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miércoles, abril 23, 2025

Mitote covidero

-“¡No existe!”

Esa es la expresión popular más extendida entre nosotros. Por eso lo rejego para cuidarse y, menos, cuidar al prójimo: ¿qué es de mí? Estos tiempos nos han encuerado. Nos vemos tales cuales somos. Y, en realidad, nadie debiera sorprenderse, somos el lobo del hombre desde que aparecimos en la tierra. Y con nosotros, las enfermedades.

A nuestra estupidez la queremos capotear con algo de maña y hasta conocimientos, por eso hacemos cosas maravillosas, pero parece que siempre nos gana la tontería humana. Nos encanta el vicio, eso que hizo fuertes a las religiones que intentan domarnos y lo mismo que enriquece a las mafias. Total, siempre tropezamos con la misma piedra.

Sabiéndolo, los ilustrados inventaron dos cosas: la Ley y el Estado. Con esos instrumentos nos controlamos, más o menos. Las normas sirven para ponerle límites a nuestra naturaleza conflictiva; a las instituciones se les encarga atender los asuntos que nos son comunes: seguridad en primerísimo lugar para no agredirnos, salud y así la política, la que sirve para ponernos de acuerdo entre la enorme diversidad que somos. Y fallamos.

Nuestro problema es que no tenemos costumbre mexicana de cumplir la Ley, y a las instituciones del Estado las detestamos, tanto que hasta los que las encabezan son extraños a cualquier mortal. Y esos que se hacen del poder realizan todo lo que no debiéramos y, por tanto, todos hacemos lo que nos viene en gana, aunque haya harta propaganda haciéndonos creer que somos bien buena onda los mexicanos, nomás por serlo. ¡Fiesta! Ese es el grito casi aúllo en plena pandemia.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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