Por mi labor docente, convivo con muchos jóvenes en diferentes contextos. En días pasados tuve la oportunidad de ser testigo del trabajo de un maestro excepcional que logró inspirar a sus alumnos, algo que no siempre es fácil. Los motivó para presentar una obra de teatro, transmitiéndoles la confianza necesaria no solo para actuar ante toda la escuela, sino también para escribir el guión de la obra. El resultado fue una puesta en escena fresca, ágil y divertida, que culminó con los jóvenes vitoreando a su profesor. Ver esto siempre me emociona y me compromete; me inspira y me motiva a ser una mejor persona y profesora. No es una tarea sencilla, ni para los jóvenes ni para los docentes o los padres.
Creo que hay tantas cosas que pueden desmotivar a un joven, que le pueden robar la esperanza en el futuro y la confianza en sí mismos, que verlos motivados, creando y disfrutando de ello, es maravilloso.
Al preguntarle al profesor, ¿qué proceso había seguido para lograr esto? Me dijo: “Pues la verdad les hablé como si fueran mis hijas y les dije que ustedes pueden hacer lo que sea, que se propongan y yo estoy aquí para ayudarles y me puse a trabajar con ellos”.
Entonces esa fue la respuesta, creer en ellos, invitarlos a creer en si mismos y acompañarlos en el proceso. Y si esa es la clave para los chicos, esa es la clave para todos. Trabajar en nuestra autoconfianza y podemos hacer la misma pregunta: ¿cómo? Pues podemos ir desarrollando una mayor autoconfianza si cuidamos lo que pensamos, si en lugar de criticarnos y prestar gran atención a lo que hacemos mal, lo que nos falta y lo que puede pasar si fracasamos, cambiamos la narrativa. Podemos buscar ejemplos en nuestra historia personal donde hemos sido capaces de alcanzar alguna meta. Esto puede ayudarnos a recordar que somos capaces y elaborar una lista. ¿Qué cosas te han salido bien en la vida? ¿Qué cosas has disfrutado? ¿Qué te daba miedo y lograste superar? Seguro que podemos encontrar algunas y si las podemos ver como vemos nuestros defectos, podemos ir mejorando nuestra confianza. Ten cuidado de buscar en ti, evita compararte con los demás, tú eres tu propio parámetro de comparación.
Si tenemos delante una gran tarea, podemos separarla en pequeñas metas que sean más sencillas de alcanzar y con cada pequeño logro buscar reafirmar esta confianza, además de que nos acercamos a nuestro objetivo. No importa si son pequeños pasos, por uno que sea, ya hemos avanzado.
Sigamos el ejemplo de este maestro inspirador, creamos en nosotros mismos, dediquémonos unas palabras alentadoras y animemos a nuestros pies a dar el primer paso, para luego seguir con el siguiente paso y así recorrer un camino largo, del que podamos disfrutar, del que nos sintamos orgullosos y que sea para nosotros mismos.
Si trabajamos con jóvenes, si trabajamos con niños, trabajemos con nosotros mismos. Quien sabe, tal vez una palabra de aliento y amor nos ayude a florecer.