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viernes, abril 26, 2024

Movimiento de pepenadores frente al fenómeno socioeconómico del reciclaje

El 9 de mayo de 2015, frente a la presidencia municipal de la ciudad de León, Guanajuato, un grupo de personas comienza a congregarse alrededor de las 11 de la mañana. Tres mesas plegadizas y unas cuantas sillas comienzan a ser acomodadas bajo la reducida sombra de un ficus. Un altavoz apuntando en dirección del ventanal de la oficina de la presidencia municipal se prepara.

En la distancia, al final de la explanada, se distinguen los compañeros faltantes. Se acercan apresuradamente cargando lonas y pancartas que al instante son posicionadas alrededor de la mesas. La Lona principal es colocada detrás, como el fondo de un escenario teatral que contextualiza el evento que toma lugar. En ella hay un mensaje prominente escrito con tinta roja: “Movimiento de Pepenadores, por un reciclaje solidario para beneficios sociales”.

A la llegada de algunos reporteros, los representantes del naciente movimiento se aprestan, sus rostros reflejan una actitud decisiva. Cerca de las 12 del mediodía, la voz amplificada de uno de los miembros irrumpe en el transcurrir cotidiano de esa mañana: “Compañeros, estamos aquí para exigir públicamente justicia social, trabajo y dignidad”.

 

Su primera rueda de prensa testimonia la eclosión de una propuesta sociocultural y económica de transformación social. Una concepción alterna al modelo contemporáneo de relación laboral de subordinación; una visión renovada que reinterpreta la abstracción de justicia sobre una estructura de relaciones interpersonales de cooperación y no más de explotación.

 

Sus exigencias así lo denotan:

1.- Establecer una comisión entre miembros de la dirección de gestión ambiental, el SIAP, la empresa responsable de la gestión del relleno sanitario y el movimiento de pepenadores, para diseñar y ejecutar un plan inmediato para el aprovechamiento de los residuos en el relleno sanitario de nuestra ciudad.           

2.- Participar activamente en el diseño, la planeación y la ejecución del programa municipal para la prevención y gestión de residuos de nuestra ciudad, el cual es, por tanto, una obligación del municipio (Ley general para la prevención y gestión de residuos).

3.- Que dicho programa, al igual de tener un sentido ecológico, promueva a su vez, un contenido concreto de desarrollo social para beneficio de los sectores más desfavorecidos y segregados de nuestra sociedad leonesa. Es decir, que los beneficios económicos del programa sean para el sostenimiento de proyectos sociales en las colonias más pobres de nuestra ciudad.

 

Posterior a la aparición del movimiento hubo diversas propuestas resolutivas de parte de la clase política de la ciudad. Todas ellas sirvieron para testificar una vez más los bajos niveles de análisis pragmático y progresista de los dirigentes partidistas. Los comentarios de aquellos que tuvieron la necesidad de abordar el tema, contenían una evidente tendencia al paternalismo retrograda y al asistencialismo demagogo; nada raro en tiempos de proselitismo electoral.

Es evidente que la magnitud del fenómeno socioeconómico de los materiales de rehuso escapa al conocimiento de la gran mayoría de las dirigencias tanto políticas como sociales. De ahí el hecho que a nivel jurídico-normativo aún existan tantas ambigüedades respecto al manejo de la “basura”. La ley general para la prevención y gestión de residuos no cubre, al igual que muchas de nuestras leyes, la parte más relevante del fenómeno socioeconómico en cuestión: ¿A quién dar la prioridad del beneficio económico? ¿Al sector privado empresarial, o a los sectores de la sociedad más marginados que han sobrevivido por generaciones de la separación y venta de materiales reciclables?

Hoy en día la concepción tradicional de la “basura” ha cambiado drásticamente, mucho se debe al desarrollo tecnológico que abre las puertas a la reutilización de diversos materiales en procesos industriales, artesanales, e inclusive artísticos.

El aluminio, cobre, hierro, PET, poliestireno, PVC, policarbonato y muchos más, son materiales de gran valor para los mercados nacionales e internacionales.

En esta dimensión, los países de Europa del Norte han tomado la necesaria iniciativa de reestructurar a profundidad sus obsoletos sistemas de manejo de residuos. Como resultado de la ineludible adaptación, tenemos a países que han logrado avances ejemplares tales como el caso de Suiza que recicla 52% de su basura, Australia el 47.9%, Alemania el 48%, Holanda el 46% y Noruega con un 34% del total de su basura.

En contraste con lo que sucede actualmente en nuestro municipio, donde en su relleno sanitario “El verde”, todo simplemente se compacta y entierra, curiosamente encontramos que México figura entre los países que más reciclan. Las estadísticas muestran que reciclamos el 28% de nuestra basura, 14% del cartón, 6% del vidrio y 4% del plástico. Sin embargo, caer en la clasificación de cifras estadísticas sin contemplar el impacto tangible de lo que representan, es seguir la tendencia intelectualista de enajenación del problema en su realidad concreta, es decir, omitir su relación fáctica con el desarrollo cotidiano de nuestra sociedad.

La reducción del impacto ambiental y la limpieza de nuestro municipio son sin duda de interés público. La separación, la reutilización y el reciclaje son las acciones que indubitablemente se vislumbran como la respuesta más conveniente, no solamente porque la “conciencia ambiental” sea la última moda en el océano de certificaciones industriales de nivel internacional, tal como ocurre con la afamada norma ISO 14000; sino porque la biocapacidad de nuestro planeta se encuentra en un creciente caudal apocalíptico; esto exige, por la sobrevivencia de la vida en este planeta, una reducción masiva e inmediata en los niveles de extracción de recursos naturales.

Es en este contexto de crisis planetaria que la propuesta del Movimiento de Pepenadores adquiere una relevancia peculiar: “Por un reciclaje solidario, para beneficios sociales”. La solidaridad, como vínculo de apoyo mutuo,  no es sólo con los actuales habitantes del planeta, sino también con aquellos que vendrán y obtendrán el fruto de nuestras acciones y omisiones. La sustentabilidad que la humanidad requiere, no es aquella que asegura la sobreproducción de artículos de consumo bajo los esquemas del sistema de mercados de oferta y demanda, es, por el contrario, la distribución equitativa de la riqueza material y espiritual que aún es posible obtener de la naturaleza, en proporciones de equilibrio con la recuperación del ecosistema.

Es totalmente absurdo profesar una filosofía de sustentabilidad ecológica, sin un reajuste en la estructura socioeconómica de una sociedad. Sustentabilidad ambiental y pobreza no pueden coexistir en un pensamiento congruente. La verdadera batalla contra el calentamiento global es sin duda sinónimo de lucha social contra la explotación laboral, la acumulación desmesurada de riqueza y la adopción de un estilo de vida equitativo y austero. Desde esta perspectiva, la iniciativa de acción del Movimiento de Pepenadores constituye una simiente visionaria en el arduo trabajo de transformación global.

Roboán Rodríguez Carrera
Roboán Rodríguez Carrera
Periodista independiente nacido en León, Gto.; se ha desempeñado como traductor para embajadas hispanohablantes en varias naciones de África. Correo electrónico: roboan@yahoo.fr

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