Los Beatles se preguntaba de dónde viene la gente solitaria , hoy a más de 50 años de ese cuestionamiento aún no podría responderlo. Sin embargo lo que sí sé es que toda esa gente solitaria en algún momento fueron niñas o niños e incluso podría atreverme a señalar que muchas de esas infancias más de una vez se pasearon por un hospital; y es que sean públicos o privados los hospitales tienen mala fama de ser lugares de solemnidad, pero, ¿qué pasa cuando eres un niño o niña y los hospitales se convierten en tu segundo o incluso primer hogar?
Para quienes hacemos uso de este sistema con infancias se vuelve parte de nuestro pan de cada día escuchar sermones de cómo no debemos esperar mucho por que se trata de un hospital público. Esta idea me carcomió. Me devastaba pensar que mi hija iba a tener estos años tan maravillosos de su infancia teniendo que vivir procedimientos invasivos en espacios estériles y solitarios o quietesita para que el doctor pueda revisarla en silencio. Sentía una deuda profunda con ella de no poder ofrecerle espacios donde pudiera solo ser una niña. Parece mentira pero está tan normalizado el poco respeto a las infancias que también me tocó escuchar por ahí que ya era suficiente con que viviera, como si el derecho a tener una infancia digna se hubiera revocado solo por ser una persona con una condición de vida especial.
Supe del juego intrahospitalario y pensé “claro, jugando volverá a ser niña” y además una niña feliz, solo así. Aprendí del juego intrahospitalario y entendí que jugar es un proceso que hemos trivializado, que nos parece tan normal que no vemos todo lo que un niño conoce de su entorno e incluso de sí mismo solo por disfrutarlo. Aprendí también de lo mucho que el personal de salud puede apoyarse en el juego para realizar sus labores y hacer de la atención médica un proceso respetuoso hacia el desarrollo físico y mental en el que se encuentran cada una de las infancias que tratan. No se trata de ser Patch Adams, si no de ver y descubrir al humano detrás del paciente. O bueno en este caso, pacientito.
Reconocer que es un trabajo en equipo y que se sostiene a través de la humanización, pues no por nada la principal causa por la que los tratamientos médicos no llevan continuidad es por falta de entendimiento y conexión con el paciente.
Para que las infancias sean tan felices y maravillosas como decimos que son, también tenemos que pensar en aquellas que viven en marginación debido a temas de salud y no solo ofrecerles la visita de los Avengers, si no prestadores de servicios de salud respetuosos e informados de la etapa de vida de sus pacientes así como un sistema que permita que los padres y cuidadores vivan el proceso de sus hijos de una manera saludable, informada y amorosa.