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viernes, abril 19, 2024

María Antonieta Valeria Rivas-Mercado Castellanos

El domingo 24 de abril de 2016, mujeres y hombres salieron a poner en alto su voz en contra de la violencia hacia la mujer. A decirles a nuestros servidores públicos que volteen a revisar el problema más a profundidad. Que realmente se haga justicia a favor de ese gran flagelo que nos provoca tanta indignación y que en la mayoría de los ocasiones es producido por familiares cercanos, o en el caso más absurdo, por los servidores a los que les pagamos un sueldo para que nos protejan a nosotros los mexicanos y a los visitantes que llegan de otras latitudes. Es por eso que hoy, 28 de abril de 2016, a 4 días de ese suceso nacional que, como suele ocurrir, se le trató de minimizar en la mayoría de los medios, quiero manifestarme a través de este tributo escrito, a una gran mujer mexicana, que como muchas también sufrió de violencia de género por su esposo. Sabemos que ese tipo de violencia no respeta posiciones sociales, y es muy generalizado en el planeta.

INTRODUCCIÓN

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María Antonieta, mujer que ha sido historia, mito, ejemplo y ayuda para muchos de los valores que hoy conocemos en la literatura, la música, el teatro y en general en al ámbito cultural de México. A pesar de haber existido otras mujeres que vivieron esa década de los 20’s del Siglo XX de forma muy intensa y a las cuales se les ha dado mucho más presencia que a ella, considero que el impulso que ejerció María Antonieta a la cultura, fue más significativo que el de aquellas mujeres de su época.

A 116 años de su natalicio (el 28 de abril de 1900), a la par de un nuevo siglo, nace María Antonieta Valeria Rivas-Mercado Castellanos, en el seno de una familia que había escalado los peldaños y estaba encumbrada gracias al brillante trabajo del Arquitecto Antonio Rivas Mercado, su padre, quien fue el arquitecto preferido de Porfirio Díaz en las últimas dos décadas de su mandato, y que a pesar de lo que se piense, este gran arquitecto no coincidía con las ideas políticas de Don Porfirio. Como muestra del trabajo de Don Antonio, extraordinario intelectual de la época, tenemos las siguientes obras, entre otras: La Columna de la Independencia, el Edificio de los Ferrocarriles y la última etapa del Teatro Juárez en Guanajuato.

MARÍA ANTONIETA

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Antonieta, la mujer y el mito, ha sido tema de libros, biografías, recopilaciones de sus textos íntimos y no tan íntimos, la película Antonieta en los 80’s, la obra teatral de Juan Tovar El Destierro, y de un coreodrama homenaje llamado “La vida hecha pasión: La Antorcha, Hija del Ángel” en el año de 1999 realizado por el Ballet Teatro del Espacio en el Teatro de las Bellas Artes en la Ciudad de México, y al que tuve la fortuna de asistir. En este espectáculo, y por separado, también se homenajeó al gran bailarín Rudolf Nureyev.

Desde el momento que leí el libro biográfico que escribiera su nuera, Kathryn Skidmore Blair “A la sombra del Ángel”, me impactó sobre manera la forma en que Antonieta se entregaba en todos y cada uno de los actos de su vida. Hace tiempo que nació en mí la idea de conocer más a fondo la vida de Antonieta, no sólo volví a releer ese libro, sino tuve que leer otros más que están relacionados directamente con ella o con las personas con las que tuvo algún contacto. Al final quedan resueltas muchas de las dudas que surgieron de aquella primera lectura, pero se presentan otras más que serán motivo para seguir investigando.

Antonieta es de las mujeres mexicanas que no necesitan el apellido para poder saber de quién se está hablando. Su biografía debería ser lectura fundamental para todas y cada una de las mujeres de nuestro país.

Bailarina de ballet, pianista, escritora, editora, artista de teatro, hablante de por lo menos cinco idiomas (inglés, francés, italiano, latín y por supuesto español), traductora de obras literarias muy importantes, promotora de la cultura mexicana dentro y fuera de México, mujer muy culta y sin prejuicios, y que para las décadas en que floreció, no estaba dentro de los cánones del género femenino. Esto fue el detonador para muchas de las actividades que se propuso, y en las que triunfó, realzando el nivel artístico, literario, político y filosófico de nuestro país: La Orquesta Sinfónica de México bajo la batuta del Maestro Carlos Chávez (hoy Orquesta Sinfónica Nacional) fue promovida por ella; fue cofundadora del famoso Teatro Ulises; ideó programas para la SEP con un profundo sentido de la cultura; salones literarios; teatro experimental; estimuló una gran corriente plástica y literaria, entre otras tantas cosas.

