De pequeños creemos que queremos crecer y comernos el mundo, creciendo nos damos cuenta de que la realidad es que el mundo nos va a comer…
Nacemos ya con un buen bagaje de expectativas basando mucho de ellas en cánones de edad como:
La tierna edad de dos años, la edad de “empezar a ser señoritas”, la edad de la punzada, la edad de elegir carrera, edad de tener o no hijos… de ahí devienen las edades donde empiezan las limitantes.
Pareciera que con los años nos hacemos de una carga que va llenando una vasija en lugar de ser como maderas de año con año se fortalecen.
La primer estocada se siente cuando tienes hijos con una brecha generacional que de pronto parece ser como una galaxia de distancia. Empieza a dar pena verse fuera de lugar ante una distancia numérica que podría representar la burla por venir de un pasado que aunque no lo comprendan les ha dado este presente.
¿Has dejado de hacer algo por que ya no tienes edad? ¿Dijiste alguna vez que ya tienes edad suficiente? ¿Qué no era el tiempo relativo?
Cumplir años me hizo instrospectar en todo lo que socialmente visualizamos a partir de los años que tienes; los logros, expectativas y anhelos de pronto pasan a segundo plano cuando “ya no estás en tiempo y forma”. Me resulta una situación inverosímil considerando que actualmente pareciera cosa de magia la cantidad de modificaciones corporales a las que nos podemos exponer para encontrar una vestimenta que coincida con la edad del espíritu.
Socialmente la mujer que envejece pareciera perder valor inherente a todo lo que ha hecho en todos esos años. ¿Podremos con el paso del tiempo ir cambiando esta percepción para asimilar que los años nos han dado algo más que achaques?
¡Qué bien se ve para su EDAD! Ya no se sabe si es una adulación o una simple observación morbosa. Casi sin darnos cuenta y muy a pesar de vernos realizados en nuestros éxitos personales siempre estamos inmersos en un conteo que no para. Hacernos más viejas sí nos hace más sabias, claro si es que el tiempo ha sido bien aprovechado, más ser demasiado joven tampoco es pecado. Entonces, ¿podemos o no vestirnos con el gusto lejano a lo apropiado?, ¿podemos o no tener relaciones interpersonales dejando la edad de lado?, ¿podemos o no probar y comprobar nuestras capacidades más allá de lo que un número puede decir?
De la oferta laboral, maternidad, cuidados en la vejez, nos encargamos de a poco… por ahora sería más que necesario no pecar de ilusas y aceptar que como me ves te verás por que como te ves,me vi.