Hola, estamos a punto de llegar a fechas donde solemos compartir, donde nos encontramos con las familias extendidas para compartir el pan y la sal, desearnos felicidad y prosperidad. O que al menos así debería de ser, ¿verdad? Con tristeza debo decir que no siempre es así, o no para todos.
En días pasados, hablé con varios jóvenes que están aterrados de que lleguen estas fechas, pues en sus familias extendidas se da un verdadero campo de batalla, donde ellos son el objetivo del “Fuego amigo”.
Revisando la definición del llamado “Fuego amigo” se dice en las fuerzas militares que es un ataque de las fuerzas propias o aliadas contra sus propias tropas. Quiero entonces hacer la analogía dentro de la familia. El “Fuego amigo” es un ataque contra uno de los propios miembros de la familia ejecutado por la propia familia. Situación que es más común de lo que nos gustaría pensar y reconocer.
No solo los jóvenes son el objetivo de este “Fuego amigo”. La víctima puede ser cualquiera, una mamá con su bebé, si es que da lactancia o si no la da. Los papás con sus hijos pequeños por sus estilos de crianza. El peso de las personas,no importa si es alto o demasiado bajo. Si tienen pareja o si aún no la tienen. Por la forma de vestir, de maquillarse, las preferencias sexuales o sus elecciones de vida… en fin, las causas son múltiples. Sea cual sea el tema, no es tarea sencilla darles gusto a los demás, siempre hay algo que se puede criticar. El resultado es doloroso, representa un reto y lleva a las personas a tomar la decisión de alejarse.
Estas fechas ya pueden ser duras, por las cargas emocionales, por las personas que ya han partido o por los que están lejos. No hace falta agregar angustia y temor por la crítica y la intolerancia.
Para que las familias podamos convivir y disfrutar juntas, es importante que trabajemos y desarrollemos el respeto y la tolerancia, no por ser familia todos debemos pensar o actuar igual. Lo que sí podemos hacer es aprender a respetar a los demás. A apoyar a esa mamá que está haciendo su mejor esfuerzo, a ese joven que está dando sus primeros pasos a la independencia, o al que intenta tener su propia identidad.
Si las familias somos más tolerantes, podremos demostrar mejor nuestro amor y generar espacios donde todos se sientan realmente bienvenidos, y no obligados o temerosos de estar cerca.
Generemos espacios seguros para compartir, no solo en Navidad, sino donde podamos compartirnos de forma plena y real, y donde pueda renacer la esperanza y la paz.