Amiga cercana y promotora de escritores de la talla de Xavier Villaurrutia, Andrés Henestrosa, Salvador Novo, Federico García Lorca (a quién le tradujo al inglés muchas de sus obras) y de pintores como Diego Rivera, José Clemente Orozco, Manuel Rodríguez Lozano, Abraham Ángel, Julio Castellanos, y de músicos, entre los que destaca Carlos Chávez. Estuvo muy cerca de José Vasconcelos durante la campaña presidencial de éste en 1928, y tuvo una relación amorosa con él.

Pero esa relación no fue la única. Poco antes de cumplir los 18 años, contrajo matrimonio con Donald Blair, un inglés radicado en los EU, compañero de estudios y muy amigo de los Madero (Julio y Raúl, hermanos de Francisco). Blair creció con una educación muy conservadora, totalmente dispar a las ideas de Antonieta, lo que causó graves problemas en el matrimonio. De ese matrimonio nació su único hijo llamado Antonio Blair Rivas-Mercado (aunque intentaron una segunda ocasión tener un hijo, no lo lograron).

Hubo otra relación muy intensa con el pintor Manuel Rodríguez Lozano. Rodríguez Lozano, quien estaba casado con Carmen Mondragón (pintora, llamada por el Dr. Atl, Nahui Ollín). Carmen era hija de Manuel Mondragón (uno de los cerebros conspiradores, quien junto con Bernardo Reyes, Félix Díaz, Victoriano Huerta y el embajador de los USA Henry Lane Wilson, concretaron una de las peores traiciones en México: derrocar a Francisco I. Madero). Se dice que Carmen asesinó a su hijo al poco tiempo de nacer y fue una de las causas de la separación con Manuel Rodríguez Lozano, del que también se ha comentado su tendencia homosexual, algo que no está comprobado.

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Rodríguez Lozano, pintor que impactó mucho a Antonieta, no tanto por su obra pictórica, sino por lo que en sus cartas se percibe, y que es algo muy superior a un amor carnal, al simple contacto físico, a lo banal y mundano. Eso que poca gente puede experimentar y que nuestros antepasados mexicas lo visualizaban como el Omeyohcan. El lugar donde solo existe la dualidad.

CUATRO ETAPAS

Me tomaré el atrevimiento de dividir en cuatro etapas de la vida de Antonieta, después de la investigación que realicé.

La primera se le puede llamar “Infancia Feliz” y abarca de 1900 a 1911. La segunda “La Revolución (Cisma y consolidación del carácter)” que abarca de 1912 a 1922, la tercera de 1923 a 1929, “La Madurez Cultural” y por último, “La Decadencia”, 1929 a 1931.

Infancia feliz. 1900 – 1911

Como ya se aclaró, Antonieta nace en el seno de una familia de envidiables posibilidades económicas, muy cercana a la elite porfirista. Es la segunda hija del matrimonio de Antonio Rivas Mercado y Cristina Matilde Castellanos Haff. Esta pareja procreó 4 hijos en total: Alicia, Antonieta, Mario y Amelia.

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Alicia y Antonieta son educadas en la propia mansión por institutrices. En ambas Rivas Mercado se percibe un sentido muy distinto de percibir la vida, algo que en un momento de sus vidas adultas las enfrentará.

Para 1909, un año antes del primer centenario de la Independencia de México, Don Antonio hace un viaje a Europa por encargo del gobierno de Porfirio Díaz para dirigir y supervisar la fundición de las piezas que iba a lucir la Columna de la Independencia. A este viaje lleva a dos de sus hijas: Alicia y Antonieta. Este viaje cambiará radicalmente a Antonieta que siempre tuvo como segundo hogar a Francia. Nace en México, muere en Francia.

Ahí, en París, es donde, a través de una prestigiada academia en donde estudia, se conocen sus dotes de bailarina de danza clásica, y los que, al regresar a México, no continúa por falta de gente experimentada en ese campo. Esto no detiene a Antonieta que sigue con sus estudios de danza folclórica.

La nota con la que termina esta etapa feliz es que sus padres se separan. El argumento es que su madre va a un viaje con su hija Alicia por Europa. El verdadero motivo es otro, de esa forma no se hace pública la separación del matrimonio. Y así, Matilde Castellanos va tras un amante causante de la separación. La otra intención es casar a su hija Alicia.

