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jueves, mayo 1, 2025

Niñas y niños no son objeto de cuidado, sino sujetos de derechos

Las niñas y los niños son como semillas: en ellas yace todo el potencial de la planta.
Nosotros no las creamos; las nutrimos, las acompañamos y las procuramos.

El desarrollo infantil es un proceso sagrado y profundo. No se trata solo de enseñar a leer o escribir… sino de crecer en libertad, en creatividad, en conexión con el mundo y con uno mismo.

Como personas adultas, tenemos la obligación de cuidar que el entorno donde esa semilla va a crecer sea adecuado, sano y se adapte conforme a sus necesidades.

Integrar esta mirada con una perspectiva de derechos humanos significa reconocer que todas las niñas y todos los niños tienen derecho a un entorno que respete su individualidad, su tiempo, su voz y su infancia.

También implica ser receptivos para aprender de nuestros errores, hacer los cambios necesarios y, si alguien vulnera a niñas, niños o adolescentes, reportar la situación.

Debemos cuidar su cuerpo y su alma, protegerles de la violencia, del adultocentrismo, de las prisas del mundo. Necesitamos reconocerles como personas sujetas de derechos, capaces de sentir, de pensar y de transformar.

Niñas y niños no son objeto de cuidado, sino sujetos de derecho. Y es fundamental que analicemos el lugar que les damos en la sociedad: desde el discurso hasta los hechos, en el día a día.

Cuando educamos con respeto y ternura, cuando nutrimos su imaginación y su sentido de justicia, estamos sembrando paz, empatía y esperanza para su vida.

Porque cuidar la infancia, desde el corazón y con conciencia, es mostrarles que llegaron a un mundo seguro y que vale la pena vivir.

Alina Hernández
Alina Hernández
Especialista en crianza consciente y desarrollo emocional; trabajo en una ONG para la protección de niñas, niños y adolescentes.

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