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jueves, marzo 28, 2024

Obesidad

Por: Abril Saldaña-Tejeda

Cada lunes, Maricela acompaña a su hijo a la clínica de obesidad infantil del Hospital Infantil Federico Gómez en la Ciudad de México. Tiene dos hijos y uno de ellos fue referido a la clínica por un dermatólogo que lo había tratado por alergias severas. Maricela y su esposo trabajan en una tintorería, ella se educó para ser secretaria y él solía ser conductor de autobús, hasta que una infección severa en el oído lo dejó permanentemente incapacitado para conducir debido a la pérdida de equilibrio. Maricela explica cómo antes de las alergias, su hijo solía tener un peso normal, fue el tratamiento con esteroides y la falta de ejercicio lo que provocó la obesidad de su hijo. Antes del tratamiento, las alergias hacían del ejercicio físico algo imposible, el sol y el sudor eran intolerables para su piel. Después de controlar sus alergias, la violencia y la inseguridad remplazaron los efectos devastadores del sol y el sudor; lo intolerable era entonces el saberse vulnerable y esto dejó a su hijo, de doce años, fuera de un espacio sano y seguro que le permitiera moverse y jugar;  es decir, ejercer uno de los derechos fundamentales de su niñez.

El cuerpo obeso, es frecuentemente definido como un ‘fracaso’ del individuo, desde la carencia de educación, de higiene, de auto-control, de una buena dieta y ejercicio. Desde la genómica médica y el perfil genético, este ‘fracaso’ se atribuye a una predisposición que el individuo no conoce o se niega a asumir y controlar, modificando el estilo de vida como corresponde. Pocas veces se reconoce la violencia estructural que encarna la experiencia de la obesidad en México y pocas veces se le reconoce como un problema sindémico, es decir, una condición que emerge a partir de condiciones de pobreza, de violencia y estrés. No se trata solamente de prescribir una ‘dieta saludable’ a la población y con esto universalizar lo que todo buen ciudadano debería de comer. Más allá del acto de comer, tendríamos que pensar en el acto de nutrir, es decir, en una práctica que abarque no sólo la alimentación, también el cuidado. La nutrición y no tanto la ‘dieta’ es una noción que nos ayuda a pensar mejor el cómo las condiciones culturales y sociales moldean o condicionan nuestros ambientes alimentarios. Esta noción nos permite cuestionar, por ejemplo, cuál es la participación de los padres en la elección del menu familiar, cuáles son los vínculos entre masculinidad y comida, cómo son las prácticas alimentarias en una mesa familiar urbana cuando los dos padres trabajan bajo condiciones laborales injustas, etcétera. La atención en la práctica del nutrir también nos permite subrayar la responsabilidad de las corporaciones transnacionales. Nos permite señalar cómo  estas corporaciones se implican en la conformación y delimitación de los entornos alimentarios que, entre otras estrategias, se niegan a proveer de información al consumidor a través del etiquetado en alimentos.

La primera Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes publicada en el año 2013, define ‘la salud’ como un ‘elemento fundamental para el desarrollo económico del país. Solo a través de una población sana y del desarrollo de sus capacidades y potencialidades se puede lograr el México competitivo que estamos decididos a posicionar en el contexto de la economía global. (Secretaría de Salud, 2013: página 7) El documento advierte, con un tono alarmante, sobre el ‘peligro’ que encarna el cuerpo enfermo no sólo para el individuo y la supervivencia de la especie. La Estrategia no parece reconocer que la salud es ahora un concepto en negociación. Hemos dejado a un lado la noción de salud que G. Canguilhem desribía como ‘el silencio de los órganos’. La salud ha dejado de ser un estado de bienestar para ser un estado de riesgo potencial. Es desde esta noción de salud que se designan ciertos cuerpos y ciertas prácticas como riesgos potenciales para la nación y para la especie. Esta estigmatización es uno de los mayores obstáculos para comprender una condición compleja y multifactorial.

Como argumenta LeBesco (2011) la obesidad es el reflejo de la mayor contradicción de un proyecto neoliberal que promueve, simultáneamente, el sobre-consumo y el auto-control que supuestamente refleja un cuerpo delgado.  Es a partir de la visualización de esta encrucijada que debemos de cuestionar la estigmatización del cuerpo obeso, la tendencia de responsabilizar al individuo (en muchos casos a las madres) de su propio estado de salud y con esto absolver al estado y a las corporaciones de sus faltas y omisiones.

Sporadikus
Sporadikus
Esporádico designa algo ocasional sin enlaces ni antecedentes. Viene del latín sporadicos y éste del griego sporadikus que quiere decir disperso. Sporás también significa semilla en griego, pero en ciencia espora designa una célula sin forma ni estructura que no necesitan unirse a otro elemento para formar cigoto y puede separarse de la planta o dividirse reiteradamente hasta crear algo nuevo. Sporadikus está conformado por un grupo de estudiantes y profesores del departamento de filosofía de la UG que busca compartir una voz común alejada del aula y en contacto con aquello efervescente de la realidad íntima o común. Queremos conjuntar letras para formar una pequeña comunidad esporádica, dispersa en temas, enfoques o motivaciones pero que reacciona y resiste ante los hechos del mundo: en esta diversidad cada autor emerge por sí solo y es responsable de lo que aquí se expresa.

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