La Revolución (Cisma y consolidación del carácter) 1912 – 1922

Antonieta siempre sufrió el rechazo de su madre. Al irse su madre y su hermana, ella queda como la Primera Dama en casa, algo que la hace madurar muchísimo. Su padre, siempre complaciente, aunque moralmente muy recto, la pone al cargo de muchas cosas en casa, entre ellas la despensa y otros rubros económicos.

La revolución ya había estallado y la lucha por el poder era cruel (Madero, Huerta, Zapata, Carranza, Villa, Obregón, etc), por lo que muchos años de su vida, Antonieta no pudo ver otra cosa que no fuera su casa, en ocasiones escondida junto con sus hermanos pequeños y la servidumbre en el sótano para evitar incidentes con las huestes de los diferentes ejércitos que se posesionaban de la Ciudad de México y de las casas cercanas a la de su familia.

Al estabilizarse un poco el país, conoce a Donald Blair, y poco antes de cumplir los 18 años contrae matrimonio, a pesar de que Don Antonio no estaba muy de acuerdo.

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Dos años después, en 1920, año que nace el pequeño Antoñico, han vivido en la casa de Los Rivas Mercado en la calle de Héroes 45, colonia Guerrero. Los negocios de su esposo (manejaba ranchos de los Madero en el norte de México), los llevan a esos rumbos y la monotonía de su vida en ese lugar alejado complica su situación marital. Donald Blair llega a los extremos y quema la biblioteca de Antonieta con el argumento de que las ideas “liberales” de ella provenían de esa fuente. Una enfermedad del pequeño Antonio hace que Antonieta tome la decisión de regresar a México sin consultar con su esposo. Esta travesía es toda una aventura que se relata detalladamente en algunos de los libros consultados.

Al regresar a México, su padre la toma a ella y al nieto bajo su protección y no permite que Balir pueda llevárselos. Blair acepta, no de buen gusto, pero lo hace y se pone a trabajar en un proyecto muy grande, la traza, urbanización y venta de un nuevo fraccionamiento: Chapultepec Heights o Las Lomas de Chapultepec. Los nombres de las calles y avenidas de esa colonia (Monte Arafat, Montes Pirineos, Virreyes, etc.) son idea de María Antonieta, quien fue la que los bautizó.

A pesar de haber una tregua esposa-esposo, las cosas no se veían muy bien y así permanecen hasta la siguiente parte de esta historia.

La Madurez Cultural 1923-1929

Don Antonio decide emprender un nuevo viaje a Europa con la familia, incluso Matilde, su esposa, aunque ella va por separado. En esta ocasión viaja Antonieta y su hijo Antonio, Amelia y Mario. No viaja Blair, que permanece en México con el pretexto del fraccionamiento. Para Antonieta es un respiro, ya que la tregua de pareja se había visto afectada por las frecuentes salidas de Antonieta y los incipientes celos de Donald Blair.

El viaje se había previsto para un año, pero se prolonga tres, dándole a Antonieta oportunidad de conocer más a fondo literatura, teatro, etc. Es en esa época que se dedica a aprender italiano y latín.

Regresan en 1926, debido a que su padre empieza a tener problemas de salud. Don Antonio fallece el 3 de enero de 1927 y es un golpe tremendo para la familia, especialmente para Antonieta.

Los problemas legales se hacen presentes y Antonieta entra en una etapa muy difícil, ya que era la albacea de sus hermanos.

Antonieta nunca pierde la visión acerca del ámbito cultural y entonces, para distraerse, se deja envolver en una y otra aventura de ese tipo, hasta que con otros intelectuales fundan el Teatro Ulises, que presentaba obras teatrales muy por encima de los estándares de lo que en esa época se acostumbraba. Es en ese tiempo que conoce a Manuel Rodríguez Lozano.

También en ese tiempo es que conoce, por intervención de Andrés Henestrosa, a José Vasconcelos, candidato opositor del PNR (el partido en el poder). Coopera en su campaña económicamente, pero también se entrega en cuerpo y alma, haciéndole muchos de los discursos de campaña a Vasconcelos, acompañándole en su gira, y por último siendo su amante.

La popularidad de Vasconcelos crece de tal forma que la represión en contra de sus mítines fue muy cruenta y culminó con un fraude electoral muy severo. Antonieta, antes de las elecciones, huye a los EU, a Nueva York, donde se encuentra con muchos de los personajes de la cultura de México, y convive con ellos. Parte de su fortuna se ha esfumado y tiene que sobrevivir con medios muy escasos, escribiendo, traduciendo, siendo promotora, etc.

