Me queda por demás claro la intolerable violencia que se vive contra las mujeres en nuestro país.
Desgraciadamente hoy ser mujer en nuestro país pareciera tener a cuestas un hándicap en contra, pues no existen aún, las condiciones para que las mujeres puedan vivir una vida libre de violencia y en igualdad de oportunidades que los hombres. ¡Es urgente lograr el equilibrio y la no violencia!
Sólo para dimensionar el tamaño del flagelo, el INEGI estima que más de 30 millones de mujeres en nuestro país han sufrido algún tipo de violencia de género y faltaría contar la desigualdad que se vive en el día a día.
1 de cada 3 mujeres en nuestro país ha sufrido algún tipo de violencia sexual y se estima en 9 el número de mujeres que mueren al día en México por el tipo de violencia más extrema contra ellas.
El problema se agudiza en virtud de que, en México las Instituciones de procuración e impartición de justicia, han comprobado una cosa: no sirven, no protegen y no confiamos en ellas. Una mujer víctima de violencia de género es más que probable que resulte revictimizada antes que salir con la justicia a cuestas.
Lo anterior, además de afectar terriblemente a las mujeres, también tiene otra consecuencia igual de grave: el crecimiento exponencial de la cifra negra. Es decir, la no denuncia y el desapego a las Instituciones en la materia.
En virtud de ello, en nuestro país se han adoptado movimientos acuñados en otros lares, tal como #MeToo movimiento comenzado por Tarana Burke, una activista social que buscaba visibilizar los abusos sexuales cometidos contra las mujeres de raza negra. #MeToo fue ralentizado por estrellas de Hollywood para que a través de dicho hashtag hacer denuncias por acoso sexual de que hubieran sido objeto.
A partir de ello, en México grupos de mujeres impulsaron este movimiento.
En lo particular, mi formación y mi propia convicción me hacen apoyar sin reservas cualquier movimiento que apoye a las mujeres y que plante cara a los hombres abusadores y acosadores. Me queda claro que en nuestro país las mujeres tienen muy pocas posibilidades de obtener justicia a lo que viven día tras día.
Entiendo que una ruta a explotar son las redes sociales. Resulta tentadora la posibilidad de realizar una denuncia a través de la protección que suponen las redes. No hay careos, no hay autoridades revitimizantes, no hay Instituciones corruptas. ¡Sólo hay una denuncia frontal y directa!
El problema estriba en que no se trata de hacer juicios sumarios. Nuestra legislación contempla la presunción de inocencia y si bien es cierto también garantías para la víctima y que rara vez se cumplen como deberían, ese no debe ser excusa para que las redes se conviertan en la Santa Inquisición.
Asumo que presentar una denuncia anónima sobretodo en estos temas, resulta tentador, e igualmente me queda claro que él que una mujer violentada dé su nombre y apellidos, las expondría aun escarnio publico que no debe suceder. Pero también creo firmemente que dar la cara resulta indispensable para darle veracidad a las imputaciones.
Moverse en las sombras del anonimato se puede prestar a injusticias y a consecuencias no deseables.
En días pasados Armando Vega integrante del grupo Botellita de Jerez, se quitó la vida luego de una denuncia anónima. No es asunto de ninguno de nosotros determinar si lo señalado por la mujer es verdad o no, o si el rechazo a las imputaciones por parte de Armando Vega sean verdaderas o no. Eso le corresponde a las Instituciones.
Pero si estoy seguro de algo, a nosotros como comunidad nos toca visibilizar la violencia contra las mujeres y apoyarlas siempre. Nos toca también educar a nuestros hijos varones en los valores y el respeto como vértice de esa educación. Nos toca también enseñar a nuestras hijas la fuerza que tienen para hacerse escuchar, levarse y no dejarse.
Y nos toca por supuesto, exigir a nuestras autoridades las garantías de que su trabajo al frente de las Instituciones será digno, justo y apegado a derecho.
