Desde la secundaria supe de ti y lo primero que entendí es que no eres mía, sino un préstamo de lejanos y cercanos. Que no es mío el color de ojos, piel o mi ímpetu por el liderazgo, pues son sólo el cumulo de muchas eras y ancestros que a su paso me han llevado a este punto mediante neurotransmisores, cadenas de proteínas y cromosomas. En aquellos tiempos me gustaba creer que yo era la que iba a dictaminar mi futuro y que de mi dependía todo lo que YO sería ¡Qué ingenua!
Año con año he ido entendiendo que si bien mis hábitos y contextos podrían tener cierta injerencia en mi futuro lejano y próximo también mucho de lo que soy y seré en efecto se pactó con tiempo de anticipación. Lo que poco consideré, mi estimada genética, es que te ibas a seguir colando por mi descendencia y ahora, además, tocada por otro universo. Siendo alguien que ya vivió la penuria de ser el enfermo en cuestión, pensar en que la parentalidad tal vez le pueda heredar mucho de esta experiencia a otro que es tu creación podría no ser algo particularmente que entusiasme. Sería ingenuo no pensar en toda la cantidad de información que pasa de nuestros cuerpos hacia el de nuestros hijos considerando que, al escucharnos, vernos y hasta olernos, están en un constante aprendizaje de todo aquello que le estamos ofreciendo.
Tal vez no lo sepas, pero hay una disyuntiva profunda de cuánto viene innato, cuánto se mama. Quizá te reirías al leer por ahí que los rasgos dentales se heredan de papá y la salud mental mayormente de mamá. Tanto se dice de las herencias y transferencias en las infancias que parece poco lo que realmente sabemos en comparación con las especulaciones.
Mi travesía personal me mostró que lo poco que sé de ti es lo que añoro encontrar: el autoconocimiento, la red futura de cercanas opciones. No es como que tengamos un pacto fáustico, pero aun así es innegable cuánto de eso que llamamos destino, ya estaba adentro de mí. Suena como si fueras tú una energética carga espiritual pero la realidad es que no, simple y sencillamente eres la genética misma, ciencia pura, a costa y dolor de quienes nos rompemos la cabeza en mundos fantásticos e ilusiones.
Vivimos en un siglo en el que existe la capacidad de cortar tramos de ADN para cambiarlos y perfeccionarlos o de elegir qué ovulo será el más apto, pero aun así el tamizaje o pruebas genéticas que se realizan a nivel cercano a la población mexicana es poca cosa ¿Cuánto podríamos encontrar de los porvenires futuros de la infancia, si previo al nacimiento supiéramos a fondo las posibilidades que hay en sus cadenas genéticas? ¿Sería posible que antes de elegir tener hijos viéramos en el profundo abismo de nuestro ADN para saber que les podemos ofrecer?
Cuan infravalorada te tenemos, lo poco que pensamos en ti y, sin embargo, lo mucho que te culpamos. No puede haber forma de que estemos ajenos y distantes, pero ¿Como podemos hacer para entenderte más? Valorar todas las herramientas que, al tenerte a nuestro lado, puedes brindar. Yo te aprecio y no te guardo rencor porque gracias a ti, veo en el espejo a las personas que amo, pero ¿No podrías evitar tener accidentes? En esa parte si tengo que confesar que me has roto el corazón, que no esperaba tu traición que me ha dolido profundamente ser el objeto de tus caprichos y que yo al igual que muchos otros padres, te hemos llegado a maldecir, porque los problemas contigo son cosa seria e irrevocable.
Te escribo en la necesidad de sincerarme y contarte que yo, ya te perdoné. Tus traspiés me llevaron a entrar una comunidad de familias con peculiaridades que realmente aprecio. ¿Sabías que este mes, que se conmemora y se nombra el síndrome de deleción 22q11? Y si bien llegue a él debido a estos “accidentes” no han sido errores. Te aprecio y deseo podamos seguir creciendo juntas y así llevar tu legado a dónde pueda ayudar o ser necesario.
Con cariño Pamela
El día 22 del mes 11, noviembre, se nombra y conmemora el síndrome de deleción 22q11, una afección genética que se caracteriza por una pérdida de una parte del cromosoma 22. Esta anomalía puede causar una gran variedad de síntomas como malformaciones cardiacas, problemas de desarrollo, inmunodeficiencia, etc. Afecta diferentes sistemas del cuerpo y su gravedad puede variar de una persona a otra. Solo el 10% de las personas con este síndrome son heredados, el otro 90% son accidentes genéticos.
Si tú o alguien cercano a ti, como mi hija Mar, están dentro de este, acércate a la AMAER en sus redes sociales o a la Asociación Síndrome 22q11 que aún siendo española busca acompañar e informar creando una comunidad.