La Decadencia 1929-1931

Las decadencias, casi siempre, están marcadas por algún desenlace fatal. Y este caso no podría ser la excepción, sobre todo por el fatalismo que rodeo la vida de Antonieta: La muerte espectacular de su queridísima tía Juana Rivas (esposa de Ignacio Torres Adalid); el suicidio de su prima Graciela, La Beba, con quien tenía un vínculo muy cercano (de muy jóvenes hicieron un pacto que sellaron con sangre); la caída que sufrió su hermano a los siete años desde 4 metros de altura, sin consecuencias; la pérdida de un segundo hijo; la traición de su madre para con su padre, etc.

Antes de las elecciones en la que Vasconcelos participó y perdió, Antonieta abandonó México con rumbo a Nueva York. Y como ya se explicó antes, ahí se autoexilia y comienza una época muy difícil para ella. Esos últimos años están rodeados de un dolor muy intenso, y se nota en sus cartas y artículos. Las crisis nerviosas estaban haciendo estragos en la persona de Antonieta. Su divorcio de Blair, la custodia de su hijo, la situación económica tan precaria por la que pasaba, la pérdida de muchos de sus bienes, estar lejos de México y Francia.

En un momento, no se sabe si de lucidez o de otro estado, decide regresar a México para llevarse, de forma clandestina, a su hijo Antonio a Francia.

Se va a radicar a Burdeos, Francia, en condiciones mucho más precarias que las que vivió ella en Nueva York, arrastrando en esta ocasión a su hijo Antonio.

Estando en ese sitio, tiene correspondencia con Vasconcelos, pero también con Manuel Rodríguez Lozano. El primero, Vasconcelos, insiste en verla para que sea ella la directora de una nueva publicación que él tiene en mente: “La Antorcha”, pero también con la idea de reanudar el romance que tuvieron. Con el segundo, las cartas, desde su estancia en Nueva York, están cargadas de súplicas para que se encuentren en NY o en París y puedan establecerse juntos en alguno de esos lugares, con el pretexto de dar a conocer la obra de Rodríguez Lozano. Rodríguez Lozano jamás aceptó la propuesta.

De Burdeos viaja a París para entrevistarse con Vasconcelos quien propone lo de la revista. Durante esos días planea suicidarse. El plan es que a su hijo lo recoja en Burdeos el cónsul mexicano después del suicidio. Durante el desayuno con Vasconcelos, en un momento de distracción de éste, ella se introduce a la habitación de él y extrae el revólver que desde las épocas de campaña cargaba Vasconcelos.

El suicidio

Así, la mañana del 11 de febrero de 1931, Antonieta se encamina a la Catedral de Notre Dame, con un revólver y dispuesta a suicidarse. La verdad es que esa última carta, o Epílogo como lo apunta Isaac Rojas Rosillo en su libro, resulta muy emotivo. Incluyo aquí una parte mínima.

“Terminaré mirando a Jesús; frente a su imagen, crucificado… Ya tengo apartado el sitio, en una banca que mira al altar del Crucificado, en Notre Dame. Me sentaré para tener la fuerza para disparar”

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Este suicidio es el principio de un mito, que me ha dado la oportunidad de acercarme a la vida de una mujer de una belleza mística y de un valor intelectual y cultural innegable. Este artículo es realmente una parte mínima y muy condensada de la vida de María Antonieta, dejo la lista de la bibliografía consultada. Podría haber citado y citado algunos pasajes de la vida de Antonieta, pero aseguro que me hubiera extendido muchísimo, así que por el momento solamente incluiré unos párrafos de la introducción del libro de Fabienne Bradu:

“Su exceso de dotes y sus veleidades de carácter la llevaron a redactar su vida como una sucesión de capítulos. Cada vez que abría uno nuevo, tenía la ilusión de que su vida se desarrollaría en línea recta hasta alcanzar la realización de una vocación o de un amor. No encontró su `camino de perfección´ y solo en la mente pensó que hallaría lo más irremplazable de su ser……. después de disipar las nieblas del mito, encontré a una persona entrañable con la que establecí vicaria amistad hecha admiración, pero también de discusiones y desacuerdos. De ahí que haya terminado este libro con melancolía…”

“De niña, dio muestras de una sensibilidad que no era únicamente el resultado de este trato continuo con artistas. Era una niña dotada, despierta, inteligente. Su padre fue el primero, y tal vez el único, en reparar en esto; el primero en advertir ciertas dotes que se manifestaban en ella como una segunda naturaleza” (p.30)

