- Publicidad -
jueves, marzo 28, 2024

Ojos de niño y piel de leopardo

Entre la multitud de pasantes inadvertidos emerge  una mirada de ingenua realidad. Sus mejillas, resecas y cenizas, exponen la huella de un sol abrasante que golpea cada tarde los poros de su rostro infantil. Sus ojos, hambrientos de juego y fantasía, decaen con el humo de los vehículos que segundo a segundo circulan sobre el crucero donde apaciblemente aguarda él.

El cielo que cubre su día dibuja nubes amorfas, y con agilidad  su mente inquieta las  recrea en figuras de papiroflexia y pantomima; algunas toman la silueta de aves, de felinos  o de creaturas mágicas que viajan como alebrijes fluyendo y cambiando al soplido del viento.  La luz del semáforo  cambia a rojo, los autos detienen su andar, el pequeño toma una botella plástica que contiene agua y detergente, y se aproxima a la ventanilla del primer vehículo. Su gesto es inconfundible, solicita permiso para limpiar el parabrisas.

La diversidad de ideas que aglomeran el pensamiento del conductor le impide percibir la relación existente entre ambos. El segundo de vida compartido en el instante en que sus ojos se reflejan en los ojos del menor es una avalancha  de energía que autodefine a los dos desde su individualidad. Él con sus manos sobre el volante, reloj y anillos de oro sobresalen; a su costado, un maletín con  documentos, deudas y cheques;  el menor con las suyas sobre el parabrisas y una mochila a su espalda que alberga  estopa y solvente para inhalar, olvidar y morir… Vidas paralelas de oportunidades divergentes que se unen por sólo segundos.

De un brinco el menor monta sobre el cofre del auto, y recostado sobre su codo izquierdo comienza a chorrear el parabrisas con el agua enjabonada que hace salir presionando su botella. Sus movimientos son rápidos y medidos, no se permite perder un sólo segundo. Desciende hábilmente y con temeridad se apresura hacia el otro lado del vehículo, vuelve a montar de un segundo brinco y continúa su maniobra con minuciosa precisión. Limpia una y otra vez sobre su playera el pedazo de espátula plástica que utiliza como herramienta, y la desliza hasta los últimos rincones del cristal, ahí  donde pudieran haber quedado restos de la espuma que ávidamente roció.

Negar la existencia de los niños y niñas  que crecen sobreviviendo en las calles de nuestro país  sería un lamentable retroceso para el sentido visionario de una sociedad  que dice construirse sobre la senda de los Derechos Humanos. Son tan visibles, aquí y allá,  que resulta imposible no aceptar que se trata de una situación de emergencia nacional. ¡Y como no lo va a ser, si se trata de las personas más vulnerables de la sociedad! nuestros niños y niñas  viviendo entre la pobreza de comer lo que la suerte les mande, aprendiendo a robar para recuperar lo que la sociedad les ha negado, o vendiendo por las calles sus frágiles e inocentes cuerpos al servicio de abruptos placeres carnales. ¿Acaso alguien se atreverá a negar esta lacerante verdad? Quien lo niega lo defiende; quien lo expone lo combate.

Desde la esfera global -para darnos solamente una idea de la magnitud del reto-, la Organización de la Naciones Unidas muestra la aterradora cifra de 150 millones de niños de la calle. Las causas son diversas: consumo de drogas, desintegración familiar, guerras, desastres naturales, colapso socioeconómico, pobreza y muchas más… La lista se alarga conforme se observan las condiciones histórico-culturales de cada región del planeta; sin embargo, algo es evidente,  todas ellas tendrían  posibilidad de remediación si los Estados tuviesen como franca prioridad la protección de la dignidad de la niñez, no como un  mero eslogan, sino como un deber moral cuyo cumplimiento se encuentra por encima de  cualquier costo  político o económico.

Ahora bien, si giramos nuestra atención hacia las estadísticas que describen la situación a  escala nacional, encontramos que – por tomar un ejemplo-  según las cifras del año 2013 presentadas por la entonces presidenta de la Comisión de Derechos de la Niñez, la diputada Verónica Beatriz Juárez Piña, el número de niños y niñas en situación de calle en nuestro país era de 95 mil. En relación a esto, y como una muestra fehaciente de la interdependencia de los elementos de orden económico de una sociedad, la UNICEF ha declarado en su informe de 2016 que 1 de cada 2  niños, niñas o adolescentes en nuestro país, vive en situación de pobreza, es decir, según la definición de pobreza de la misma ONU, vive en una condición caracterizada por una privación severa de necesidades humanas básicas incluyendo alimentos, educación, agua potable, vivienda, instalaciones sanitarias e información.

Muchos programas de beneficencia pública seguirán llegando, y sin relevancia alguna se irán igualmente marchitando en cada sexenio presidencial, cual hojas de rosa que enamoran mientras en ellas hay vitalidad; sin embargo, la situación poco cambia, nuestros ojos lo ven. Tú y yo seguiremos recorriendo avenidas que albergan niñas y niños trabajadores, y nuestra indiferencia los hará siempre invisibles, como sombras danzantes que irrumpen sin nombre y  sin voz para hacer eco en algún rincón de aquella conciencia  que preferimos ignorar.

Al final de su jornada el menor se dispone a iniciar el ritual del viaje profundo. Las partículas de inhalante ingresan a su cuerpo y avanzan por sus venas bajando y subiendo desde su corazón agitado hacia los músculos y nervios que pierden gradualmente coordinación. Su percepción se torna finamente sensible; distingue con aguda tonalidad el brillo y los matices de los colores y  contornos de cada imagen que pasea por su mirada. Las notas disonantes del ruido lo conducen hacia una dimensión de espejismos y distorsiones. Se concibe a sí mismo protegido por un camuflaje ancestral que lo envuelve y funde con la realidad del momento, y cubierto de fe se arroja al mundo para exigir su lugar y  su tiempo; con los ojos de niño y la piel de leopardo…

 

Correo electrónico: roboan@yahoo.fr

Roboán Rodríguez Carrera
Roboán Rodríguez Carrera
Periodista independiente nacido en León, Gto.; se ha desempeñado como traductor para embajadas hispanohablantes en varias naciones de África. Correo electrónico: roboan@yahoo.fr

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO