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sábado, abril 20, 2024

Los policías son de carne y hueso

Para las personas que ya despuntamos los cincuenta años y más, cuando éramos niños y nos preguntaban ¿qué quieres ser de grande?, era común que respondiéramos: “quiero ser policía” o “quiero ser bombero”, nos imaginábamos persiguiendo y llevando ladrones a la cárcel. Para hacerlo más evidente, materializábamos esta realidad jugando uno de los juegos que más nos entretenían, “policías y ladrones”, con pistolas de dardos o a ligazos gozábamos nuestras corretizas, aunque para no pocos de nosotros, en este juego resultaba más emocionante ser “ladrón” que ser “policía”; ya que el reto de ser perseguido y ocultarse para no ser sorprendido, era mayor que el de formar parte del bando de los “buenos”.

Pero, qué es ser policía en la actualidad y en particular en un estado como Guanajuato, en donde la tasa de homicidios se ha incrementado en un 127 por ciento y que de acuerdo con las estadísticas publicadas en la sexta edición del Índice de Paz México (IPM), el estado de Guanajuato pasó a 53.6 homicidios por cada 100 mil habitantes, el más alto en el país y casi el doble del nivel nacional, que fue 27.2, entrando a la categoría de “extremo” con relación al número de homicidios que se cometen a diario.

La violencia contra los oficiales de policía y los bajos sueldos ha mermado enormemente la motivación de las personas que podrían trabajar en la policía, esto coloca a Guanajuato en un déficit notable, en 2017 se contaba en el estado, con 43.5 agentes por cada 100 mil habitantes, siendo que la media nacional es de 176 por cada 100 mil.

En el estudio IPE, se reconocen los incentivos que el gobierno estatal ha generado, para incorporar a más elementos de seguridad pública, aunque sin éxito debido a la amenaza que representa ser policía con los niveles de violencia que se han desatado.

Ser policía en estos tiempos en nuestro país, es una actividad de altísimo riesgo, pero alguien tiene que hacerla: pasar las pruebas de confianza y estar capacitado para afrontar este desigual reto, de enfrentar grupos de criminales que cuentan con las armas y la ventaja de actuar en el momento en que lo decidan y sin miramientos.

A lo anterior se suma el prejuicio social en contra de los policías, existe la idea de que se trata de personas ignorantes y poco confiables. Hagamos algo mejor al respecto y observemos con más detenimiento y podremos encontrar en  los policías y en los soldados que se encuentran por aquí y por allá, en medio de las calles, en las esquinas y plazas y trasladándose por las carreteras, a seres humanos que como nosotros realizan su trabajo y su esfuerzo para ganar un  salario que tiene para  la mayoría de ellos, el destino de su familia nuclear,  su esposa e hijos.

Hay acciones que son sencillas y muy poderosas, si ustedes y yo tuviéramos que formar parte de las fuerzas de seguridad policiacas o del ejército, nos serían necesarias algunas cosas, para empezar un adecuado adiestramiento y un salario justo, pero también, que cuando nos encontráramos con los ciudadanos, nos miren a los ojos y nos sonrían sinceramente. No me estoy refiriendo a que como participantes en un concurso de belleza o como políticos candidatos a ocupar puestos de gobierno, disparemos sonrisas convenencieras hacia un lado y otro, ese tipo de gestos forzados ponen en riesgo a quien los practica de quedarse con una parálisis facial, lo que planteo es la  posibilidad real de detenernos un par de segundos y dimensionar que ese ser humano vestido de azul o verde oliva, tiene un valioso sentido de servicio, enfrenta su miedo y lucha día a día por hacer su labor, y que uno de los grandes errores de juicio que podemos hacer, es generalizar considerando que por la participación  de algunos policías y soldados con el crimen, tenemos que desconfiar del resto.

A la par de la inseguridad se ha desatado la paranoia, el miedo a que algo catastrófico pueda sucedernos nos lleva a escenarios desproporcionados, en donde por cada evento de violencia, asalto y secuestro que nos enteramos, nos imaginamos y repetimos en nuestra mente decenas de veces las escenas de angustia y pensamos que pueden sucedernos a nosotros o a alguien cercano y peor aún si es que nos ha tocado en carne propia.

No estoy diciendo que estos sean tiempos para suponer que estamos exentos de que algún evento de inseguridad podamos vivir, de hecho, en ningún momento en la historia de la humanidad podemos afirmar que se haya podido estar con exceso de seguridad.

Vivir implica un riesgo, que se hace mayor cuando no somos conscientes de lo que está pasando en nuestro momento presente, tal como es, pensar paranoicamente nos conduce a vivir con angustia, y vivir distraídamente nos pone en riesgo al dejar de ver incluso el hoyo en el pavimento que está frente a nuestros pies, y en ambos casos nos perdemos de la maravilla de darnos cuenta de estar vivos, respirar, ver, oír, oler, saborear y relacionarnos.

Ricardo Solórzano Zínser
Ricardo Solórzano Zínser
Psicólogo egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, con estudios de Maestría en Psicoterapia Gestalt en el Instituto de Terapia Gestalt Región Occidente. Se dedica a la atención psicoterapeutica, es facilitador de proceso de desarrollo humano en instituciones gubernamentales, no gubernamentales y docente en el Departamento de Educación de la Universidad de Guanajuato impartiendo en la Maestría en Desarrollo Docente, y en el Departamento de Matemáticas de esta misma institución.

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