 “Antonieta se subía al león que custodia el pedestal de la columna y cabalgaba de México a París. Se parecía tanto a los pequeños leones que adornaban la escalera de la casa de Héroes que imaginaba eran de la misma familia. Como si un poco de la casa se hubiera ido a la glorieta del Pase de la Reforma. Ya grande, al cruzar la ciudad, se fijará en algún edificio hecho por su padre que le recordará un detalle del ambiente familiar y habrá de significarle un regreso a la infancia y la impresión de que la ciudad se construyó, de alguna manera íntima, a imagen y semejanza de su propia casa” (P.43) 

“No sentía atracción hacia la vida mundana, ese enrejado de cortesías e hipocresías, de sedas y organdíes, de sonrisas forzadas hasta que dolieran las mejillas” (P.44)

“En Antonieta, la separación, provocó la habitual y encontrada mezcla de sentimientos: un gran dolor cada vez que pensaba la partida de su madre como un abandono; un rencor duradero hacia ella y cuyo germen ya estaba en los continuos conflictos que las oponían; y cierto regocijo al darse cuenta de que, a causa de las circunstancias, se había convertido en la dueña y señora de la casa de Héroes. No solamente la madre era la que se derrumbaba, sino que como en un juego de bolos, en un solo tiro, desaparecía del panorama también Alicia, su hermana. Antonieta se descubrió, de un día para otro, la primogénita de lo que quedaba de la familia de la casa de Héroes, su ama y señora y también-y esto es lo más importante-, en la mujer más cercana al padre en el orden de aparición del reparto de los afectos.”(P.51)

“Antonieta se apoderó del nuevo papel… Su aprendizaje consistió en llevar las cuentas de la casa: una contabilidad que no era tarea menor… La contraparte de las responsabilidades eran la libertad y la independencia de Antonieta que iba ganando en este nuevo acomodo de la vida familiar… Todos se subordinaban ante esta damita precoz a la que todavía le llevará algunos años experimentar la resistencia o la franca oposición de sus designios. Tiempo después escribiría Antonieta: ‘Es una mala costumbre adquirida el que lo traten a uno excepcionalmente bien” (P.52)

“Tomaba clases de piano en el conservatorio y clases particulares de literatura con el mítico Erasmo Castellanos Quinto. Fue en esa época de la adolescencia, entre 1915 y 1917, cuando se lanzó en cuerpo y alma a la filosofía. Era una filosofía un poco ecléctica que lo mismo atendía a Schopenhauer que al espiritismo” (P.53)

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Blair, Kathryn. A la sombra del Ángel. México 1998, Alianza Editorial.

Bradu, Fabienne. Antonieta (1900-1931). México, 2004, Fondo de Cultura Económica.

Henestrosa, Andrés. María Antonieta Rivas Mercado. México 1999, Miguel Ángel Porrúa.

Kandel, Jonathan. La capital. La historia de la Ciudad de México. s/a, Javier Vergara Editor.

Rivas Mercado, Antonieta. 87 cartas de amor y otros papeles. Correspondencia y escritos ordenados, revisados y anotados por Isaac Rojas Rosillo, México 1984, Universidad Veracruzana.
—————–, La campaña de Vasconcelos, México, 1985, Editorial Oasis

Rodríguez Lozano, Manuel. Pensamiento y pintura, México 1960, UNAM

Schneider, Luis Mario. Obras completas de Antonieta Rivas Mercado. México 1987, SEP, Número 93 serie lecturas mexicanas.

Tello Díaz, Carlos. El exilio. Un relato de familia. México 1994, Cal y Arena.

Vasconcelos, José. La flama, Los de arriba de la Revolución. Historia y tragedia, México 1959, Compañía Editorial Continental S.A.
—————–, Memorias, I y II, México 1982, Fondo de Cultura Económica
—————–, Páginas escogidas, México 1940, selección y prólogo de Antonio Castro Leal, Editorial Botas.
—————–, El Proconsulado, México 1998, Trillas (Linterna Mágica; 29)

Luis Humberto Carlín Vargas
Luis Humberto Carlín Vargas
Arqueólogo egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Coordinador General del Proyecto Cultural León Prehispánico (PCPAC). Coordinador Académico de los Diplomados de Arqueología e Historia de México (DAeHM). Ingeniero en Sistemas. Músico. Correo electrónico: luishumberto.carlin@pcleonprehispanico.com

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