“Usted, no opine” … esta es una declaración que suena fuerte, ¿verdad? Pero es una declaración a la que tenemos derecho, una declaración necesaria, una que nos ayuda a mantenernos a salvo, sanas y felices.
Nadie a quien no le preguntemos, tiene el derecho de opinar sobre nuestro cuerpo, nadie, ni por nuestro bien, ni para hacernos un cumplido, no, usted, no opine. El cuerpo es de la persona, está a la vista, pero no está allí para que todos den su opinión o hagan uso de ese cuerpo, además, no saben de las batallas o los procesos que está pasando esta persona, de los desafíos a los que se enfrenta y la manera en que los está gestionando. Es una cuestión básica de respeto.
No sabemos el impacto que un comentario sobre el cuerpo puede tener en una persona, lo que puede llegar a doler o el daño que puede causar. Las críticas al aspecto físico pueden desencadenar problemas de salud mental como la ansiedad, depresión o trastornos como la anorexia o bulimia. Con la crítica y las opiniones no pedidas se puede afectar la autoimagen y la salud mental; en las redes sociales a esto se le llama “body shaming” y se ha documentado que tiene efectos profundos en la salud, especialmente en los jóvenes.
Platicando con una mujer, me comentaba que está en un proceso para retomar su salud, fortalecer su cuerpo y disfrutar de su alegría por vivir. Ha trabajado muy duro, ha ido superando el miedo de enfrentar un diagnóstico médico, inició un tratamiento nutricional, se ha mantenido constante realizando actividad física, etc. Después de meses de amor, trabajo, dedicación e inversión, comienza a ver logros en su salud, en su cuerpo, en su imagen y en su estado de ánimo. Dice que se siente radiante y feliz… y entre todo esto, ¿dónde está el problema? Pues en las opiniones no pedidas, en las miradas envidiosas, en los comentarios mal intencionados, en los piropos sugerentes, en las miradas y comentarios lascivos. Ella se ha llegado a cuestionar si debiera de dejar de cuidar su cuerpo, su salud y dejar de hacer actividad física, porque al parecer su cambio físico es una invitación a la opinión de los demás.
Sentí un gran coraje e impotencia al escucharla, porque cada pequeño avance se hace con un gran esfuerzo y merece ser respetado, honrado y aplaudido, no apagado con opiniones no pedidas. Lo más triste es que lo he vivido, lo he padecido, lo entiendo porque me ha tocado en carne propia y también en el acompañamiento de los jóvenes y en las consultas con mis pacientes. He sido testigo y blanco de estas opiniones no pedidas.
Te convoco a dos actos revolucionarios: No opines del cuerpo de los demás, si no te piden tu opinión, si no conoces el proceso, si no sabes las batallas que el otro libra, no opines. No recibas la opinión que no has pedido, haz uso de tu derecho, del derecho que tienes sobre tu propio cuerpo y ante una agresión di: “Usted, no opine”.