios para pagar una comida, asume que es obligación de un hombre hacerlo, y asume además que sería una falta de educación que, estando un hombre y una mujer, no sea el hombre quien pague la cuenta. ¿Cada cuánto escuchamos promociones en bares o antros en los que las mujeres no pagan entrada, o son “beneficiarias” de bebidas gratis? Estas situaciones también son micromachismos, pues consideran que las mujeres no tienen capacidad económica para pagar bebidas en estos lugares.

De esta forma, las y los invitamos a hacer una reflexión respecto de nuestra respuesta ante estas actitudes. Si bien muchas de ellas parecen formar parte de nuestra vida diaria y no “hacer daño” o incluso ser “de buena educación”, debemos detenernos y preguntarnos ¿qué fundamento tiene esta conducta a la que estoy acostumbrada/o? ¿qué efectos tiene este micromachismo en mi entorno? Nombrar a los micromachismos como tales y hacerlos visibles, es un primer paso para detenerlos.

 

 

Amicus, “Derechos Humanos por el cambio social”.
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